LAURO CAMPOS
“SEGUIREMOS SIENDO FELICES”
UNA COMEDIA PARA SER CONTADA
(Y ACTUADA, CLARO)
personajes:
YOYI
BETTY
estrenada por Evoternos en 2010
Emmy Reydó – Lauro Campos
con la dirección de Paula Corvalán
En la temporada del estreno – mayo de 2010 en el Teatro de la Plaza de Rosario y agosto del mismo año en el Centro Cultural La Nave, la comedia se desarrollò, por decisiòn de la directora, Paula Corvalàn, frente a dos atriles y en dos banquetas altas en las cuales se sentaban los personajes para leer sus libretos y contar así la historia. Por supuesto que recorrìan la escena, libreto en mano, pero con el libro sabido en su totalidad. A veces se dirigìan al pùblico, a veces cambiaban otras dos banquetas altas en proscenio para que el pùblico imaginara las escenas planteadas y para dialogar entre ellos o charlar con el público. Esta fue una propuesta que aceptaron sus intèrpretes, en esa ocasiòn Emmy Reydò y el propio autor, Lauro Campos, ya que distanciaba al pùblico de todo elemento naturalista y lo hacìa pensar en el mensaje – si es que tiene alguno – de la obra. Durante las veinte representaciones que se hicieron, el pùblico delirò a carcajadas con el texto y la interpretaciòn. Y es claro, se emocionò al final. Pero, y esto es importante, los actores deben divertirse mucho con sus personajes y evitar en lo posible todo dedito levantado, porque en esto de las realidades de un paìs o de una ciudad, nadie tiene la fòrmula para vivir feliz. Cada director elegirà los elementos que ha de manejar y còmo hacer la comedia y el autor QUIERE que asì se haga, siempre y cuando la meta sea divertir.
ACTO PRIMERO
YOYI.- Esta historia que voy a contarles necesita de un prólogo. Algo que les explique que yo me llamo Jorge Arriaga, que mis amigos y mi familia me dicen Yoyi y que estoy casado con Betty desde hace cuarenta años. He trabajado estos últimos cuarenta años en Tribunales de Mendoza, mientras desarrollaba mi vocación de dramaturgo. Hemos criado una familia compuesta por tres hijos y seis nietos. Y ahora que me he jubilado, he tenido la suerte de que premiaran una obra mía en un concurso muy importante dela Capital. DeBuenos Aires, quiero decir. Eso no ha sido todo. Alguien de un importante canal de televisión leyó la obra, que por cierto fue impresa, y me ofreció por teléfono una entrevista para integrar el staff de autores de ficción en el canal. Eso me llenó de orgullo y expectativa, imagínense. Yo, que en realidad soy rosarino, pero estoy radicado desde toda la vida en Mendoza, nunca creí ser merecedor de tal distinción. De modo que nos dispusimos a trasladarnos con Betty a Buenos Aires, después de recibir de parte del canal dos pasajes de ida y vuelta en avión para tener una entrevista con el jefe del comité de dramaturgos para ver si me aceptaban o no. Dios, lo que fue ese viaje! MARAVILLOSO! Y es ese viaje, precisamente, el que le queremos contar. Esa mañana, no podíamos dominar nuestra ansiedad. Vamos, Betty, vamos!
BETTY.- Ya voy, Yoyi. No grites!
YOYI.- Vamos, apurate. No grito, no grito. Pero no entiendo por qué das vuelta sobre vos misma como si fueras un pichicho.
BETTY.- Es que no encuentro la cartera!
YOYI.- Y ahora adónde vas?
BETTY.- Me parece que la dejé en el dormitorio.
YOYI.- Dale, apurate, amor mío. (Al público) Después, ya en el auto, mientras íbamos al aeropuerto, no dejó de reprocharme mi ansiedad.
BETTY.- No sé para qué me apuraste tanto. Tenemos una cantidad ENORME de tiempo.
YOYI.- No tan ENORME. Y ya sabés que detesto ir con el tiempo justo. Suponete que se nos pincha una goma.
BETTY.- Eso no nos pasó en cuarenta años de casados.
YOYI.- Dale, tocame el pecho.
BETTY.- Yoyi, qué te pasa? Te está dando un infarto?
YOYI.- NO! Quiero asegurarme de tener los boletos.
BETTY.- A ver. Si. Me parece que los tenés. Vas a tener que calmarte un poco, querido. Me parece que me pinté demasiado los ojos para viajar, no?
YOYI.- Hay una regla con respecto a eso?
BETTY.- No seas tonto. Con los ojos demasiado pintados los ojos se cansan más, se marchitan. Yo nunca me pinto demasiado los ojos para viajar… pero como ahora el viaje es el avión, de sólo dos horas, quería llegar presentable al hotel. Bueno, bueno. No estés tan ansioso. Estás manejando tan tenso que vas a llegar cansadísimo a Buenos Aires.
YOYI.- En el avión me relajo. Además no estoy tenso por el puesto en el canal. Sabés cuántos tipos, dramaturgos del interior, están llorando ahora mismo porque me eligieron a mí? Bueno, Betty, no me mires así! Cómo mierda no voy a estar ansioso, si sabés que es lo que siempre quise. Escribir ficción en la tele dela Capital. Tengola billetera?
BETTY.- A ver. Sí. Me parece que la tenés. Te lo merecés, Yoyi. Nadie ha trabajado tanto, nadie tiene un repertorio tan vasto como vos. Nadie ha trabajado tanto ni lo ha deseado tanto como vos. Vos lo pensaste bien, no?
YOYI.- Lo del trabajo?
BETTY.- Lo del trabajo, la mudanza, la nueva vida, el vivir enla Capital… Lo querés lo mismo, no?
YOYI.- Quiero lo que vos quieras, Betty. Y vos?
BETTY.- Yo también quiero lo que vos quieras, Yoyi.
YOYI.- Entonces hicimos lo correcto. Seremos felices!
BETTY.- Seguiremos siendo felices.
YOYI.- Bueno, eso. SEGUIREMOS SIENDO felices. Gran siete. Qué susceptible que estás. (Al público) Pero fue inevitable que en el aeropuerto siguiéramos hablando del tema. (A ella) No te preocupes por el alquiler del departamento porque voy a ganar mucho más que con la jubilación. Y siempre queda la alternativa de alquilar nuestro departamentito de Mendoza. No vamos a tener los gastos del auto. No hace falta tener auto en Buenos Aires.
BETTY.- No me preocupaba.
YOYI.- Nos va a convenir vivir cerca de algún parque, así podemos llevar al perro. Sé que te preocupa el perro. Pero todos tienen perros allá, y hay muchos lugares donde pasearlos siempre y cuando lo lleves con la correa.
BETTY.- No me preocupaba el perro.
YOYI.- No comas en el avión. Mirá que tenemos una reservación en un lugar maravilloso de Puerto Madero, con show y todo. Vos no te preocupes por la comida.
BETTY.- No me preocupaba.
YOYI.- Mirá, el clima en Buenos Aires, allí en la pizarra. 20 grados. En Buenos Aires está hermoso, así que no hay que preocuparse por el clima.
BETTY.- No me preocupaba el clima, Yoyi.
YOYI.- Nuestro vuelo es el número 406. Vos no te preocupes por el equipaje. No, no lleves ni siquiera la maleta chica. Que se encarguen ellos. Vos, no te preocupes.
BETTY.- No me preocupo.
YOYI.- Estás entusiasmada, Betty?
BETTY.- Sí, Yoyi.
YOYI.- No parece.
BETTY.- Pero si lo estoy… Lo estoy!
YOYI.- Y subimos al avión. Cuando la azafata preguntó qué íbamos a beber con la cena, si vino o gaseosas, yo contesté que ni vino ni gaseosas. Que no íbmos a cenar. A lo que Betty acotó:
BETTY.- Deberíamos comer aunque sea un sandwich. Vos ni almorzaste.
YOYI.- En Buenos Aires vamos a cenar a lo grande. No lo voy a arruinar por un poco de pollo tieso. No te preocupes por mí, Betty.
BETTY.- No me preocupo, Yoyi. Es que no quiero que pases hambre. Ya sabés lo que pasa con tu úlcera si no comés algo…
YOYI.- Traje dos frascos del remedio para eso. Relajate.
BETTY.- Sí. Estoy relajada.
YOYI.- Mirá, ya dieron orden de no fumar y de ajustarse los cinturones de seguridad. Colocá tu asiento en posición vertical, Betty. Vamos a aterrizar. Mirá, vamos a llegar cinco minutos antes.
BETTY.- Es enorme la ciudad, no?
YOYI.- Es maravilloso. Recordaremos siempre este viaje. No te pierdas la vista aérea.
BETTY.- Es una ciudad preciosa, no?
YOYI.- Te conté el plan? No? Te lo cuento. A las siete llegada al aeroparque, a las 7.45 estaremos en el hotel. Imaginate, no es pavada. Es el hotel del Centro Naval, que nos corresponde por ser jubilados provinciales. Un buen hotel, eh? Sin lujos, pero confortable. En plena avenida Córdoba casi esquina Florida. Pleno centro! A las 8.30 cena en un conocido restaurante de Puerto Madero. Con show y todo. Con opción para ir a bailar a un boliche re-conocido del lugar. Vuelta al hotel donde experimentarás una de las noches más fogosas que hayas vivido en estos últimos tiempos.
BETTY.- La verdad es que he vivido tan poquitas…
YOYI.- Esperá y ya vas a ver. Y después tengo una entrevista a las nueve de la mañana en el canal de televisión. Una entrevista que es pan comido.
BETTY.- Yoyi mi amor: Hay posibilidades de que te rechacen. De que no te den el puesto.
YOYI.- Macanas. Eso te dicen. Pero ya está decidido. Vos te creés que el canal nos haría viajar a Buenos Aires si no estuviera decidido? La entrevista es pura formalidad. (Al público) Fue en ese momento en que escuchamos la voz del capitán. (Se escucha una campanilla y de inmediato una sanata dicha por el comandante del aviòn que ellos no entienden, en castellano y en inglès) El tipo al parecer nos informó que había problemas de tráfico aéreo, dijo que había unos quince aviones esperando para aterrizar antes que nosotros. Que uno de los problemas era la niebla y el otro una huelga general de aeropuertos que al parecer el gremio correspondiente había decretado hacía unos minutos. Nos recomendaba relajarnos ya que sobrevolaríamos hasta poder aterrizar en unos veinte o treinta minutos. Suponía. (A Betty) Cómo que supone? No debería saberlo con certeza? Para algo es el piloto!
BETTY.- Calmate, Yoyi. Veinte minutos es una pavada. Tenemos tiempo de sobra. Qué hacés?
YOYI.- Voy a llamar a la azafata. Y si se prolonga más de treinta minutos? Tenemos hora para cenar a las 8.30.
BETTY.- No serán más de treinta minutos, supongo.
YOYI.- Eso supuso el piloto. (Al público) Cuando llegó la azafata yo me puse a gritar mientras ella me ofrecía un cafecito. (A la supuesta azafata) ME CAE MAL EL CAFÉ!
BETTY.- Yo me podría tomar una taza?
YOYI.- (En lo suyo) ESTO SUCEDE A MENUDO? CÓMO QUE CASI TODAS LAS NOCHES? QUE LE DICENLA HORA DELAMONTONAMIENTO? No nos avisaron nada!
BETTY.- No es culpa de la azafata, Yoyi. Bajá los decibeles.
YOYI.- (A ella) Es que deberían avisarte. Casi dos horas de vuelo y después treinta minutos de amontonamiento. No es joda. Así uno sabe cuánto tiempo va a estar en el aire, carajo.
BETTY.- Te va a dar acidez estomacal. Me la veo venir. (Se escucha ruido de avión en off. Yoyi mira su reloj)
YOYI.- Bueno, ya pasaron treinta y cinco minutos. Ojalá que el pelotudo pilotee mejor de lo que “supone”.
BETTY.- Da la sensación de que estamos descendiendo, querido.
YOYI.- Qué? Se ve el aeroparque?
BETTY.- No, Yoyi. Hay niebla.
YOYI.- No es niebla! SON NUBES! Las atraviesan todo el tiempo! Imaginate, más de treinta y cinco minutos. Y la azafata sin aparecer!
BETTY.- Por el clima sucede esto, Yoyi. Bah, eso me imagino.
YOYI.- NO HAY QUE IMAGINAR! BASTA CON MIRAR! Reservamos una mesa para las 8.30!
BETTY.- Te va a doler la úlcera. Deberías haber comido algo.
YOYI.- (Al público) Y en ese momento, el capitán informó que en esas condiciones era imposible aterrizar y que deberíamos seguir sentados un tiempo más. (A Betty) Pero qué es ésto? Esperamos, sobrevolamos y ahora esperamos sentados?
BETTY.- Te convendría calmarte. Aquí la señora de al lado dice que la última vez estuvieron dos horas y media sobrevolando…
YOYI.- Qué??? YA PASÓ ALGO ASÍ???
BETTY.- El tráfico, la niebla, las huelgas, los piquetes, los paros generales, las protestas… Vivimos en Argentina, Yoyi. Dijo la señora que calculaba que, sobrevolando, ya debía de haber envejecido por lo menos dos años.
YOYI.- O sea que a las 8.30 estaremos sobrevolando Puerto Madero!
BETTY.- Pero no importa, Yoyi. Comemos alguito en la habitación del hotel y listo. Mientras tanto, quisiera tomarme un café. (Al público) Llamé a la azafata y se lo pedí con mucha dulzura, como es mi costumbre. Pero ella me contestó secamente que el café se había terminado y que hiciera EL FAVOR DE TENER PACIENCIA!
YOYI.- (Al público) Allí comencé a gritar que haría la denuncia enla Aeronáutica! Nadie respondió a mis gritos. La noche había comenzado a caer y una luz tenue brillaba en el avión. (Ruido de avión en off. A Betty) Sabés qué hora es?
BETTY.- No me interesa.
YOYI.- Las 8. 40. Para cuando lleguemos y vayamos a un restaurante, van a ser las once y media. Si ceno tan tarde, no voy a poder dormir en toda la noche.
BETTY.- No te adelantes. Quizá no te pase nada.
YOYI.- Ah, sí. Tomémoslo con calma, Betty. Podríamos pasar el resto de nuestras putas vidas sobrevolando la puta ciudad. (Al público) Y allí, a pesar de que ya no quería escucharlo, habló de nuevo el capitán que anunció que, como no podíamos aterrizar en aeroparque, volaríamos a Rosario donde aterrizaríamos en su aeropuerto. (A Betty) A Rosario! A cuánto queda de aquí?
BETTY.- No lo sé, Yoyi. Cerca.
YOYI.- La puta que lo parió. Nos llevan a Rosario. A las nueve de la mañana yo tengo que estar en Buenos Aires y NOS LLEVAN A ROSARIO! (Al público) En el aeropuerto de Rosario, tiempo más tarde… QUILOMBO TOTAL! (A Betty) Betty mi amor, tomá los talones del equipaje. Andá a buscarlo mientras yo voy a averiguar si hay otro vuelo o algo. Nos vemos frente al kiosko de revistas.
BETTY.- Y si comemos algo primero?
YOYI.- NO HAY TIEMPO! Tengo que llegar a Buenos Aires!!!
BETTY.- Nos vemos frente al kiosko.
YOYI.- (Al público) Cuando fui a averiguar, me enteré que no había otros vuelos a Buenos Aires sencillamente porque Aeroparque estaba cerrado y que recién lo abrían a las siete de la mañana, teóricamente. Entonces llamé por teléfono a la estación de ómnibus. Mariano Moreno, se llama. Al pedo. Había huelga en el gremio y no salía ningún ómnibus a Buenos Aires. Al notar la desesperación en mi voz, una señorita sumamente grosera tuvo a bien informarme que en veinte minutos salía desde Rosario Norte el único y último tren del día de Rosario a Buenos Aires. (A Betty) Betty mi amor! Hay solamente un tren a Buenos Aires en veinte minutos! Dónde están las maletas?
BETTY.- No las encuentran.
YOYI.- Ojalá ese puto tren tenga un puto coche comedor. Qué no encuentran?
BETTY.- Las maletas.
YOYI.- Qué querés decir con eso?
BETTY.- Qué voy a querer decir, Yoyi. Más claro, imposible.
YOYI.- PERDIERON EL EQUIPAJE???
BETTY.- No me grites!
YOYI.- (En un susurro gritado) Perdieron el equipaje?
BETTY.- No. No lo encuentran, nada más.
YOYI.- Y si no lo encuentran más qué?
BETTY.- Entonces, lo perdieron.
YOYI.- (Al público) En la ventanilla de reclamos grité, me desgasté, casi me pongo a llorar. Decía: – Tengo que tomar el tren desde Rosario Norte en veinte minutos y me perdieron las maletas!
BETTY.- (Como a una ventanilla) Una azul grande y una gris chiquita.
YOYI.- Tenemos los talones! Qué dice? Que cómo son?
BETTY.- Una azul grande y una gris chiquita.
YOYI.- NO! NO LAS VIMOS, NO LAS VIMOS, NO LAS VIMOS. SI LAS HUBIÉSEMOS VISTO NO ESTARÍAMOS PREGUNTANDO, CARAJO!
BETTY.- Ponerse así de nervioso no sirve de nada, querido. Ellos solamente tratan de ayudarnos, mi amor.
YOYI.- Deberías haber traído la maleta chica con vos.
BETTY.- Vos me dijiste que se encargaran ellos.
YOYI.- Señor, comprenda. Son sólo dos maletas!
BETTY.- Una grande azul y una gris chiquita.
YOYI.- NO! NO LAS VIMOS SALIR, NO LAS VIMOS SALIR! Me voy a volver loco!
BETTY.- Sí, Yoyi. Te vas a volver loco. Tenés que calmarte.
YOYI.- Cómo voy a calmarme si sólo me preguntan boludeces? (Al de la ventanilla) Ah… que asumen la responsabilidad? Y a mí que mierda me importa su responsabilidad si no tengo mis camisas. Tengo una reunión mañana en Buenos Aires!
BETTY.- Sí, tiene una reunión importante a las nueve.
YOYI.- Para qué le repetís lo que yo digo?
BETTY.- Porque vos no escuchás nada. Aquí el señor, amablemente, nos ofrece quedarnos en Rosario, en un hotel y tomar el vuelo de mañana a las siete de la mañana.
YOYI.- Y si la niebla no se disipa? Y si de nuevo hay amontonamiento?
BETTY.- El señor no puede hacerse responsable de todo eso, Yoyi.
YOYI.- Ya veo. Ni siquiera de nuestro equipaje!
BETTY.- Sabe qué pasa, señor? Mi marido tiene úlcera y el remedio está…
YOYI.- Vámonos de aquí! Si mi equipaje no llega al hotel del Centro Naval en Córdoba y Florida mañana a la mañana, sus abogados tendrán noticias mías. Anote mi nombre: Jorge Arriaga. De Mendoza. Anotó? Vamos. Ya no tenemos más tiempo. Primero pierden mi equipaje y luego… Si no tengo noticias de ustedes… ustedes… tendrán noticias mías! Taxi! Taxi! Necesitamos llegar en quince minutos a Rosario Norte. Qué? Queda a media hora? Usted llévenos en quince minutos. No pierda tiempo en explicarme nada. Increíble. Increíble. No te procupes, Betty. Llegaremos bien.
BETTY.- No estoy preocupada.
YOYI.- Yo sí. (Al público) Estuvimos en media hora. Bajamos. El tren estaba atrasado. El taxista no tenía cambio. Le tuve que dejar el vuelto. Prometió mandármelo a Mendoza. Tomó la dirección y todo. Corrimos. Nos subimos al tren. Uno detenido que estaban barriendo. El señor que barría nos dijo que el que iba a Buenos Aires era el del andén contiguo que acababa de partir. Lo perdimos. Nos acercamos a la ventanilla. No había otro tren. Pero nos dijo el señor de la ventanilla que podíamos tomar un taxi hasta Empalme Villa Constitución o no sé cómo se llamaba el lugar y que allí podríamos tomarlo pues se detenía por unos minutos. Busqué a Betty que en ese momento había corrido hacia el baño de señoras. Llegué al baño. No podía entrar. Le pedí a una mujer que limpiaba que me trajera urgente a mi mujer que acababa de entrar al servicio. Mientras esperaba, apareció Betty que se había detenido en el kiosko para comprar pastillas antes de entrar al baño, mientras observábamos cómo la señora de la limpieza arrastraba hacia fuera del baño a otra señora que había entrado al baño y gritaba como una loca. Corrimos mientras yo le gritaba a la señora de la limpieza: – Métala de nuevo, métala de nuevo, lo siento! Tomamos el mismo taxi. No recuerdo en cuanto nos llevó. Nos cobró una fortuna. Cuando llegamos, el tren nos estaba esperando.
BETTY.- Necesito ir al baño y comer algo, Yoyi.
YOYI.- Recorrimos el tren. Estaba abarrotado de gente. Me acerqué al guarda. Pregunté si no quedaban asientos libres. El guarda me miró y rió a carcajadas el guacho. – Y algo en primera clase? – pregunté. – Se lo pago, le pago lo que sea! Me dijo que el tren iba vacío durante toda la semana salvo cuando había niebla en Buenos Aires o paro en aeroparque o piquetes en los aeropuertos. Es claro… Quién mierda iba a viajar en ese tren pedorro que era el único que quedaba en el país? Pero me prometió, luego de que ocupáramos el baño y el coche comedor, que por el doble nos daría un par de asientos. Cuando Betty salió del baño preguntó:
BETTY.- Qué dijo el señor? Tiene coche comedor?
YOYI.- El señor dijo solamente que en otro vagón vendían sandwiches.
BETTY.- Vamos, Yoyi, me muero de hambre. Vos también tenés que comer algo.
YOYI.- (Al público) Tuvimos que hacer una cola infernal que llegaba al final del tren. (Se toca el estómago)
BETTY.- Te duele, Yoyi?
YOYI.- Es un dolorcito sin importancia. Ya sé, no me lo digas: Deberíamos haber comido en el avión.
BETTY.- No iba a decirte eso.
YOYI.- (Al público) Esperamos dos horas. Pedimos el menú. Sólo tenían sandwiches de mortadela y bebidas.
BETTY.- (Mirando hacia adelante) Señor: A mi marido le caen mal los sandwiches de mortadela.
YOYI.- (Al público) Dijeron que, en ese caso, tenían galletas y aceitunas verdes. Nada más. No esperaban que viajara tanta gente en el tren esa noche. Pedí galletas para mí y un sandwich para Betty.
BETTY.- (Mirando para adelante) Y un café y un vaso de leche.
YOYI.- (Al público) Dijeron que ni café ni leche. Jugo ordinario pero no frío. Bah, pis. Decidimos no tomar nada. (A Betty) Pensar que te dije que te iba a llevar a uno de los mejores restaurantes de Buenos Aires, y terminás comiendo un sandwich pedorro sin nada para beber.
BETTY.- No tiene importancia, Yoyi.
YOYI.- Mirá, no te culparía si me dejaras por ésto. Mirá lo que te digo.
BETTY.- Pero yo no voy a dejarte, Yoyi.
YOYI.- (Al público) Llegamos a Retiro. (A Betty) Si te digo que me tragué algo duro con las galletas, es verdad. Me va a destrozar el estómago.
BETTY.- Estás sin comer ni dormir, querido. Cómo no te vas a sentir mal? Vamos. Vamos a tomar un taxi al hotel.
YOYI.- Los voy a demandar a todos! (Al público) Cruzamos la estación. Estaba repleta de gente. (Hacia adelante) Disculpe, la parada de taxis? Ah, pasando la puerta. Okey. Qué? QUÉ???
BETTY.- Qué pasa, Yoyi?
YOYI.- No hay taxis.
BETTY.- Por qué no?
YOYI.- Porque están en huelga.
BETTY.- Los taxis?
YOYI.- Los taxis, el subte, los ómnibus, todos los medios de transporte. Y los basureros también.
BETTY.- No te dijeron cómo se traslada la gente?
YOYI.- Camina, Betty, camina!
BETTY.- Estamos lejos del hotel?
YOYI.- Qué sé yo. Si remontamos Córdoba, unas ocho cuadras. Pero cómo puede haber huelga de transporte en una ciudad así, con distancias tan largas?
BETTY.- Evidentemente, puede, Yoyi. Vamos a caminar.
YOYI.- Nunca oí algo semejante, mirá! (Al público) Salimos y… (Se escucha efecto de lluvia torrencial) … llovía a cántaros. (A Betty) No te preocupes. A lo mejor para pronto.
BETTY.- No me preocupo, Yoyi.
YOYI.- No. Son más de las tres de la mañana. No creo que pare.
BETTY.- Nunca?
YOYI.- Si nos quedamos aquí toda la noche sin comer ni dormir no voy a poder llegar a la entrevista.
BETTY.- No me importa mojarme un poco. Vamos. Hacia dónde está?
YOYI.- Hacia allá.
BETTY.- Bueno, vamos.
YOYI.- Sí. Vamos! Dios. Está lloviendo más tupido. (Al público) Corrimos bajo la lluvia intensa. Ustedes saben lo que puede ser correr por Retiro de noche. Imagínense bajo la lluvia intensa. Nos perdimos y nos volvimos a perder. No encontrábamos la iniciación de Avenida Córdoba. Buenos Aires era a esa hora un oscuro depósito de basura. Cruzábamos las calles bajo la lluvia. Oscuras calles repletas de basura. Nos resguardamos bajo una recova.
BETTY.- No corras. Tengo los tobillos frágiles.
YOYI.- Cuanto más pronto lleguemos, menos mojados estaremos, mi amor.
BETTY.- Nunca ví tanta basura junta, Yoyi.
YOYI.- Están en huelga. No siempre es así. Córdoba es una de las avenidas más limpias del mundo.
BETTY.- Quién limpiará todo esto?
YOYI.- Bueno, Betty, dejá de preocuparte por la basura. Vamos!
BETTY.- Es que no puedo…
YOYI.- Y ahora qué te pasa?
BETTY.- Pisé una botella y me rompí el taco alto.
YOYI.- Cómo pudo pasarte algo así?
BETTY.- Así de simple: Pisé una botella y me rompí el taco alto.
YOYI.- Y no podés caminar?
BETTY.- Sí. Pero despacio. Ya sabés que tengo los tobillos frágiles.
YOYI.- (Al público) Sí. Ella tiene los tobillos frágiles. Llegamos al hotel. Hechos sopa.
BETTY.- No quiero quejarme, querido. Pero se me tuercen los tobillos al caminar.
YOYI.- Apretá los dedos de los pies contra la suela! (Al público) Les dije que llegamos al hotel? Qué espectáculo deprimente. Un mundo de gente durmiendo en la recepción, en el lobby, en el salón comedor, en los sillones, en el piso, en los ascensores. Qué mierda pasaba? (Mira hacia adelante) Somos el Sr. yla Sra. Arriaga, de Mendoza. Al fin llegamos. Cómo si reservé un cuarto? Me lo reservó Telefé. Parece que el hotel está bastante lleno, no? Ah, claro. Es lo mínimo que pueden hacer. Cómo dice? Ah, claro. La gente no puede volver por la huelga y los hoteles están atestados…
BETTY.- Qué amables, de verdad!
YOYI.- Ahora espero que tenga una camita seca y cómoda para nosotros.
BETTY.- Y que haya una farmacia cerca. Necesito venda para los tobillos.
YOYI.- Qué dice? Que la reserva era para el 17 y que hoy es el 18 de madrugada? No me diga que no nos guardaron el cuarto. Qué dice allí? Que debían reservarlo hasta las diez de la noche y que ahora son casi las cuatro de la madrugada? No, claro, no llamamos ni enviamos un mail. No pudimos, señor. Estuvimos dando vueltas. Mi intención era llegar a las ocho de la noche. No pensé que aterrizaríamos en Rosario y luego tendríamos que viajar en un tren como ganado hasta Retiro para después caminar hasta aquí en medio de un sunami. Betty: Decile al señor que eso hicimos.
BETTY.- Así mismo fue, señor.
YOYI.- YA SÉ QUE NADIE ESPERABA ESTA HUELGA GENERAL. YA SÉ QUE NO MANDAMOS UN MAIL NI LLAMAMOS POR TELÉFONO! No me lo repita, la puta madre. No ve que estoy chorreando agua aquí en el vestíbulo de este hotel pedorro. Mi mujer está temblando y tiene los tobillos frágiles. Si no me da un cuarto, estarán en mi lista de demandados, carajo! Claro que espero. Adónde voy a ir? No tengo ningún programa y mi mujer está muy mal. Decíselo, Betty!
BETTY.- Estoy muy mal. Y él no tiene ningún programa.
YOYI.- Vaya a saber qué mierda fue a buscar. Pero vos no te preocupes, nos van a dar un cuarto.
BETTY.- Ojalá.
YOYI.- (Al público) El recepcionista volvió y explicó que había hablado con el señor Bruzzi o Bruzzico o Burzaco, el ayudante del gerente, que lamentaban mucho el malentendido, pero por desgracia no tenían cuartos disponibles. (Hacia adelante) Muy bien. Muy bien! Escriba su nombre completo y el del señor… Bruzzi, Bulzico o Bulzco o como mierda se llame en un papel. Los necesito para el juicio que les voy a hacer. A todos: Ala Aeronáutica, a los responsables de ese tren de porquería, a ustedes. Ella es mi esposa. Es testigo de todo. (Ella sonríe) Betty: Cuando termine de anotar sus nombres, firmá abajo y poné fecha y hora. Puede que no sea de esta ciudad… pero se metieron con la persona equivocada. No saben lo que les espera.
BETTY.- Pero Yoyi, escuchá lo que dice el señor. Dice que en el cuatro 819 hay dos pilotos de avión que se van a las siete de la mañana. Que puede darnos ese cuarto gratis.
YOYI.- Lo escuché. LO ESCUCHÉ! Me secaría recién a las ocho de la mañana. Los demandaré por un millón de pesos. Vamos.
BETTY.- Adónde? Qué vamos a hacer?
YOYI.- Vení! (Al público) Nos metimos en el hueco de la escalera. Pregunté desesperado: Betty, qué vamos a hacer?
BETTY.- Por qué te quisiste ir si después no te la bancás?
YOYI.- Para que alguien vea que hablo en serio! No nos pueden tratar así, puta madre!
BETTY.- Bueno, Yoyi, la verdad es que deberíamos haber llamado o haber enviado un telegrama.
YOYI.- Pero cómo podés estar chorreando agua en el hueco de la escalera sin tu taco alto ni el equipaje y CULPARME A MÍ PORQUE NO TENEMOS UN CUARTO???
BETTY.- No es tu culpa, Yoyi. Sólo sugiero que nos quedemos en el vestíbulo hasta las siete y aceptemos el cuarto de los pilotos que se van a esa hora. O acaso ves otra salida?
YOYI.- (Al público) En ese momento el recepcionista gritó mi nombre. Corrimos a la recepción. Él esperaba con el tubo del teléfono en su mano. Me llamaban desde el aeropuerto de Rosario. Habían encontrado nuestro equipaje. Las maletas estaban en… (Grita) MENDOZA!
BETTY.- Yoyi, por favor, no grites. Vas a despertar a toda esta gente dormida en el lobby.
YOYI.- Pero podés creer? Nuestras maletas fueron las últimas en ingresar en el aeropuerto en Mendoza y NO LAS SUBIERON AL AVIÓN! (Ha gritado en un susurro) Me avisaban que las mandarán al hotel antes de las 8. Le dije a ese tipo desagradable que me hablaba como si me hiciera un favor que esperaba que las maletas disfrutaran más que yo viajando, ya que cuando llegaran yo no estaría en este hotel porque MI CUARTO se lo habían dado a otra persona, por lo que IBA A DEMANDAR A TODO EL MUNDO ANTELA CORTE SUPREMA! La gran puta, Betty! Quiero mis maletas YA MISMO y las quiero AQUÍ y no donde estaba antes de que no me llevaran a destino! Vos tenés que testificar este mal trato.
BETTY.- Yo soy testigo de todo, Yoyi.
YOYI.- Ya vas a ver. Un amigo que juega golf con tu hermano tiene conexiones conla Aeronáutica. Losvoy a demandar a todos. Recibirán telegramas, cartas documento, facturas, tickets, lo que haga falta para probar lo que está sufriendo un enfermo del estómago que tiene su remedio en su maleta que en este momento está en Mendoza. Y también el sufrimiento de una pobre mujer de tobillos frágiles que ha tenido que atravesar toda una tormenta de basura en Buenos Aires para llegar a un hotel donde no tiene ni una cama donde descansar! Si algo nos pasa, compadezco a usted, señor recepcionista, al señor Bruzzaco o como mierda se llame, al gerente general y al mismo dueño de este hotel de porquería con olor a humedad y a pedo.
BETTY.- Pero él dijo que nos podíamos quedar en la oficina hasta las 7, hasta que se fueran los pilotos de avión.
YOYI.- QUE SE METAN EN EL CULOLA OFICINA! Tiene que haber un cuarto en algún lugar de la ciudad. No te preocupes, voy a solucionar todo. Tenés una moneda?
BETTY.- Todo lo tengo en la maleta gris, Yoyi.
YOYI.- (Al público) Y allí apareció una mujer bastante vulgar, por no aventurarme a decir que era de las que ejercían el oficio más antiguo del mundo que nos dijo:
BETTY.- (Como la prostituta) Es mejor que se ahorren dinero y esfuerzo. Ustedes no son de aquí, no? (Yoyi se sienta y mira a su costado donde se supone que està su mujer, asintiendo, mientras escucha a la prosti) Escuché que son de Mendoza. Y necesitan un cuarto por una noche, verdad? Miren, un amigo mío tiene un hotelito a dos cuadras de aquí. No es de lujo, pero limpio. Si quieren un cuarto les va a costar cien.
YOYI.- (A su mujer que supuestamente està junto a èl) Cien pesos un cuarto. No es caro.
BETTY.- (Como la prostituta) Los cien son para mí. El cuarto cuesta ciento cincuenta. Me dan primero mis cien pesos y yo misma los llevo al Hotel Gralor – por Graciela y Lorenzo, vieron?, los hijos de mi amigo – y le dicen al de la recepción que yo los he llevado. Me llamo Brenda. Mejor los acompaño. Tengo un paraguas para que no se mojen. Vamos?
YOYI.- (Al público) Le dí los cien pesos, salimos. A la cuadra de haber caminado bajo la lluvia, nos asaltó con un revólver la hija de puta. Y no sólo eso. Se le unió el supuesto dueño del hotelito. Me pidieron el rollo de billetes que tenía en el bolsillo. Betty no pudo abandonar su condición de pelotuda. Asustada gritaba:
BETTY.- Dales todo, Yoyi. No quiero aparecer muerta en una calle de Buenos Aires, aunque sea de madrugada, que es la hora en que mueren los que saben morir. Dales todo, por favor. Dales también la billetera que tenés en el bolsillo del saco!
YOYI.- Qué pelotuda! Por qué mierda no se calló la boca?
BETTY.- No le peguen, por favor! Es un pobre enfermo!
YOYI.- No soy ningún enfermo!
BETTY.- Estás enfermo, Yoyi, no lo niegues…
YOYI.- Es apenas una úlcera común y corriente. (Al público) Y comenzamos a caminar, ahora sin el dinero y bajo el agua, sin darnos vuelta, después de pedir inútilmente que nos dejaran algo de dinero para comer algo. No, era inútil. Había que caminar.
BETTY.- Nos asaltaron, Yoyi! Nos asaltaron! No nos mataron de casualidad!
YOYI.- Por qué tuviste que decirles lo de la billetera?
BETTY.- Preferirías que te encontraran muerto en una calle de Buenos Aires habiendo dejado en Mendoza a tus hijos y a tus nietos?
YOYI.- Sabés cuánto me queda en el bolsillo? Cincuenta centavos! Veinticinco centavos per cápita gracias a haber abierto tu bocaza!
BETTY.- Pero estamos vivos, no? Estoy temblando de pies a cabeza, mirá. Necesito tomar algo fuerte!
YOYI.- Y con qué? Con cincuenta centavos? Haceme el favor. Hay miles de policías en Buenos Aires, eso se supone. Y ninguno sale cuando llueve? No se puede creer! Mierda! Me robaron la tarjeta, también. Tenemos que hacer el reclamo de pérdida o robo! Pero cómo?
BETTY.- Yo tengo el celular en mi cartera. Cuál era el número?
YOYI.- Está en la agenda del celular.
BETTY.- Ah, sí. Aquí está. Ahí llama. Ah, señorita, me acaban de robar la tarjeta de crédito. Sí. Sí. Y no puedo decirle el número de la tarjeta, señorita. Si nos la robaron. Nos la robaron en plena calle, bajo la lluvia, fíjese qué tragedia. Cómo? El documento del titular? Sí, ya se lo doy. Cómo era tu documento, Yoyi?
YOYI.- Sí, repetí…
BETTY.- Ay, Yoyi, no! Me quedé sin crédito. Se cortó la comunicación. Necesito ponerle una tarjeta…
YOYI.- Y dónde mierda te parece que podemos comprar una tarjeta ahora? Me cago en la mierda, carajo! Vamos a buscar una comisaría. (Al público) Sí. Bajo la lluvia buscamos la comisaría más próxima. Al parecer, esa madrugada, todas las comisarías eran un verdadero loquero. Gente robada, gente violada, prostitutas, rateros, padres de familia con hijos perdidos, vendedoras de Avón, lo que puedan imaginarse. El agente de la recepción parecía estar en las nubes. No oir ni ver nada. Momia. (Hacia adelante) Disculpe, no? Mi mujer y yo no somos de aquí. Recién llegamos a Buenos Aires, nos asaltaron y… (Al público) Sonaba el teléfono. El agente recepcionista nos dijo que esperáramos. Después nos comunicó que los basureros habían levantado la huelga. Como si a nosotros nos importara. Ya mi mujer se había roto el taco alto del zapato. Pero, eso sí, nos comunicó también que ahora estaban de huelga los repartidores de leche. Yo seguía diciendo… “Nos asaltaron, sabe?” mientras mi mujer preguntaba…
BETTY.- (Hacia adelante) Los chicos no tendrán leche? Qué crueldad!
YOYI.- Y yo insistía: “Nos asaltaron a una cuadra del Centro Naval” Y mi mujer agregaba.
BETTY.- Una mujer armada. Podría habernos matado. Una tragedia, una verdadera tragedia, señor.
YOYI.- (Al público) El recepcionista nos preguntó nombre y apellido. Le dije que no se los había preguntado.
BETTY.- El señor nos pregunta por nuestros nombres. Jorge y Beatriz Arriaga, de Mendoza. Pero a mí puede llamarme Betty y a él todos le decimos Yoyi. Es una historia que viene desde que él era chiquitito y le preguntaban, “Cómo te llamás, Jorgito?” y él contestaba “Yoyi”. Esas cosas que pasan con los chicos, se da cuenta?
YOYI.- (Al público) Nos preguntó dónde nos hospedábamos. Me ví obligado a decirle que en ningún lugar, lo que nos convertía en cartoneros, prácticamente.
BETTY.- (Hacia adelante) Señor… Ni los hospitales tendrán leche? No le parece una atrocidad?
YOYI.- Terminala con la leche, Betty! (Al público) El agente me preguntó si no habíamos hecho una reservación. Le conté que nuestro avión había aterrizado en Rosario y que cuando llegamos a Buenos Aires, luego de una odisea en un tren de mierda, les habían dado el cuarto a otra persona. Que lógicamente no habíamos podido ni mandar un mail ni llamar por teléfono, aunque obvié decir que Betty tenía un celular que a esa altura no servía para nada. Que a esa altura ya sabíamos que no existía el famoso hotel Gralor. Me preguntó por qué habíamos ido. Le dije que NO SABÍAMOS QUE NO EXISTÍA, CARAJO. Que nos habíamos dado cuenta cuando la asaltante y su pareja nos habían robado todo el dinero. El agente nos hizo firmar un formulario y nos dijo que fuéramos a hablar con el Capitán Malatesta. Un formulario. Para qué mierda firmar un formulario!
BETTY.- Dale, firmá el formulario, sí mi amor?
YOYI.- No quiero! Quiero mi plata! Dónde está el Capitán Malatesta? Por qué nadie nos ayuda?
BETTY.- Lo firmo yo, querido?
YOYI.- No! No quiero que lo firmes! No quiero que firmes nada! Dónde está el Capitán Malatesta. (Al público) El tipo me mandó a la segunda puerta del pasillo, oficina del Capitán Malatesta, que llegaba a las once de la mañana. (Hacia adelante) CÓMO A LAS ONCE DELA MAÑANA? QUIERO QUE SE OCUPE AHORA! Mientras tanto una mujer gritaba que era la tercera vez que le robaban la cartera justo en la puerta de la comisaría y que quería que esta vez se la recuperaran. Se lo dije bien clarito: – En cuanto se ocupen de MI ROBO, señora, se ocuparán de su cartera. No se me adelante que yo estoy primero. Y pregunté al agente: – Hay alguien más a quien pueda ver? Pero me dijo que todos los policías estaban muy ocupados y empezó a atender a la mujer de la cartera. Entonces le pregunté su nombre y lo anoté. Para mi lista de demandas. El agente nos sugirió que fuéramos al Cuartel de Bomberos. Parece ser que la guardia nacional había puesto allí unos catres militares y que convidaban café con rosquitas.
BETTY.- Perfecto, Yoyi. Todo solucionado. Adoro las rosquitas.
YOYI.- No quiero café ni rosquitas. Quiero mi plata. (Al público) La policía nos llevó en un móvil al Cuartel de Bomberos, luego de que mi mujer discutiera con la señora que denunciaba el robo de su cartera en una discusión de sordos. Ambas se referían a la mujer delincuente como si hubiera sido la misma. – Era una mujer altísima – decía la mujer. – La nuestra era baja – decía Betty. – ERA ALTÍSIMA – gritaba la mujer. BETTY.- ERA BAJA!
YOYI.- Gritaba Betty. ERA ALTÌSIMA – gritaba la mujer.
BETTY.- ERA BAJA!
YOYI.- Gritaba Betty. Como fuere la cosa, subimos al auto (Se suben a un supuesto auto) y mientras yo me dormía Betty me decía:
BETTY.- A lo mejor era alta. Uno no puede descubrir la altura con un taco roto. No te parece? (Yoyi se duerme en su hombro) No te duermas sin comer antes, Yoyi. De otro modo… a lo mejor no despertás nunca, querido. Lo que pasa es que no hemos comido ni dormido desde ayer a la mañana. Hace veinticuatro horas que estamos metidos en este viaje maravilloso.
YOYI.- (Al público) Pero en mitad del camino llamaron por radio y hubo cambio de planes y nos querían obligar a bajarnos del auto de la policía porque tenían un asalto a una despensa importante que tenían que proteger.
BETTY.- No nos van a llevar al cuartel? Y el café y las rosquitas?
YOYI.- Dicen que está a ocho cuadras de aquí.
BETTY.- Y no nos pueden llevar primero?
YOYI.- Pero no escuchaste? Dicen que tenemos que cooperar, que no tienen muchos patrulleros.
BETTY.- Pero vos cómo vas a hacer, Yoyi? Estás casi dormido. En fin, no hay mal que por bien no venga, porque si te dormías… Vamos, vamos, hay que bajar. El señor dice que tenemos que movernos. Bah, fue grosero, dijo que hay que mover el culo, pero yo no quería repetirlo tal cual. Tenés que despertarte, mi vida. Hay que caminar unas cuadritas, amor mío. Hay un asalto, viste?
YOYI.- No pueden atrapar más tarde a los asaltantes?
BETTY.- No discutas, Yoyi. Vamos, hay que cooperar con las fuerzas del orden.
YOYI.- Dónde estamos? La policía tiene el deber de protegernos y trasladarnos.
BETTY.- El oficial sabe lo que hace, querido!
YOYI.- No me van a tener de aquí para allá como a mis maletas. No pienso bajarme del auto. (Al público) Ante tan firme aseveración, arrancaron los hijos de puta. Arrancaron a los santos pedos, echando putas por Palermo viejo. Y con Betty pudimos ser los protagonistas cagados de la más feroz resistencia que hubiésemos podido vivir en un asalto a una despensa de la gran ciudad, (Se escucha la sirena policial que se va perdiendo) envueltos en el sonido electrizante de la sirena policial. Detuvieron el auto. Al parecer habían logrado ubicarlos. Se bajaron del coche para capturarlos. Eran las cinco de la madrugada y nosotros esperábamos en el móvil policial que los policías trajeran esposados a los delincuentes. Ya no podría dormir, ya no llegaría a la entrevista. Pero los que subieron al auto después de reducir a los policías fueron los malhechores.
BETTY.- Dios santo, Yoyi. Nos están secuestrando!
YOYI.- (Al público) Nos amenazaron con un revólver. Era la segunda vez en la noche que lo hacían. De nada sirvió que tratáramos de explicarles la situación. Ellos seguían corriendo en el auto con la sirena a todo lo que daba.
BETTY.- Tenemos familia en Mendoza, chicos. Y mi marido no se siente nada bien. Es un hombre muy enfermo.
YOYI.- (Al público) Nos tiraron en los bosques de Palermo a las cinco y cuarto de la madrugada y se fueron. Los dos solos en la oscuridad total. (Las luces han bajado. Ellos estàn iluminados por un cìrculo de luz celeste, espalda contra espalda. Pausa. A ella) Betty, oíme.
BETTY.- No quiero discutir, Yoyi.
YOYI.- No me vas a echar la culpa de esto que nos ha pasado, supongo.
BETTY.- Está bien. No voy a echarte la culpa, pero no quiero discutir. Al bajar del auto perdí el otro zapato y ahora acaba de pisarlo ese auto que pasó…
YOYI.- … ya veo, sí. Echando putas.
BETTY.- No importa. Voy a caminar descalza.
YOYI.- No te lo aconsejo aquí. Podrías pisar algo filoso y herirte.
BETTY.- Ya lo pisé.
YOYI.- Algo filoso?
BETTY.- Creo que sí. Algo así como el borde de una lata. Mirame. Me sale sangre?
YOYI.- Un poquito.
BETTY.- Dios mío. Me voy a morir de tétanos.
YOYI.- Eso no es lo importante. Quiero decir: Tenemos que irnos, pero no podés caminar así. Es claro, si pudiera volaría, mi amor. Pero lo que pasa es que hay niebla en Buenos Aires.
BETTY.- Dejate de ese sarcasmo pelotudo, Yoyi… Me duele el pie.
YOYI.- Está bien. Te hago upa.
BETTY.- No. A upa no, Yoyi. (Èl la alza en sus brazos)
YOYI.- (Haciendo un esfuerzo sobrehumano) Tengo que llevarte a un hospital. Seguro que están en huelga, pero no importa. Yo te llevo lo mismo. Soy responsable de vos.
BETTY.- Es que sos un hombre débil y te vas a desmayar. Hace horas que no probás bocado.
YOYI.- Vos tampoco, no pesás mucho. No te preocupes.
BETTY.- No me preocupo, Yoyi. No dije que estuviera preocupada. Pero por favor, bajame.
YOYI.- Tenemos que llegar al Cuartel de Bomberos, que esperemos que no se haya incendiado. Tenemos que dormir un poco porque tengo una entrevista a las nueve y…
BETTY.- (Grita) Te vas a herniar, carajo! Ya tenés una úlcera, es que querés reventar?
YOYI.- Está bien. Te bajo. (La baja) Te bajo. Te bajo y me acuesto. Cinco minutos. Vamos a descansar cinco minutos. Debajo de este árbol, Betty… Debajo de…
BETTY.- YOYI, ES PELIGROSO QUEDARNOS AQUÍ.
YOYI.- Para nada, Betty. Para nada. Es el menor peligro que corremos. Salvo que nos pique algún bicho. Vení. Tratemos de dormir.
BETTY.- Bueno. Buenas noches… Yoyi. (LAS LUCES BAJAN. ENLA BANDA SONORASONIDO DE PAJAROS LUEGO DE UN SILENCIO. SUBEN LAS LUCES. ESTÁ ÉL SOLO)
YOYI.- Cuando me desperté estaba solo. Me dolia el cuello, me dolía la espalda. Me dolía todo el cuerpo, en realidad. (Mira hacia los lados) Dónde estás, Betty? Dónde estás, querida? Betty, dónde te metiste? (Corre por toda la sala) BETTY!!! (Desde un lateral entra Betty y se sienta)
BETTY.- A desayunar! Encontré una golosina en un banco! (Él vuelve y se sienta junto a ella) Fuera, fuera, perrito. No puedo darte este turrón aunque tengas hambre. Es NUESTRO desayuno.
YOYI.- Soltá eso. Soltá eso, perrito. SOLTALO, PERRO DE MIERDA, no me vas a quitar lo que es nuestro. Ah, te asustaste! Bien. Ya es todo nuestro. Cómo tenés el pie?
BETTY.- Mejor. Comelo, Yoyi. Lo necesitás.
YOYI.- Estará bueno? Estaba en un banco, lo lamió el perro… No sé…
BETTY.- Seguro que sí. Mirá, tiene dextrosa, miel de maíz y niacina. Pura energía, Yoyi. Y vos necesitás energías. Sos…
YOYI.- Soy un hombre sano. No empieces.
BETTY.- Sos un hombre que va a tener una entrevista, querido. Necesitás estar bien. Vamos, lo compartimos, eh? Tomá.
YOYI.- Gracias. (Ambos comen una barrita de cereal) Hoy podrías haber tomado el desayuno en la cama, jugo de naranjas, medialunas, tostadas con manteca y mermelada y una gran taza de café caliente. En cambio, estás desayunando una golosina probablemente rancia que dejó un perro en un banco de los bosques de Palermo a las… Che, dónde está mi reloj?
BETTY.- No te pongas nervioso.
YOYI.- No estoy nervioso. Pero dónde está?
BETTY.- Fue todo tan rápido.
YOYI.- Qué cosa fue rápida?
BETTY.- Dijiste que no te pondrías nervioso, querido.
YOYI.- Lo dije antes de que empezaras a hablar. Tu tono es terriblemente presagioso. Dónde está mi reloj?
BETTY.- Se lo dí a uno de los travestis esos que nos rodeaban mientras dormías.
YOYI.- Le diste mi reloj de dos mil pesos a un hombre vestido de mujer? Por qué?
BETTY.- Porque parecía tener un cuchillo, Yoyi. Bueno, a lo mejor no era un cuchillo sino un… bueno, uno de esos juguetes sexuales que usan los que… ay, no sé, Yoyi, todo fue tan rápido y… y él o ella, qué se yo, no nos dejaba en paz.
YOYI.- Y por qué no me despertaste?
BETTY.- No quería que te apuñalara. Digo, si era un cuchillo. Tampoco quería que te hiciera otra cosa… Me pone nerviosa hablar de esto, Yoyi.
YOYI.- Querés decir que me asaltaron mientras dormía?
BETTY.- Sí, algo así.
YOYI.- Un travesti?
BETTY.- Sí.
YOYI.- Con un cuchillo?
BETTY.- Bueno, yo pensé que era un cuchillo o… algo fálico.
YOYI.- MIERDA!
BETTY.- La plata te la robó una mujer con un paraguas y eso no lo cuestionaste. Por qué discriminás?
YOYI.- No te pidió dinero? Digo, el travesti.
BETTY.- No dijo nada. Agarró el reloj… y huyó.
YOYI.- No te pidió plata, ni siquiera el reloj… y vos se lo diste.
BETTY.- Se lo dí, se lo dí… Parecía gustarle. Lo tomó y yo no tenía otra salida. Tenía un cuchillo.
YOYI.- Le viste el cuchillo?
BETTY.- Nadie te asalta en la oscuridad de los bosques de Palermo a las cinco de la madrugada, vestido de mujer, a menos que tenga un cuchillo, no?
YOYI.- Nunca me puse a pensarlo. (Al público) Sería un cuchillo?
BETTY.- Comé, comé esa porquería. Tenés una entrevista en el canal a las nueve.
YOYI.- Ni siquiera voy a saber cuando sean las nueve.
BETTY.- Lo siento, Yoyi. Estoy avergonzada, irritable, tengo ganas de llorar. Debe ser el cansancio que me ha provocado este viaje maravilloso ala Capital. Peroahora se me ocurrió algo. Podríamos ir ala Sociedadde Ayuda al Viajero.
YOYI.- Cuál viajero?
BETTY.- Cualquiera. Una vez leí que existía. Le prestan dinero a turistas en dificultades. Averigüemos adónde queda, qué te parece? Qué te parece la idea? Qué te parece, querido, por qué no me contestás?
YOYI.- Porque acabo de romperme un diente con la puta golosina.
BETTY.- Con la golosina? A ver… dejame verte.
YOYI.- No. Es uno de los de adelante. Ya ni sonreír puedo.
BETTY.- Quizá no se haya roto.
YOYI.- ESTOY SEGURO! LO TENGO ROTO!
BETTY.- A ver, mostrame. (El le muestra) Quizá no… Pero sí. Se te rompió.
YOYI.- Se acabó. Yo no puedo más. Aunque tuviera dinero y me afeitara, nunca me darían ese puesto si ni pudiera esbozar siquiera una… leve sonrisa.
BETTY.- Un dentista te lo podría arreglar, amor mío.
YOYI.- Por cincuenta centavos?
BETTY.- Recurramos ala Sociedadde Ayuda al Viajero…
YOYI.- NO ARREGLAN DIENTES!
BETTY.- Bueno, bueno. Era una sugerencia, nomás.
YOYI.- Estoy bien cagado. No me van a contratar ni en ese canal ni en una mísera acequia de Mendoza. Creés que van a contratar a un tipo que viene del interior, que no puede sonreír y que pierde aire por su diente roto? Ni soñarlo. Perfecto. Se acabó la expectativa. Ahora vamos. Mirá, sale el sol. Deben ser cerca de las siete y media. Nunca lo voy a lograr.
BETTY.- Todavía hay tiempo. No te des por vencido ni aún vencido. Almafuerte! Escuchá un poco. Alguien está llorando? Parece una criatura. Ay, sí. Es un chiquito. Mirá, está en ese banco, llorando. Está solo. Quizá se perdió.
YOYI.- Quizá no se perdió y solamente está solo.
BETTY.- Y por qué llora? No estaría llorando, Yoyi. Mi deber es averiguarlo, no podría dormir esta noche, mirá, si no lo averiguara.
YOYI.- Averigualo, averigualo, que no te soportaría otra noche sin dormir.
BETTY.- Aquí estoy, tesoro. Por qué llorás, mi vida? Dónde están tus papás? Es oriental, Yoyi. Japonés, o chino…
YOYI.- O coreano.
BETTY.- Parece que no habla castellano, Yoyi, mirá que tragedia.
YOYI.- Bueno, Betty. Tendrá que esperar a que pase algún oriental que hable su idioma. No nos metamos, Betty…
BETTY.- Está hambriento y atemorizado… Tenemos que hacer algo.
YOYI.- Cómo sabés que está hambriento? Te lo dijo?
BETTY.- No podemos dejarlo solito. Por qué no hacés algo por él?
YOYI.- Qué podría hacer con cincuenta centavos en los bolsillos y un turrón podrido que le quité a un perro en el estómago por todo alimento y que, además, me rompió el diente.
BETTY.- Ves? Ya te has convertido en un porteño más. Egoísta y sin sensibilidad social. Andate vos a tu entrevista. Yo me voy a quedar con el chico hasta que aparezca alguien.
YOYI.- Ya que querés comprarle algo para comer, por qué no te fijás si tiene algo de plata?
BETTY.- Plata?
YOYI.- Digo, en los bolsillos. Tal vez con ese dinero podremos comprar una tarjeta para tu celular y así hacer una llamada a Ayuda al Viajero para que nos ayuden. A ver, me voy a encargar yo de él. (Al público) Y lo llevé tras unos arbustos para revisarle los bolsillos. Y en ese momento el mundo se dio vuelta. Apareció una gorda infame gritando como una loca que qué le estaba haciendo a ese chico, que le quitara las manos de encima y que si estaba tratando de abusar de él. Traté de explicarle pero empezó a gritar: – Policía! Hay un pervertido en este sector del bosque! Un abusador sexual! Y yo suplicando que no gritara así. Y mientras ella seguía gritando – Hay un pervertido, hay un pervertido!, yo tomé la mano de Betty y le dije: – Aunque se te quiebren los tobillos, corré, haceme el favor! Y corrimos por el parque a campo traviesa mientras nos perseguía un policía en moto sin que pudiera alcanzarnos porque nos refugiamos tras otro arbusto.
BETTY.- Ese policía casi nos alcanza. Por qué no te paraste a explicarle?
YOYI.- A explicarle qué? Te parece que lo hubiera entendido, con tanto abusador sexual como hay ahora? Me hubieran dado entre diez y veinte años. Te dije que lo dejaras en paz, carajo!
BETTY.- Hice lo que me dictó la conciencia. Ese niñito estaba muerto de miedo.
YOYI.- Yo no lo ví muerto de miedo. Es más: mientras a mí me buscan por pervertido, seguro que en este momento está comiendo un helado. Salgamos del parque de una buena vez!
BETTY.- (Se mira la mano) Oh, Dios Santo. Se me cayó el anillo. Te das cuenta, Yoyi? Perdí el anillo.
YOYI.- Ahora??? AHORA PERDISTE EL ANILLO???
BETTY.- Lo siento. La próxima vez lo voy a perder cuando no estés apurado.
YOYI.- Cómo se te pudo caer?
BETTY.- Porque no comí. Tengo los dedos más flacos. Por eso.
YOYI.- La gran puta. No se lo sacó en cuarenta años y lo pierde justo ahora.
BETTY.- No me hables en tercera persona. Estoy aquí, en primera persona.
YOYI.- No! Me hablo a mí mismo en segunda persona! Todo se acabó. Todo acabará a las nueve en punto.
BETTY.- Andate. Andate a la famosa entrevista. No te preocupes por mí! Me voy a quedar aquí, de rodillas, cavando con mis manos hasta que lo encuentre.
YOYI.- Betty! Es sólo una alianza de oro de sesenta pesos. Si consigo el puesto en el canal te compro una mejor. Olvidate de este asunto.
BETTY.- Olvidarme de mi anillo de casamiento? Cómo podés decir semejante cosa? Cómo podés ser tan inhumano? ES MI ANILLO DE CASAMIENTO! NO QUIERO OTRO! QUIERO EL QUE VOS ME PUSISTE EN EL DEDO!
YOYI.- Lo entiendo, lo entiendo, Betty. Fue una sugerencia inocente.
BETTY.- Es la única cosa material que tengo que me importa, fijate. No voy a olvidarme de él ni dejarlo tirado por allí! No me importa lo que vos hagas!
YOYI.- Estás enojada.
BETTY.- ASÍ ES! ME QUEDARÉ AQUÍ BUSCANDO!
YOYI.- Estás cansada y enojada.
BETTY.- DEJAME TRANQUILA, CARAJO!
YOYI.- Está bien. No nos iremos. Nos vamos a quedar aquí.
BETTY.- NO ME TOQUES!
YOYI.- Mi amor, no te enojes conmigo. Nos vamos a quedar hasta encontrarlo… (Al público) Y en ese mismo momento aparecieron dlos muchachones de unos veinte años que me sostuvieron y me pegaron en las costillas. Es decir: Me sostuvo uno, hijo de mil putas y me pegó el otro, la concha de su madre, mientras le preguntaba a mi mujer – Está bien, señora? Está bien? La quiso violar este enano de mierda? Ella le aclaró:
BETTY.- Es mi marido! Es muy enfermo! Yoyi, estás bien?
YOYI.- (Al público) Y entonces, los dos hijos de mil putas salieron a los pedos gritando: – Por qué no nos avisó? Pensamos que este le quería hacer algo malo! Te lo dije, boludo. No hay que ayudar a nadie, boludo!
BETTY.- Yoyi, decime algo, estás bien?
YOYI.- Te pedí que te olvidaras del anillo.
BETTY.- Dónde te pegó?
YOYI.- Primero en las costillas.
BETTY.- Y después?
YOYI.- Después también.
BETTY.- Te duelen las costillas, mi amor?
YOYI.- No. Me duele la rodilla. Caí arrodillado sobre tu anillo.
BETTY.- Yoyi! Qué maravilla! Gracias al cielo! Ya me siento mejor. Ves? Lo encontraste, querido. Es que todo este tiempo he estado rezando un padrenuestro doble para encontrarlo.
YOYI.- Mientras me cagaban a puñetazos?
BETTY.- No. Antes.
YOYI.- No delires. Antes estabas furiosa.
BETTY.- Rezaba furiosa, Yoyi. No importa el tono. Lo importante es rezar.
YOYI.- (Al público) Salimos del bosque. (A ella) Vamos, Betty, caminá más rápido.
BETTY.- Sin tacos y con los zapatos rotos? Me gustaría verte. Para colmo se me rompieron las medias. Tengo los pies en carne viva.
YOYI.- Y hasta cuándo te vas a quedar allí parada?
BETTY.- Hasta que me muera o me rescaten, Yoyi.
YOYI.- Está bien. Eso es una iglesia. Entremos. Entremos ya y descansemos sentados mientras rezás algo a ver si el de arriba se apiada de nosotros.
BETTY.- Eso. Quizá si rezamos con mucha devoción, podrás lograrlo.
YOYI.- No voy a poder lograrlo si me detengo a rezar, Betty.
BETTY.- Necesitamos esperanza y valor.
YOYI.- Yo necesito un barbero y un dentista. (Al público) Pero ella ya había entrado a la iglesia. (A ella) Betty, no quiero ser irrespetuoso. Pero justo ahora se te ocurre rezar? (Al público) Se cagaron en su ocurrencia, se los juro. Porque nos dijeron, unas señoras con sonrisa fingida y modo terminante, (Haciendo como la señora paqueta) que la iglesia estaba cerrada para hacer un ensayo de una ceremonia de la santa misa que el domingo iba a salir por televisión. (Como èl) Nos echaron. Me negué. No podían coartarme mi derecho a rezar, carajo. Anoté su nombre para mi lista de demandas. Podía olvidarme del avión, de las maletas, del tren, del reloj, del diente. Pero no podían coartarme mi derecho a rezar. Les grité: – Hágale saber al obispo que recibirá una carta de mis abogados! Pero nos fuimos, de todos modos.
BETTY.- Yoyi, qué hicimos mal? No podemos ni caminar, ni comer, ni rezar!
YOYI.- Mientras conservemos la cabeza, podemos pensar.
BETTY.- No por mucho tiempo, ya vas a ver.
YOYI.- Querida, querida, todavía no estamos derrotados…
BETTY.- Sí lo estamos. Esta ciudad… nos ganó.
YOYI.- No! No nos rendiremos! (Hacia delante) Me oíste, Buenos Aires? No nos rendimos! Te quedó claro, capital dela República? (Casi llorando) Podés robarme, matarme de hambre, romperme el diente y los tobillos de mi mujer! Pero no me voy a ir!
BETTY.- Estás gritando en medio de la calle, Yoyi. Te van a oír!
YOYI.- No me importa! Ella es una simple ciudad. Y YO SOY UNA PERSONA! Soy más fuerte que una ciudad! No, Buenos Aires, no vas a salirte con la tuya. Tengo nombres y direcciones! Betty, iremos al hotel en auto y nos darán un cuarto, un baño caliente y comida decente, entendés? Ya me cansé de estas tonterías!
BETTY.- Por favor, Yoyi. Cómo iremos al hotel?
YOYI.- Cómo? Ya te lo voy a mostrar! (Al público) Y en ese mismo momento me puse en medio de la avenida y detuve un auto. Gemí por la ventanilla: Podría ayudarnos, por favor? Mi mujer no puede caminar. Podría hacercarnos hasta el hotel del Centro Naval en Córdoba y Florida? Si tiene la decencia de un ser humano, no nos abandonará aquí. Nos hizo subir. – Dios lo bendiga, señor. Si supiera la odisea por la que pasamos no me lo creería. Somos Betty y Jorge Arriaga, de Mendoza. Entonces él, con un acento evidentemente norteamericano, dijo que era el nuevo delegado cultural en la embajada de los Estados Unidos. Que él se bajaría enla Embajaday que luego su chofer nos llevaría hasta el hotel. Pero, pueden creerlo? En la puerta dela Embajadade los Estados Unidos, los muchachos de la izquierda, encapuchados, con banderas y bombos, estaban haciendo un poderoso acto de protesta. Y al ver llegar el auto oficial, se abalanzaron contra nosotros que quedamos encerrados. Ellos trataron de volcarlo y nos acribillaron con huevos. Yo gritaba: – SOMOS NEUTRALES! NO SOMOS POLÍTICOS! Y Betty me ayudaba. Bueno, en realidad, no ayudaba demasiado.
BETTY.- SOMOS DE MENDOZA, HUEVONES! DEJEN DE MOLESTARNOS QUE MI MARIDO ES JUBILADO Y ADEMÁS, ENFERMO!
YOYI.- Hasta que al final llegó la policía y nos sacó de ese auto. Allí me dí cuenta de que había cámaras de televisión que me filmarían y podrían acabar con mi carrera como escritor! Nos subimos al móvil policial. Eran las ocho y cinco de la mañana. Aún estábamos a tiempo. No todo estaba perdido.
BETTY.- Estoy por desmayarme.
YOYI.- Ni se te ocurra! Esperá hasta llegar al hotel.
BETTY.- No. Me voy a desmayar aquí. Estoy mareada y… me voy a desmayar…
YOYI.- NI SE TE OCURRA HACERLO!
BETTY.- Sí. Mirá.
YOYI.- (Al público) Y se desmayó. Allí en el auto policial. Al llegar al hotel volvió en sí, pero tuvieron que bajarla del auto dos policías y el botones del hotel. (Mirando hacia adelante) Me llamo Jorge Arriaga y… (Al público) Un momento, por favor, me dijo el recepcionista del hotel y DESAPARECIÒ EL GUACHO! Gritè como un loco: NO TENGO UN MOMENTO! SI NO ME DAN UN CUARTO YA MISMO YO…” Pero de repente apareciò de nuevo y me dijo: – Su cuarto está listo. La suite 927. Fui solamente a buscar un mensaje para usted. Su equipaje llegó a las 8 y está en su cuarto. En el mensaje le piden miles de disculpas y esperan que disfrute su estadía. (Al público) JA! Disfrutar la estadía! Miro a Betty y noto que se estaba desmayando nuevamente. La sostenía el botones que ahora la subió hasta la habitación. (A ella) No te preocupes, querida. Ya te vas a sentir bien, mi vida. Te darán comida caliente y vendas para los tobillos, mi amor.
BETTY.- (Desfalleciente) No me preocupo, Yoyi…
YOYI.- (Al público) Eran las 8 y 43. Tenía diecisiete minutos para comer y vestirme. Le dí mis cincuenta centavos al botones. Era todo lo que nos quedaba, pero cuando se fue, ME DÍ CUENTA! (Mirando la valija) DIOS! CERRADA!LA MALETA ESTÁCERRADA!
BETTY.- Abrila con la llave.
YOYI.- Qué llave?
BETTY.- La que guardás en la bille… tera. (Cae) Por Dios, no tenés la billetera…
YOYI.- Ergo, no tengo la llave! Y allí dentro, Betty, hay una camisa limpia y una afeitadora. Y por las callecitas de Buenos Aires, que tienen ese qué se yo, viste?, hay una puta delincuente con una puta billetera y mi puta llave. Si existe justicia en este mundo, que la asalte el travesti que me robó mi reloj!
BETTY.- Y no podrás abrirla con un cuchillo?
YOYI.- Es el modelo “diplomático”. Para documentos diplomáticos. No se abre ni con una bomba.
BETTY.- Y si le decimos a los del hotel que envíen un cerrajero?
YOYI.- En diecisiete minutos? Es la última vez en mi vida, te lo juro por Dios, que compro una buena maleta. Nunca, nunca, nunca más. (Suena un teléfono)
BETTY.- Sí, hola. Ah sí, yo fui la que pedí comida, sí. Podrían mandarla en diecisiete minutos? Ah, comprendo. No, Yoyi. Van a tardar como una hora en mandar la comida. El hotel tiene una convención y le están sirviendo el desayuno a miles de gente.
YOYI.- Ojalá que sea una convención de pompas fúnebres, porque estoy a punto de asesinar a alguien.
BETTY.- Por qué no llamás al canal y avisás que vas a llegar un poco más tarde?
YOYI.- Retraso es mala palabra para un debutante en un canal de televisión. Las nueve en punto son las nueve en punto. Cualquier boludo puede llegar a las 10. Pero a las nueve en punto llegan sólo los eficientes, no te das cuenta?
BETTY.- No.
YOYI.- La puta madre! VOY A LLEGAR A LAS 9. QUIERO ESE PUESTO! Un pequeño obstáculo como la mismísima ciudad de Buenos Aires no me va a detener, carajo. Me sacaron el dinero, el reloj, el diente, la posibilidad de REZAR! Pero no me van a detener. Cuando se quiere algo de verdad, nada lo detiene a uno. Vuelvo en una hora, mi amor. Seré el nuevo escritor del canal! (Al público) Me miré al espejo y casi me desmayo. Estaba sucio, barbudo, despeinado. Le dije a Betty: – Betty mi amor. Quiero que sepas algo. Pase lo que pase… Voy a estar siempre con vos. Y gracias por no haberme abandonado.
BETTY.- Todo lo que quiero es que seas feliz, Yoyi. Pero por favor, no me beses que tengo alergia a la barba!
YOYI.- (Al público) Para compensarme en el hotel se hicieron cargo de hacerme llevar por un remise hasta el canal. Parecía un pordiosero, con mi traje ajado y sucio, con mi barba y mi olor a transpiración acumulado durante mi viaje maravilloso a la gran ciudad. Llegué a las 9 en punto. Y cuando conté mi historia, minuciosamente – esta historia que acabamos de contarles a ustedes – alabaron mi imaginación y de inmediato me dieron el puesto. Al llegar al hotel, Betty aún tenía sus pies metidos en la bañera. (A ella) Mi amor, me dieron el puesto. Voy a ganar el doble de lo que gano con mi jubilación. Ah, y se hacen cargo del alquiler del departamento que elijamos. Los deslumbré, aún con mi diente roto.
BETTY.- Qué les dijiste?
YOYI.- Qué les dije? Qué creés que les dije? (Pausa. Se escucha una música suave)
BETTY.- No lo sé. Esperaba que dijeras que no. Esperaba que dijeras que vos y tu esposa no cuadran con Buenos Aires. Que… querías seguir viviendo en Mendoza. Que no querías pisar otra gran ciudad en tu vida. Que no querías vivir aquí. Que de todos modos, si les interesaba tu imaginación y tu talento, podrías escribir los libretos desde allá. Y que detestabas cualquier lugar donde la gente tuviera que vivir encimada y agredida, sin suficiente espacio para caminar, respirar ni sonreír. Y que no querías caminar por las calles pisando basura, ni tener que darle tu reloj a un travesti mientras te ves obligado a dormir en los bosques de Palermo. Que no querías viajar en trenes parado, apretado como sardina y sin comer, ni en aviones que no pueden aterrizar ni volver a perder el equipaje. Que deseabas no haber venido jamás y que lo único que en verdad querés… es pasar a buscar a tu mujer, llevarla al aeropuerto y volver a tu casa para vivir feliz el resto de tu vida. Esto esperaba que les dijeras… Yoyi.
YOYI.- Es curioso, Betty. Sabés algo? (Se emociona levemente) Eso mismo les dije. Palabra por palabra. (Al público) Cuando nos dirigíamos en taxi hacia el aeroparque… un piquete bloqueaba avenida Libertador. – Vaya por otro lugar – le dije al taxista. – No puedo, maestro – me contestó – Todas las calles que llevan al aeroparque están cortadas. Y no sólo esas. Hay cortes en el Obelisco, en el Congreso, en la 9 de julio, enla Plazade Mayo, en Plaza Lavalle… protesta en los Tribunales y parece que van a parar los subtes de nuevo. Con Betty nos dispusimos a esperar, cagados de risa. Y allí comprendí… que había tomado la decisión correcta. (Estalla una música brillante de comedia musical. Ellos saludan, si es posible bailando)
TELÒN FINAL
Lauro/viaje maravilloso
LAURO CAMPOS
“SEGUIREMOS SIENDO FELICES”
UNA COMEDIA PARA SER CONTADA
(Y ACTUADA, CLARO)
personajes:
YOYI
BETTY
En la temporada del estreno – mayo de 2010 en el Teatro dela Plazade Rosario y agosto del mismo año en el Centro CulturalLa Nave, la comedia se desarrollò, por decisiòn de la directora, Paula Corvalàn, frente a dos atriles y en dos banquetas altas en las cuales se sentaban los personajes para leer sus libretos y contar así la historia. Por supuesto que recorrìan la escena, libreto en mano, pero con el libro sabido en su totalidad. A veces se dirigìan al pùblico, a veces cambiaban otras dos banquetas altas en proscenio para que el pùblico imaginara las escenas planteadas y para dialogar entre ellos o charlar con el público. Esta fue una propuesta que aceptaron sus intèrpretes, en esa ocasiòn Emmy Reydò y el propio autor, Lauro Campos, ya que distanciaba al pùblico de todo elemento naturalista y lo hacìa pensar en el mensaje – si es que tiene alguno – de la obra. Durante las veinte representaciones que se hicieron, el pùblico delirò a carcajadas con el texto y la interpretaciòn. Y es claro, se emocionò al final. Pero, y esto es importante, los actores deben divertirse mucho con sus personajes y evitar en lo posible todo dedito levantado, porque en esto de las realidades de un paìs o de una ciudad, nadie tiene la fòrmula para vivir feliz. Cada director elegirà los elementos que ha de manejar y còmo hacer la comedia y el autor QUIERE que asì se haga, siempre y cuando la meta sea divertir.
ACTO PRIMERO
YOYI.- Esta historia que voy a contarles necesita de un prólogo. Algo que les explique que yo me llamo Jorge Arriaga, que mis amigos y mi familia me dicen Yoyi y que estoy casado con Betty desde hace cuarenta años. He trabajado estos últimos cuarenta años en Tribunales de Mendoza, mientras desarrollaba mi vocación de dramaturgo. Hemos criado una familia compuesta por tres hijos y seis nietos. Y ahora que me he jubilado, he tenido la suerte de que premiaran una obra mía en un concurso muy importante dela Capital. DeBuenos Aires, quiero decir. Eso no ha sido todo. Alguien de un importante canal de televisión leyó la obra, que por cierto fue impresa, y me ofreció por teléfono una entrevista para integrar el staff de autores de ficción en el canal. Eso me llenó de orgullo y expectativa, imagínense. Yo, que en realidad soy rosarino, pero estoy radicado desde toda la vida en Mendoza, nunca creí ser merecedor de tal distinción. De modo que nos dispusimos a trasladarnos con Betty a Buenos Aires, después de recibir de parte del canal dos pasajes de ida y vuelta en avión para tener una entrevista con el jefe del comité de dramaturgos para ver si me aceptaban o no. Dios, lo que fue ese viaje! MARAVILLOSO! Y es ese viaje, precisamente, el que le queremos contar. Esa mañana, no podíamos dominar nuestra ansiedad. Vamos, Betty, vamos!
BETTY.- Ya voy, Yoyi. No grites!
YOYI.- Vamos, apurate. No grito, no grito. Pero no entiendo por qué das vuelta sobre vos misma como si fueras un pichicho.
BETTY.- Es que no encuentro la cartera!
YOYI.- Y ahora adónde vas?
BETTY.- Me parece que la dejé en el dormitorio.
YOYI.- Dale, apurate, amor mío. (Al público) Después, ya en el auto, mientras íbamos al aeropuerto, no dejó de reprocharme mi ansiedad.
BETTY.- No sé para qué me apuraste tanto. Tenemos una cantidad ENORME de tiempo.
YOYI.- No tan ENORME. Y ya sabés que detesto ir con el tiempo justo. Suponete que se nos pincha una goma.
BETTY.- Eso no nos pasó en cuarenta años de casados.
YOYI.- Dale, tocame el pecho.
BETTY.- Yoyi, qué te pasa? Te está dando un infarto?
YOYI.- NO! Quiero asegurarme de tener los boletos.
BETTY.- A ver. Si. Me parece que los tenés. Vas a tener que calmarte un poco, querido. Me parece que me pinté demasiado los ojos para viajar, no?
YOYI.- Hay una regla con respecto a eso?
BETTY.- No seas tonto. Con los ojos demasiado pintados los ojos se cansan más, se marchitan. Yo nunca me pinto demasiado los ojos para viajar… pero como ahora el viaje es el avión, de sólo dos horas, quería llegar presentable al hotel. Bueno, bueno. No estés tan ansioso. Estás manejando tan tenso que vas a llegar cansadísimo a Buenos Aires.
YOYI.- En el avión me relajo. Además no estoy tenso por el puesto en el canal. Sabés cuántos tipos, dramaturgos del interior, están llorando ahora mismo porque me eligieron a mí? Bueno, Betty, no me mires así! Cómo mierda no voy a estar ansioso, si sabés que es lo que siempre quise. Escribir ficción en la tele dela Capital. Tengola billetera?
BETTY.- A ver. Sí. Me parece que la tenés. Te lo merecés, Yoyi. Nadie ha trabajado tanto, nadie tiene un repertorio tan vasto como vos. Nadie ha trabajado tanto ni lo ha deseado tanto como vos. Vos lo pensaste bien, no?
YOYI.- Lo del trabajo?
BETTY.- Lo del trabajo, la mudanza, la nueva vida, el vivir enla Capital… Lo querés lo mismo, no?
YOYI.- Quiero lo que vos quieras, Betty. Y vos?
BETTY.- Yo también quiero lo que vos quieras, Yoyi.
YOYI.- Entonces hicimos lo correcto. Seremos felices!
BETTY.- Seguiremos siendo felices.
YOYI.- Bueno, eso. SEGUIREMOS SIENDO felices. Gran siete. Qué susceptible que estás. (Al público) Pero fue inevitable que en el aeropuerto siguiéramos hablando del tema. (A ella) No te preocupes por el alquiler del departamento porque voy a ganar mucho más que con la jubilación. Y siempre queda la alternativa de alquilar nuestro departamentito de Mendoza. No vamos a tener los gastos del auto. No hace falta tener auto en Buenos Aires.
BETTY.- No me preocupaba.
YOYI.- Nos va a convenir vivir cerca de algún parque, así podemos llevar al perro. Sé que te preocupa el perro. Pero todos tienen perros allá, y hay muchos lugares donde pasearlos siempre y cuando lo lleves con la correa.
BETTY.- No me preocupaba el perro.
YOYI.- No comas en el avión. Mirá que tenemos una reservación en un lugar maravilloso de Puerto Madero, con show y todo. Vos no te preocupes por la comida.
BETTY.- No me preocupaba.
YOYI.- Mirá, el clima en Buenos Aires, allí en la pizarra. 20 grados. En Buenos Aires está hermoso, así que no hay que preocuparse por el clima.
BETTY.- No me preocupaba el clima, Yoyi.
YOYI.- Nuestro vuelo es el número 406. Vos no te preocupes por el equipaje. No, no lleves ni siquiera la maleta chica. Que se encarguen ellos. Vos, no te preocupes.
BETTY.- No me preocupo.
YOYI.- Estás entusiasmada, Betty?
BETTY.- Sí, Yoyi.
YOYI.- No parece.
BETTY.- Pero si lo estoy… Lo estoy!
YOYI.- Y subimos al avión. Cuando la azafata preguntó qué íbamos a beber con la cena, si vino o gaseosas, yo contesté que ni vino ni gaseosas. Que no íbmos a cenar. A lo que Betty acotó:
BETTY.- Deberíamos comer aunque sea un sandwich. Vos ni almorzaste.
YOYI.- En Buenos Aires vamos a cenar a lo grande. No lo voy a arruinar por un poco de pollo tieso. No te preocupes por mí, Betty.
BETTY.- No me preocupo, Yoyi. Es que no quiero que pases hambre. Ya sabés lo que pasa con tu úlcera si no comés algo…
YOYI.- Traje dos frascos del remedio para eso. Relajate.
BETTY.- Sí. Estoy relajada.
YOYI.- Mirá, ya dieron orden de no fumar y de ajustarse los cinturones de seguridad. Colocá tu asiento en posición vertical, Betty. Vamos a aterrizar. Mirá, vamos a llegar cinco minutos antes.
BETTY.- Es enorme la ciudad, no?
YOYI.- Es maravilloso. Recordaremos siempre este viaje. No te pierdas la vista aérea.
BETTY.- Es una ciudad preciosa, no?
YOYI.- Te conté el plan? No? Te lo cuento. A las siete llegada al aeroparque, a las 7.45 estaremos en el hotel. Imaginate, no es pavada. Es el hotel del Centro Naval, que nos corresponde por ser jubilados provinciales. Un buen hotel, eh? Sin lujos, pero confortable. En plena avenida Córdoba casi esquina Florida. Pleno centro! A las 8.30 cena en un conocido restaurante de Puerto Madero. Con show y todo. Con opción para ir a bailar a un boliche re-conocido del lugar. Vuelta al hotel donde experimentarás una de las noches más fogosas que hayas vivido en estos últimos tiempos.
BETTY.- La verdad es que he vivido tan poquitas…
YOYI.- Esperá y ya vas a ver. Y después tengo una entrevista a las nueve de la mañana en el canal de televisión. Una entrevista que es pan comido.
BETTY.- Yoyi mi amor: Hay posibilidades de que te rechacen. De que no te den el puesto.
YOYI.- Macanas. Eso te dicen. Pero ya está decidido. Vos te creés que el canal nos haría viajar a Buenos Aires si no estuviera decidido? La entrevista es pura formalidad. (Al público) Fue en ese momento en que escuchamos la voz del capitán. (Se escucha una campanilla y de inmediato una sanata dicha por el comandante del aviòn que ellos no entienden, en castellano y en inglès) El tipo al parecer nos informó que había problemas de tráfico aéreo, dijo que había unos quince aviones esperando para aterrizar antes que nosotros. Que uno de los problemas era la niebla y el otro una huelga general de aeropuertos que al parecer el gremio correspondiente había decretado hacía unos minutos. Nos recomendaba relajarnos ya que sobrevolaríamos hasta poder aterrizar en unos veinte o treinta minutos. Suponía. (A Betty) Cómo que supone? No debería saberlo con certeza? Para algo es el piloto!
BETTY.- Calmate, Yoyi. Veinte minutos es una pavada. Tenemos tiempo de sobra. Qué hacés?
YOYI.- Voy a llamar a la azafata. Y si se prolonga más de treinta minutos? Tenemos hora para cenar a las 8.30.
BETTY.- No serán más de treinta minutos, supongo.
YOYI.- Eso supuso el piloto. (Al público) Cuando llegó la azafata yo me puse a gritar mientras ella me ofrecía un cafecito. (A la supuesta azafata) ME CAE MAL EL CAFÉ!
BETTY.- Yo me podría tomar una taza?
YOYI.- (En lo suyo) ESTO SUCEDE A MENUDO? CÓMO QUE CASI TODAS LAS NOCHES? QUE LE DICENLA HORA DELAMONTONAMIENTO? No nos avisaron nada!
BETTY.- No es culpa de la azafata, Yoyi. Bajá los decibeles.
YOYI.- (A ella) Es que deberían avisarte. Casi dos horas de vuelo y después treinta minutos de amontonamiento. No es joda. Así uno sabe cuánto tiempo va a estar en el aire, carajo.
BETTY.- Te va a dar acidez estomacal. Me la veo venir. (Se escucha ruido de avión en off. Yoyi mira su reloj)
YOYI.- Bueno, ya pasaron treinta y cinco minutos. Ojalá que el pelotudo pilotee mejor de lo que “supone”.
BETTY.- Da la sensación de que estamos descendiendo, querido.
YOYI.- Qué? Se ve el aeroparque?
BETTY.- No, Yoyi. Hay niebla.
YOYI.- No es niebla! SON NUBES! Las atraviesan todo el tiempo! Imaginate, más de treinta y cinco minutos. Y la azafata sin aparecer!
BETTY.- Por el clima sucede esto, Yoyi. Bah, eso me imagino.
YOYI.- NO HAY QUE IMAGINAR! BASTA CON MIRAR! Reservamos una mesa para las 8.30!
BETTY.- Te va a doler la úlcera. Deberías haber comido algo.
YOYI.- (Al público) Y en ese momento, el capitán informó que en esas condiciones era imposible aterrizar y que deberíamos seguir sentados un tiempo más. (A Betty) Pero qué es ésto? Esperamos, sobrevolamos y ahora esperamos sentados?
BETTY.- Te convendría calmarte. Aquí la señora de al lado dice que la última vez estuvieron dos horas y media sobrevolando…
YOYI.- Qué??? YA PASÓ ALGO ASÍ???
BETTY.- El tráfico, la niebla, las huelgas, los piquetes, los paros generales, las protestas… Vivimos en Argentina, Yoyi. Dijo la señora que calculaba que, sobrevolando, ya debía de haber envejecido por lo menos dos años.
YOYI.- O sea que a las 8.30 estaremos sobrevolando Puerto Madero!
BETTY.- Pero no importa, Yoyi. Comemos alguito en la habitación del hotel y listo. Mientras tanto, quisiera tomarme un café. (Al público) Llamé a la azafata y se lo pedí con mucha dulzura, como es mi costumbre. Pero ella me contestó secamente que el café se había terminado y que hiciera EL FAVOR DE TENER PACIENCIA!
YOYI.- (Al público) Allí comencé a gritar que haría la denuncia enla Aeronáutica! Nadie respondió a mis gritos. La noche había comenzado a caer y una luz tenue brillaba en el avión. (Ruido de avión en off. A Betty) Sabés qué hora es?
BETTY.- No me interesa.
YOYI.- Las 8. 40. Para cuando lleguemos y vayamos a un restaurante, van a ser las once y media. Si ceno tan tarde, no voy a poder dormir en toda la noche.
BETTY.- No te adelantes. Quizá no te pase nada.
YOYI.- Ah, sí. Tomémoslo con calma, Betty. Podríamos pasar el resto de nuestras putas vidas sobrevolando la puta ciudad. (Al público) Y allí, a pesar de que ya no quería escucharlo, habló de nuevo el capitán que anunció que, como no podíamos aterrizar en aeroparque, volaríamos a Rosario donde aterrizaríamos en su aeropuerto. (A Betty) A Rosario! A cuánto queda de aquí?
BETTY.- No lo sé, Yoyi. Cerca.
YOYI.- La puta que lo parió. Nos llevan a Rosario. A las nueve de la mañana yo tengo que estar en Buenos Aires y NOS LLEVAN A ROSARIO! (Al público) En el aeropuerto de Rosario, tiempo más tarde… QUILOMBO TOTAL! (A Betty) Betty mi amor, tomá los talones del equipaje. Andá a buscarlo mientras yo voy a averiguar si hay otro vuelo o algo. Nos vemos frente al kiosko de revistas.
BETTY.- Y si comemos algo primero?
YOYI.- NO HAY TIEMPO! Tengo que llegar a Buenos Aires!!!
BETTY.- Nos vemos frente al kiosko.
YOYI.- (Al público) Cuando fui a averiguar, me enteré que no había otros vuelos a Buenos Aires sencillamente porque Aeroparque estaba cerrado y que recién lo abrían a las siete de la mañana, teóricamente. Entonces llamé por teléfono a la estación de ómnibus. Mariano Moreno, se llama. Al pedo. Había huelga en el gremio y no salía ningún ómnibus a Buenos Aires. Al notar la desesperación en mi voz, una señorita sumamente grosera tuvo a bien informarme que en veinte minutos salía desde Rosario Norte el único y último tren del día de Rosario a Buenos Aires. (A Betty) Betty mi amor! Hay solamente un tren a Buenos Aires en veinte minutos! Dónde están las maletas?
BETTY.- No las encuentran.
YOYI.- Ojalá ese puto tren tenga un puto coche comedor. Qué no encuentran?
BETTY.- Las maletas.
YOYI.- Qué querés decir con eso?
BETTY.- Qué voy a querer decir, Yoyi. Más claro, imposible.
YOYI.- PERDIERON EL EQUIPAJE???
BETTY.- No me grites!
YOYI.- (En un susurro gritado) Perdieron el equipaje?
BETTY.- No. No lo encuentran, nada más.
YOYI.- Y si no lo encuentran más qué?
BETTY.- Entonces, lo perdieron.
YOYI.- (Al público) En la ventanilla de reclamos grité, me desgasté, casi me pongo a llorar. Decía: – Tengo que tomar el tren desde Rosario Norte en veinte minutos y me perdieron las maletas!
BETTY.- (Como a una ventanilla) Una azul grande y una gris chiquita.
YOYI.- Tenemos los talones! Qué dice? Que cómo son?
BETTY.- Una azul grande y una gris chiquita.
YOYI.- NO! NO LAS VIMOS, NO LAS VIMOS, NO LAS VIMOS. SI LAS HUBIÉSEMOS VISTO NO ESTARÍAMOS PREGUNTANDO, CARAJO!
BETTY.- Ponerse así de nervioso no sirve de nada, querido. Ellos solamente tratan de ayudarnos, mi amor.
YOYI.- Deberías haber traído la maleta chica con vos.
BETTY.- Vos me dijiste que se encargaran ellos.
YOYI.- Señor, comprenda. Son sólo dos maletas!
BETTY.- Una grande azul y una gris chiquita.
YOYI.- NO! NO LAS VIMOS SALIR, NO LAS VIMOS SALIR! Me voy a volver loco!
BETTY.- Sí, Yoyi. Te vas a volver loco. Tenés que calmarte.
YOYI.- Cómo voy a calmarme si sólo me preguntan boludeces? (Al de la ventanilla) Ah… que asumen la responsabilidad? Y a mí que mierda me importa su responsabilidad si no tengo mis camisas. Tengo una reunión mañana en Buenos Aires!
BETTY.- Sí, tiene una reunión importante a las nueve.
YOYI.- Para qué le repetís lo que yo digo?
BETTY.- Porque vos no escuchás nada. Aquí el señor, amablemente, nos ofrece quedarnos en Rosario, en un hotel y tomar el vuelo de mañana a las siete de la mañana.
YOYI.- Y si la niebla no se disipa? Y si de nuevo hay amontonamiento?
BETTY.- El señor no puede hacerse responsable de todo eso, Yoyi.
YOYI.- Ya veo. Ni siquiera de nuestro equipaje!
BETTY.- Sabe qué pasa, señor? Mi marido tiene úlcera y el remedio está…
YOYI.- Vámonos de aquí! Si mi equipaje no llega al hotel del Centro Naval en Córdoba y Florida mañana a la mañana, sus abogados tendrán noticias mías. Anote mi nombre: Jorge Arriaga. De Mendoza. Anotó? Vamos. Ya no tenemos más tiempo. Primero pierden mi equipaje y luego… Si no tengo noticias de ustedes… ustedes… tendrán noticias mías! Taxi! Taxi! Necesitamos llegar en quince minutos a Rosario Norte. Qué? Queda a media hora? Usted llévenos en quince minutos. No pierda tiempo en explicarme nada. Increíble. Increíble. No te procupes, Betty. Llegaremos bien.
BETTY.- No estoy preocupada.
YOYI.- Yo sí. (Al público) Estuvimos en media hora. Bajamos. El tren estaba atrasado. El taxista no tenía cambio. Le tuve que dejar el vuelto. Prometió mandármelo a Mendoza. Tomó la dirección y todo. Corrimos. Nos subimos al tren. Uno detenido que estaban barriendo. El señor que barría nos dijo que el que iba a Buenos Aires era el del andén contiguo que acababa de partir. Lo perdimos. Nos acercamos a la ventanilla. No había otro tren. Pero nos dijo el señor de la ventanilla que podíamos tomar un taxi hasta Empalme Villa Constitución o no sé cómo se llamaba el lugar y que allí podríamos tomarlo pues se detenía por unos minutos. Busqué a Betty que en ese momento había corrido hacia el baño de señoras. Llegué al baño. No podía entrar. Le pedí a una mujer que limpiaba que me trajera urgente a mi mujer que acababa de entrar al servicio. Mientras esperaba, apareció Betty que se había detenido en el kiosko para comprar pastillas antes de entrar al baño, mientras observábamos cómo la señora de la limpieza arrastraba hacia fuera del baño a otra señora que había entrado al baño y gritaba como una loca. Corrimos mientras yo le gritaba a la señora de la limpieza: – Métala de nuevo, métala de nuevo, lo siento! Tomamos el mismo taxi. No recuerdo en cuanto nos llevó. Nos cobró una fortuna. Cuando llegamos, el tren nos estaba esperando.
BETTY.- Necesito ir al baño y comer algo, Yoyi.
YOYI.- Recorrimos el tren. Estaba abarrotado de gente. Me acerqué al guarda. Pregunté si no quedaban asientos libres. El guarda me miró y rió a carcajadas el guacho. – Y algo en primera clase? – pregunté. – Se lo pago, le pago lo que sea! Me dijo que el tren iba vacío durante toda la semana salvo cuando había niebla en Buenos Aires o paro en aeroparque o piquetes en los aeropuertos. Es claro… Quién mierda iba a viajar en ese tren pedorro que era el único que quedaba en el país? Pero me prometió, luego de que ocupáramos el baño y el coche comedor, que por el doble nos daría un par de asientos. Cuando Betty salió del baño preguntó:
BETTY.- Qué dijo el señor? Tiene coche comedor?
YOYI.- El señor dijo solamente que en otro vagón vendían sandwiches.
BETTY.- Vamos, Yoyi, me muero de hambre. Vos también tenés que comer algo.
YOYI.- (Al público) Tuvimos que hacer una cola infernal que llegaba al final del tren. (Se toca el estómago)
BETTY.- Te duele, Yoyi?
YOYI.- Es un dolorcito sin importancia. Ya sé, no me lo digas: Deberíamos haber comido en el avión.
BETTY.- No iba a decirte eso.
YOYI.- (Al público) Esperamos dos horas. Pedimos el menú. Sólo tenían sandwiches de mortadela y bebidas.
BETTY.- (Mirando hacia adelante) Señor: A mi marido le caen mal los sandwiches de mortadela.
YOYI.- (Al público) Dijeron que, en ese caso, tenían galletas y aceitunas verdes. Nada más. No esperaban que viajara tanta gente en el tren esa noche. Pedí galletas para mí y un sandwich para Betty.
BETTY.- (Mirando para adelante) Y un café y un vaso de leche.
YOYI.- (Al público) Dijeron que ni café ni leche. Jugo ordinario pero no frío. Bah, pis. Decidimos no tomar nada. (A Betty) Pensar que te dije que te iba a llevar a uno de los mejores restaurantes de Buenos Aires, y terminás comiendo un sandwich pedorro sin nada para beber.
BETTY.- No tiene importancia, Yoyi.
YOYI.- Mirá, no te culparía si me dejaras por ésto. Mirá lo que te digo.
BETTY.- Pero yo no voy a dejarte, Yoyi.
YOYI.- (Al público) Llegamos a Retiro. (A Betty) Si te digo que me tragué algo duro con las galletas, es verdad. Me va a destrozar el estómago.
BETTY.- Estás sin comer ni dormir, querido. Cómo no te vas a sentir mal? Vamos. Vamos a tomar un taxi al hotel.
YOYI.- Los voy a demandar a todos! (Al público) Cruzamos la estación. Estaba repleta de gente. (Hacia adelante) Disculpe, la parada de taxis? Ah, pasando la puerta. Okey. Qué? QUÉ???
BETTY.- Qué pasa, Yoyi?
YOYI.- No hay taxis.
BETTY.- Por qué no?
YOYI.- Porque están en huelga.
BETTY.- Los taxis?
YOYI.- Los taxis, el subte, los ómnibus, todos los medios de transporte. Y los basureros también.
BETTY.- No te dijeron cómo se traslada la gente?
YOYI.- Camina, Betty, camina!
BETTY.- Estamos lejos del hotel?
YOYI.- Qué sé yo. Si remontamos Córdoba, unas ocho cuadras. Pero cómo puede haber huelga de transporte en una ciudad así, con distancias tan largas?
BETTY.- Evidentemente, puede, Yoyi. Vamos a caminar.
YOYI.- Nunca oí algo semejante, mirá! (Al público) Salimos y… (Se escucha efecto de lluvia torrencial) … llovía a cántaros. (A Betty) No te preocupes. A lo mejor para pronto.
BETTY.- No me preocupo, Yoyi.
YOYI.- No. Son más de las tres de la mañana. No creo que pare.
BETTY.- Nunca?
YOYI.- Si nos quedamos aquí toda la noche sin comer ni dormir no voy a poder llegar a la entrevista.
BETTY.- No me importa mojarme un poco. Vamos. Hacia dónde está?
YOYI.- Hacia allá.
BETTY.- Bueno, vamos.
YOYI.- Sí. Vamos! Dios. Está lloviendo más tupido. (Al público) Corrimos bajo la lluvia intensa. Ustedes saben lo que puede ser correr por Retiro de noche. Imagínense bajo la lluvia intensa. Nos perdimos y nos volvimos a perder. No encontrábamos la iniciación de Avenida Córdoba. Buenos Aires era a esa hora un oscuro depósito de basura. Cruzábamos las calles bajo la lluvia. Oscuras calles repletas de basura. Nos resguardamos bajo una recova.
BETTY.- No corras. Tengo los tobillos frágiles.
YOYI.- Cuanto más pronto lleguemos, menos mojados estaremos, mi amor.
BETTY.- Nunca ví tanta basura junta, Yoyi.
YOYI.- Están en huelga. No siempre es así. Córdoba es una de las avenidas más limpias del mundo.
BETTY.- Quién limpiará todo esto?
YOYI.- Bueno, Betty, dejá de preocuparte por la basura. Vamos!
BETTY.- Es que no puedo…
YOYI.- Y ahora qué te pasa?
BETTY.- Pisé una botella y me rompí el taco alto.
YOYI.- Cómo pudo pasarte algo así?
BETTY.- Así de simple: Pisé una botella y me rompí el taco alto.
YOYI.- Y no podés caminar?
BETTY.- Sí. Pero despacio. Ya sabés que tengo los tobillos frágiles.
YOYI.- (Al público) Sí. Ella tiene los tobillos frágiles. Llegamos al hotel. Hechos sopa.
BETTY.- No quiero quejarme, querido. Pero se me tuercen los tobillos al caminar.
YOYI.- Apretá los dedos de los pies contra la suela! (Al público) Les dije que llegamos al hotel? Qué espectáculo deprimente. Un mundo de gente durmiendo en la recepción, en el lobby, en el salón comedor, en los sillones, en el piso, en los ascensores. Qué mierda pasaba? (Mira hacia adelante) Somos el Sr. yla Sra. Arriaga, de Mendoza. Al fin llegamos. Cómo si reservé un cuarto? Me lo reservó Telefé. Parece que el hotel está bastante lleno, no? Ah, claro. Es lo mínimo que pueden hacer. Cómo dice? Ah, claro. La gente no puede volver por la huelga y los hoteles están atestados…
BETTY.- Qué amables, de verdad!
YOYI.- Ahora espero que tenga una camita seca y cómoda para nosotros.
BETTY.- Y que haya una farmacia cerca. Necesito venda para los tobillos.
YOYI.- Qué dice? Que la reserva era para el 17 y que hoy es el 18 de madrugada? No me diga que no nos guardaron el cuarto. Qué dice allí? Que debían reservarlo hasta las diez de la noche y que ahora son casi las cuatro de la madrugada? No, claro, no llamamos ni enviamos un mail. No pudimos, señor. Estuvimos dando vueltas. Mi intención era llegar a las ocho de la noche. No pensé que aterrizaríamos en Rosario y luego tendríamos que viajar en un tren como ganado hasta Retiro para después caminar hasta aquí en medio de un sunami. Betty: Decile al señor que eso hicimos.
BETTY.- Así mismo fue, señor.
YOYI.- YA SÉ QUE NADIE ESPERABA ESTA HUELGA GENERAL. YA SÉ QUE NO MANDAMOS UN MAIL NI LLAMAMOS POR TELÉFONO! No me lo repita, la puta madre. No ve que estoy chorreando agua aquí en el vestíbulo de este hotel pedorro. Mi mujer está temblando y tiene los tobillos frágiles. Si no me da un cuarto, estarán en mi lista de demandados, carajo! Claro que espero. Adónde voy a ir? No tengo ningún programa y mi mujer está muy mal. Decíselo, Betty!
BETTY.- Estoy muy mal. Y él no tiene ningún programa.
YOYI.- Vaya a saber qué mierda fue a buscar. Pero vos no te preocupes, nos van a dar un cuarto.
BETTY.- Ojalá.
YOYI.- (Al público) El recepcionista volvió y explicó que había hablado con el señor Bruzzi o Bruzzico o Burzaco, el ayudante del gerente, que lamentaban mucho el malentendido, pero por desgracia no tenían cuartos disponibles. (Hacia adelante) Muy bien. Muy bien! Escriba su nombre completo y el del señor… Bruzzi, Bulzico o Bulzco o como mierda se llame en un papel. Los necesito para el juicio que les voy a hacer. A todos: Ala Aeronáutica, a los responsables de ese tren de porquería, a ustedes. Ella es mi esposa. Es testigo de todo. (Ella sonríe) Betty: Cuando termine de anotar sus nombres, firmá abajo y poné fecha y hora. Puede que no sea de esta ciudad… pero se metieron con la persona equivocada. No saben lo que les espera.
BETTY.- Pero Yoyi, escuchá lo que dice el señor. Dice que en el cuatro 819 hay dos pilotos de avión que se van a las siete de la mañana. Que puede darnos ese cuarto gratis.
YOYI.- Lo escuché. LO ESCUCHÉ! Me secaría recién a las ocho de la mañana. Los demandaré por un millón de pesos. Vamos.
BETTY.- Adónde? Qué vamos a hacer?
YOYI.- Vení! (Al público) Nos metimos en el hueco de la escalera. Pregunté desesperado: Betty, qué vamos a hacer?
BETTY.- Por qué te quisiste ir si después no te la bancás?
YOYI.- Para que alguien vea que hablo en serio! No nos pueden tratar así, puta madre!
BETTY.- Bueno, Yoyi, la verdad es que deberíamos haber llamado o haber enviado un telegrama.
YOYI.- Pero cómo podés estar chorreando agua en el hueco de la escalera sin tu taco alto ni el equipaje y CULPARME A MÍ PORQUE NO TENEMOS UN CUARTO???
BETTY.- No es tu culpa, Yoyi. Sólo sugiero que nos quedemos en el vestíbulo hasta las siete y aceptemos el cuarto de los pilotos que se van a esa hora. O acaso ves otra salida?
YOYI.- (Al público) En ese momento el recepcionista gritó mi nombre. Corrimos a la recepción. Él esperaba con el tubo del teléfono en su mano. Me llamaban desde el aeropuerto de Rosario. Habían encontrado nuestro equipaje. Las maletas estaban en… (Grita) MENDOZA!
BETTY.- Yoyi, por favor, no grites. Vas a despertar a toda esta gente dormida en el lobby.
YOYI.- Pero podés creer? Nuestras maletas fueron las últimas en ingresar en el aeropuerto en Mendoza y NO LAS SUBIERON AL AVIÓN! (Ha gritado en un susurro) Me avisaban que las mandarán al hotel antes de las 8. Le dije a ese tipo desagradable que me hablaba como si me hiciera un favor que esperaba que las maletas disfrutaran más que yo viajando, ya que cuando llegaran yo no estaría en este hotel porque MI CUARTO se lo habían dado a otra persona, por lo que IBA A DEMANDAR A TODO EL MUNDO ANTELA CORTE SUPREMA! La gran puta, Betty! Quiero mis maletas YA MISMO y las quiero AQUÍ y no donde estaba antes de que no me llevaran a destino! Vos tenés que testificar este mal trato.
BETTY.- Yo soy testigo de todo, Yoyi.
YOYI.- Ya vas a ver. Un amigo que juega golf con tu hermano tiene conexiones conla Aeronáutica. Losvoy a demandar a todos. Recibirán telegramas, cartas documento, facturas, tickets, lo que haga falta para probar lo que está sufriendo un enfermo del estómago que tiene su remedio en su maleta que en este momento está en Mendoza. Y también el sufrimiento de una pobre mujer de tobillos frágiles que ha tenido que atravesar toda una tormenta de basura en Buenos Aires para llegar a un hotel donde no tiene ni una cama donde descansar! Si algo nos pasa, compadezco a usted, señor recepcionista, al señor Bruzzaco o como mierda se llame, al gerente general y al mismo dueño de este hotel de porquería con olor a humedad y a pedo.
BETTY.- Pero él dijo que nos podíamos quedar en la oficina hasta las 7, hasta que se fueran los pilotos de avión.
YOYI.- QUE SE METAN EN EL CULOLA OFICINA! Tiene que haber un cuarto en algún lugar de la ciudad. No te preocupes, voy a solucionar todo. Tenés una moneda?
BETTY.- Todo lo tengo en la maleta gris, Yoyi.
YOYI.- (Al público) Y allí apareció una mujer bastante vulgar, por no aventurarme a decir que era de las que ejercían el oficio más antiguo del mundo que nos dijo:
BETTY.- (Como la prostituta) Es mejor que se ahorren dinero y esfuerzo. Ustedes no son de aquí, no? (Yoyi se sienta y mira a su costado donde se supone que està su mujer, asintiendo, mientras escucha a la prosti) Escuché que son de Mendoza. Y necesitan un cuarto por una noche, verdad? Miren, un amigo mío tiene un hotelito a dos cuadras de aquí. No es de lujo, pero limpio. Si quieren un cuarto les va a costar cien.
YOYI.- (A su mujer que supuestamente està junto a èl) Cien pesos un cuarto. No es caro.
BETTY.- (Como la prostituta) Los cien son para mí. El cuarto cuesta ciento cincuenta. Me dan primero mis cien pesos y yo misma los llevo al Hotel Gralor – por Graciela y Lorenzo, vieron?, los hijos de mi amigo – y le dicen al de la recepción que yo los he llevado. Me llamo Brenda. Mejor los acompaño. Tengo un paraguas para que no se mojen. Vamos?
YOYI.- (Al público) Le dí los cien pesos, salimos. A la cuadra de haber caminado bajo la lluvia, nos asaltó con un revólver la hija de puta. Y no sólo eso. Se le unió el supuesto dueño del hotelito. Me pidieron el rollo de billetes que tenía en el bolsillo. Betty no pudo abandonar su condición de pelotuda. Asustada gritaba:
BETTY.- Dales todo, Yoyi. No quiero aparecer muerta en una calle de Buenos Aires, aunque sea de madrugada, que es la hora en que mueren los que saben morir. Dales todo, por favor. Dales también la billetera que tenés en el bolsillo del saco!
YOYI.- Qué pelotuda! Por qué mierda no se calló la boca?
BETTY.- No le peguen, por favor! Es un pobre enfermo!
YOYI.- No soy ningún enfermo!
BETTY.- Estás enfermo, Yoyi, no lo niegues…
YOYI.- Es apenas una úlcera común y corriente. (Al público) Y comenzamos a caminar, ahora sin el dinero y bajo el agua, sin darnos vuelta, después de pedir inútilmente que nos dejaran algo de dinero para comer algo. No, era inútil. Había que caminar.
BETTY.- Nos asaltaron, Yoyi! Nos asaltaron! No nos mataron de casualidad!
YOYI.- Por qué tuviste que decirles lo de la billetera?
BETTY.- Preferirías que te encontraran muerto en una calle de Buenos Aires habiendo dejado en Mendoza a tus hijos y a tus nietos?
YOYI.- Sabés cuánto me queda en el bolsillo? Cincuenta centavos! Veinticinco centavos per cápita gracias a haber abierto tu bocaza!
BETTY.- Pero estamos vivos, no? Estoy temblando de pies a cabeza, mirá. Necesito tomar algo fuerte!
YOYI.- Y con qué? Con cincuenta centavos? Haceme el favor. Hay miles de policías en Buenos Aires, eso se supone. Y ninguno sale cuando llueve? No se puede creer! Mierda! Me robaron la tarjeta, también. Tenemos que hacer el reclamo de pérdida o robo! Pero cómo?
BETTY.- Yo tengo el celular en mi cartera. Cuál era el número?
YOYI.- Está en la agenda del celular.
BETTY.- Ah, sí. Aquí está. Ahí llama. Ah, señorita, me acaban de robar la tarjeta de crédito. Sí. Sí. Y no puedo decirle el número de la tarjeta, señorita. Si nos la robaron. Nos la robaron en plena calle, bajo la lluvia, fíjese qué tragedia. Cómo? El documento del titular? Sí, ya se lo doy. Cómo era tu documento, Yoyi?
YOYI.- Sí, repetí…
BETTY.- Ay, Yoyi, no! Me quedé sin crédito. Se cortó la comunicación. Necesito ponerle una tarjeta…
YOYI.- Y dónde mierda te parece que podemos comprar una tarjeta ahora? Me cago en la mierda, carajo! Vamos a buscar una comisaría. (Al público) Sí. Bajo la lluvia buscamos la comisaría más próxima. Al parecer, esa madrugada, todas las comisarías eran un verdadero loquero. Gente robada, gente violada, prostitutas, rateros, padres de familia con hijos perdidos, vendedoras de Avón, lo que puedan imaginarse. El agente de la recepción parecía estar en las nubes. No oir ni ver nada. Momia. (Hacia adelante) Disculpe, no? Mi mujer y yo no somos de aquí. Recién llegamos a Buenos Aires, nos asaltaron y… (Al público) Sonaba el teléfono. El agente recepcionista nos dijo que esperáramos. Después nos comunicó que los basureros habían levantado la huelga. Como si a nosotros nos importara. Ya mi mujer se había roto el taco alto del zapato. Pero, eso sí, nos comunicó también que ahora estaban de huelga los repartidores de leche. Yo seguía diciendo… “Nos asaltaron, sabe?” mientras mi mujer preguntaba…
BETTY.- (Hacia adelante) Los chicos no tendrán leche? Qué crueldad!
YOYI.- Y yo insistía: “Nos asaltaron a una cuadra del Centro Naval” Y mi mujer agregaba.
BETTY.- Una mujer armada. Podría habernos matado. Una tragedia, una verdadera tragedia, señor.
YOYI.- (Al público) El recepcionista nos preguntó nombre y apellido. Le dije que no se los había preguntado.
BETTY.- El señor nos pregunta por nuestros nombres. Jorge y Beatriz Arriaga, de Mendoza. Pero a mí puede llamarme Betty y a él todos le decimos Yoyi. Es una historia que viene desde que él era chiquitito y le preguntaban, “Cómo te llamás, Jorgito?” y él contestaba “Yoyi”. Esas cosas que pasan con los chicos, se da cuenta?
YOYI.- (Al público) Nos preguntó dónde nos hospedábamos. Me ví obligado a decirle que en ningún lugar, lo que nos convertía en cartoneros, prácticamente.
BETTY.- (Hacia adelante) Señor… Ni los hospitales tendrán leche? No le parece una atrocidad?
YOYI.- Terminala con la leche, Betty! (Al público) El agente me preguntó si no habíamos hecho una reservación. Le conté que nuestro avión había aterrizado en Rosario y que cuando llegamos a Buenos Aires, luego de una odisea en un tren de mierda, les habían dado el cuarto a otra persona. Que lógicamente no habíamos podido ni mandar un mail ni llamar por teléfono, aunque obvié decir que Betty tenía un celular que a esa altura no servía para nada. Que a esa altura ya sabíamos que no existía el famoso hotel Gralor. Me preguntó por qué habíamos ido. Le dije que NO SABÍAMOS QUE NO EXISTÍA, CARAJO. Que nos habíamos dado cuenta cuando la asaltante y su pareja nos habían robado todo el dinero. El agente nos hizo firmar un formulario y nos dijo que fuéramos a hablar con el Capitán Malatesta. Un formulario. Para qué mierda firmar un formulario!
BETTY.- Dale, firmá el formulario, sí mi amor?
YOYI.- No quiero! Quiero mi plata! Dónde está el Capitán Malatesta? Por qué nadie nos ayuda?
BETTY.- Lo firmo yo, querido?
YOYI.- No! No quiero que lo firmes! No quiero que firmes nada! Dónde está el Capitán Malatesta. (Al público) El tipo me mandó a la segunda puerta del pasillo, oficina del Capitán Malatesta, que llegaba a las once de la mañana. (Hacia adelante) CÓMO A LAS ONCE DELA MAÑANA? QUIERO QUE SE OCUPE AHORA! Mientras tanto una mujer gritaba que era la tercera vez que le robaban la cartera justo en la puerta de la comisaría y que quería que esta vez se la recuperaran. Se lo dije bien clarito: – En cuanto se ocupen de MI ROBO, señora, se ocuparán de su cartera. No se me adelante que yo estoy primero. Y pregunté al agente: – Hay alguien más a quien pueda ver? Pero me dijo que todos los policías estaban muy ocupados y empezó a atender a la mujer de la cartera. Entonces le pregunté su nombre y lo anoté. Para mi lista de demandas. El agente nos sugirió que fuéramos al Cuartel de Bomberos. Parece ser que la guardia nacional había puesto allí unos catres militares y que convidaban café con rosquitas.
BETTY.- Perfecto, Yoyi. Todo solucionado. Adoro las rosquitas.
YOYI.- No quiero café ni rosquitas. Quiero mi plata. (Al público) La policía nos llevó en un móvil al Cuartel de Bomberos, luego de que mi mujer discutiera con la señora que denunciaba el robo de su cartera en una discusión de sordos. Ambas se referían a la mujer delincuente como si hubiera sido la misma. – Era una mujer altísima – decía la mujer. – La nuestra era baja – decía Betty. – ERA ALTÍSIMA – gritaba la mujer. BETTY.- ERA BAJA!
YOYI.- Gritaba Betty. ERA ALTÌSIMA – gritaba la mujer.
BETTY.- ERA BAJA!
YOYI.- Gritaba Betty. Como fuere la cosa, subimos al auto (Se suben a un supuesto auto) y mientras yo me dormía Betty me decía:
BETTY.- A lo mejor era alta. Uno no puede descubrir la altura con un taco roto. No te parece? (Yoyi se duerme en su hombro) No te duermas sin comer antes, Yoyi. De otro modo… a lo mejor no despertás nunca, querido. Lo que pasa es que no hemos comido ni dormido desde ayer a la mañana. Hace veinticuatro horas que estamos metidos en este viaje maravilloso.
YOYI.- (Al público) Pero en mitad del camino llamaron por radio y hubo cambio de planes y nos querían obligar a bajarnos del auto de la policía porque tenían un asalto a una despensa importante que tenían que proteger.
BETTY.- No nos van a llevar al cuartel? Y el café y las rosquitas?
YOYI.- Dicen que está a ocho cuadras de aquí.
BETTY.- Y no nos pueden llevar primero?
YOYI.- Pero no escuchaste? Dicen que tenemos que cooperar, que no tienen muchos patrulleros.
BETTY.- Pero vos cómo vas a hacer, Yoyi? Estás casi dormido. En fin, no hay mal que por bien no venga, porque si te dormías… Vamos, vamos, hay que bajar. El señor dice que tenemos que movernos. Bah, fue grosero, dijo que hay que mover el culo, pero yo no quería repetirlo tal cual. Tenés que despertarte, mi vida. Hay que caminar unas cuadritas, amor mío. Hay un asalto, viste?
YOYI.- No pueden atrapar más tarde a los asaltantes?
BETTY.- No discutas, Yoyi. Vamos, hay que cooperar con las fuerzas del orden.
YOYI.- Dónde estamos? La policía tiene el deber de protegernos y trasladarnos.
BETTY.- El oficial sabe lo que hace, querido!
YOYI.- No me van a tener de aquí para allá como a mis maletas. No pienso bajarme del auto. (Al público) Ante tan firme aseveración, arrancaron los hijos de puta. Arrancaron a los santos pedos, echando putas por Palermo viejo. Y con Betty pudimos ser los protagonistas cagados de la más feroz resistencia que hubiésemos podido vivir en un asalto a una despensa de la gran ciudad, (Se escucha la sirena policial que se va perdiendo) envueltos en el sonido electrizante de la sirena policial. Detuvieron el auto. Al parecer habían logrado ubicarlos. Se bajaron del coche para capturarlos. Eran las cinco de la madrugada y nosotros esperábamos en el móvil policial que los policías trajeran esposados a los delincuentes. Ya no podría dormir, ya no llegaría a la entrevista. Pero los que subieron al auto después de reducir a los policías fueron los malhechores.
BETTY.- Dios santo, Yoyi. Nos están secuestrando!
YOYI.- (Al público) Nos amenazaron con un revólver. Era la segunda vez en la noche que lo hacían. De nada sirvió que tratáramos de explicarles la situación. Ellos seguían corriendo en el auto con la sirena a todo lo que daba.
BETTY.- Tenemos familia en Mendoza, chicos. Y mi marido no se siente nada bien. Es un hombre muy enfermo.
YOYI.- (Al público) Nos tiraron en los bosques de Palermo a las cinco y cuarto de la madrugada y se fueron. Los dos solos en la oscuridad total. (Las luces han bajado. Ellos estàn iluminados por un cìrculo de luz celeste, espalda contra espalda. Pausa. A ella) Betty, oíme.
BETTY.- No quiero discutir, Yoyi.
YOYI.- No me vas a echar la culpa de esto que nos ha pasado, supongo.
BETTY.- Está bien. No voy a echarte la culpa, pero no quiero discutir. Al bajar del auto perdí el otro zapato y ahora acaba de pisarlo ese auto que pasó…
YOYI.- … ya veo, sí. Echando putas.
BETTY.- No importa. Voy a caminar descalza.
YOYI.- No te lo aconsejo aquí. Podrías pisar algo filoso y herirte.
BETTY.- Ya lo pisé.
YOYI.- Algo filoso?
BETTY.- Creo que sí. Algo así como el borde de una lata. Mirame. Me sale sangre?
YOYI.- Un poquito.
BETTY.- Dios mío. Me voy a morir de tétanos.
YOYI.- Eso no es lo importante. Quiero decir: Tenemos que irnos, pero no podés caminar así. Es claro, si pudiera volaría, mi amor. Pero lo que pasa es que hay niebla en Buenos Aires.
BETTY.- Dejate de ese sarcasmo pelotudo, Yoyi… Me duele el pie.
YOYI.- Está bien. Te hago upa.
BETTY.- No. A upa no, Yoyi. (Èl la alza en sus brazos)
YOYI.- (Haciendo un esfuerzo sobrehumano) Tengo que llevarte a un hospital. Seguro que están en huelga, pero no importa. Yo te llevo lo mismo. Soy responsable de vos.
BETTY.- Es que sos un hombre débil y te vas a desmayar. Hace horas que no probás bocado.
YOYI.- Vos tampoco, no pesás mucho. No te preocupes.
BETTY.- No me preocupo, Yoyi. No dije que estuviera preocupada. Pero por favor, bajame.
YOYI.- Tenemos que llegar al Cuartel de Bomberos, que esperemos que no se haya incendiado. Tenemos que dormir un poco porque tengo una entrevista a las nueve y…
BETTY.- (Grita) Te vas a herniar, carajo! Ya tenés una úlcera, es que querés reventar?
YOYI.- Está bien. Te bajo. (La baja) Te bajo. Te bajo y me acuesto. Cinco minutos. Vamos a descansar cinco minutos. Debajo de este árbol, Betty… Debajo de…
BETTY.- YOYI, ES PELIGROSO QUEDARNOS AQUÍ.
YOYI.- Para nada, Betty. Para nada. Es el menor peligro que corremos. Salvo que nos pique algún bicho. Vení. Tratemos de dormir.
BETTY.- Bueno. Buenas noches… Yoyi. (LAS LUCES BAJAN. ENLA BANDA SONORASONIDO DE PAJAROS LUEGO DE UN SILENCIO. SUBEN LAS LUCES. ESTÁ ÉL SOLO)
YOYI.- Cuando me desperté estaba solo. Me dolia el cuello, me dolía la espalda. Me dolía todo el cuerpo, en realidad. (Mira hacia los lados) Dónde estás, Betty? Dónde estás, querida? Betty, dónde te metiste? (Corre por toda la sala) BETTY!!! (Desde un lateral entra Betty y se sienta)
BETTY.- A desayunar! Encontré una golosina en un banco! (Él vuelve y se sienta junto a ella) Fuera, fuera, perrito. No puedo darte este turrón aunque tengas hambre. Es NUESTRO desayuno.
YOYI.- Soltá eso. Soltá eso, perrito. SOLTALO, PERRO DE MIERDA, no me vas a quitar lo que es nuestro. Ah, te asustaste! Bien. Ya es todo nuestro. Cómo tenés el pie?
BETTY.- Mejor. Comelo, Yoyi. Lo necesitás.
YOYI.- Estará bueno? Estaba en un banco, lo lamió el perro… No sé…
BETTY.- Seguro que sí. Mirá, tiene dextrosa, miel de maíz y niacina. Pura energía, Yoyi. Y vos necesitás energías. Sos…
YOYI.- Soy un hombre sano. No empieces.
BETTY.- Sos un hombre que va a tener una entrevista, querido. Necesitás estar bien. Vamos, lo compartimos, eh? Tomá.
YOYI.- Gracias. (Ambos comen una barrita de cereal) Hoy podrías haber tomado el desayuno en la cama, jugo de naranjas, medialunas, tostadas con manteca y mermelada y una gran taza de café caliente. En cambio, estás desayunando una golosina probablemente rancia que dejó un perro en un banco de los bosques de Palermo a las… Che, dónde está mi reloj?
BETTY.- No te pongas nervioso.
YOYI.- No estoy nervioso. Pero dónde está?
BETTY.- Fue todo tan rápido.
YOYI.- Qué cosa fue rápida?
BETTY.- Dijiste que no te pondrías nervioso, querido.
YOYI.- Lo dije antes de que empezaras a hablar. Tu tono es terriblemente presagioso. Dónde está mi reloj?
BETTY.- Se lo dí a uno de los travestis esos que nos rodeaban mientras dormías.
YOYI.- Le diste mi reloj de dos mil pesos a un hombre vestido de mujer? Por qué?
BETTY.- Porque parecía tener un cuchillo, Yoyi. Bueno, a lo mejor no era un cuchillo sino un… bueno, uno de esos juguetes sexuales que usan los que… ay, no sé, Yoyi, todo fue tan rápido y… y él o ella, qué se yo, no nos dejaba en paz.
YOYI.- Y por qué no me despertaste?
BETTY.- No quería que te apuñalara. Digo, si era un cuchillo. Tampoco quería que te hiciera otra cosa… Me pone nerviosa hablar de esto, Yoyi.
YOYI.- Querés decir que me asaltaron mientras dormía?
BETTY.- Sí, algo así.
YOYI.- Un travesti?
BETTY.- Sí.
YOYI.- Con un cuchillo?
BETTY.- Bueno, yo pensé que era un cuchillo o… algo fálico.
YOYI.- MIERDA!
BETTY.- La plata te la robó una mujer con un paraguas y eso no lo cuestionaste. Por qué discriminás?
YOYI.- No te pidió dinero? Digo, el travesti.
BETTY.- No dijo nada. Agarró el reloj… y huyó.
YOYI.- No te pidió plata, ni siquiera el reloj… y vos se lo diste.
BETTY.- Se lo dí, se lo dí… Parecía gustarle. Lo tomó y yo no tenía otra salida. Tenía un cuchillo.
YOYI.- Le viste el cuchillo?
BETTY.- Nadie te asalta en la oscuridad de los bosques de Palermo a las cinco de la madrugada, vestido de mujer, a menos que tenga un cuchillo, no?
YOYI.- Nunca me puse a pensarlo. (Al público) Sería un cuchillo?
BETTY.- Comé, comé esa porquería. Tenés una entrevista en el canal a las nueve.
YOYI.- Ni siquiera voy a saber cuando sean las nueve.
BETTY.- Lo siento, Yoyi. Estoy avergonzada, irritable, tengo ganas de llorar. Debe ser el cansancio que me ha provocado este viaje maravilloso ala Capital. Peroahora se me ocurrió algo. Podríamos ir ala Sociedadde Ayuda al Viajero.
YOYI.- Cuál viajero?
BETTY.- Cualquiera. Una vez leí que existía. Le prestan dinero a turistas en dificultades. Averigüemos adónde queda, qué te parece? Qué te parece la idea? Qué te parece, querido, por qué no me contestás?
YOYI.- Porque acabo de romperme un diente con la puta golosina.
BETTY.- Con la golosina? A ver… dejame verte.
YOYI.- No. Es uno de los de adelante. Ya ni sonreír puedo.
BETTY.- Quizá no se haya roto.
YOYI.- ESTOY SEGURO! LO TENGO ROTO!
BETTY.- A ver, mostrame. (El le muestra) Quizá no… Pero sí. Se te rompió.
YOYI.- Se acabó. Yo no puedo más. Aunque tuviera dinero y me afeitara, nunca me darían ese puesto si ni pudiera esbozar siquiera una… leve sonrisa.
BETTY.- Un dentista te lo podría arreglar, amor mío.
YOYI.- Por cincuenta centavos?
BETTY.- Recurramos ala Sociedadde Ayuda al Viajero…
YOYI.- NO ARREGLAN DIENTES!
BETTY.- Bueno, bueno. Era una sugerencia, nomás.
YOYI.- Estoy bien cagado. No me van a contratar ni en ese canal ni en una mísera acequia de Mendoza. Creés que van a contratar a un tipo que viene del interior, que no puede sonreír y que pierde aire por su diente roto? Ni soñarlo. Perfecto. Se acabó la expectativa. Ahora vamos. Mirá, sale el sol. Deben ser cerca de las siete y media. Nunca lo voy a lograr.
BETTY.- Todavía hay tiempo. No te des por vencido ni aún vencido. Almafuerte! Escuchá un poco. Alguien está llorando? Parece una criatura. Ay, sí. Es un chiquito. Mirá, está en ese banco, llorando. Está solo. Quizá se perdió.
YOYI.- Quizá no se perdió y solamente está solo.
BETTY.- Y por qué llora? No estaría llorando, Yoyi. Mi deber es averiguarlo, no podría dormir esta noche, mirá, si no lo averiguara.
YOYI.- Averigualo, averigualo, que no te soportaría otra noche sin dormir.
BETTY.- Aquí estoy, tesoro. Por qué llorás, mi vida? Dónde están tus papás? Es oriental, Yoyi. Japonés, o chino…
YOYI.- O coreano.
BETTY.- Parece que no habla castellano, Yoyi, mirá que tragedia.
YOYI.- Bueno, Betty. Tendrá que esperar a que pase algún oriental que hable su idioma. No nos metamos, Betty…
BETTY.- Está hambriento y atemorizado… Tenemos que hacer algo.
YOYI.- Cómo sabés que está hambriento? Te lo dijo?
BETTY.- No podemos dejarlo solito. Por qué no hacés algo por él?
YOYI.- Qué podría hacer con cincuenta centavos en los bolsillos y un turrón podrido que le quité a un perro en el estómago por todo alimento y que, además, me rompió el diente.
BETTY.- Ves? Ya te has convertido en un porteño más. Egoísta y sin sensibilidad social. Andate vos a tu entrevista. Yo me voy a quedar con el chico hasta que aparezca alguien.
YOYI.- Ya que querés comprarle algo para comer, por qué no te fijás si tiene algo de plata?
BETTY.- Plata?
YOYI.- Digo, en los bolsillos. Tal vez con ese dinero podremos comprar una tarjeta para tu celular y así hacer una llamada a Ayuda al Viajero para que nos ayuden. A ver, me voy a encargar yo de él. (Al público) Y lo llevé tras unos arbustos para revisarle los bolsillos. Y en ese momento el mundo se dio vuelta. Apareció una gorda infame gritando como una loca que qué le estaba haciendo a ese chico, que le quitara las manos de encima y que si estaba tratando de abusar de él. Traté de explicarle pero empezó a gritar: – Policía! Hay un pervertido en este sector del bosque! Un abusador sexual! Y yo suplicando que no gritara así. Y mientras ella seguía gritando – Hay un pervertido, hay un pervertido!, yo tomé la mano de Betty y le dije: – Aunque se te quiebren los tobillos, corré, haceme el favor! Y corrimos por el parque a campo traviesa mientras nos perseguía un policía en moto sin que pudiera alcanzarnos porque nos refugiamos tras otro arbusto.
BETTY.- Ese policía casi nos alcanza. Por qué no te paraste a explicarle?
YOYI.- A explicarle qué? Te parece que lo hubiera entendido, con tanto abusador sexual como hay ahora? Me hubieran dado entre diez y veinte años. Te dije que lo dejaras en paz, carajo!
BETTY.- Hice lo que me dictó la conciencia. Ese niñito estaba muerto de miedo.
YOYI.- Yo no lo ví muerto de miedo. Es más: mientras a mí me buscan por pervertido, seguro que en este momento está comiendo un helado. Salgamos del parque de una buena vez!
BETTY.- (Se mira la mano) Oh, Dios Santo. Se me cayó el anillo. Te das cuenta, Yoyi? Perdí el anillo.
YOYI.- Ahora??? AHORA PERDISTE EL ANILLO???
BETTY.- Lo siento. La próxima vez lo voy a perder cuando no estés apurado.
YOYI.- Cómo se te pudo caer?
BETTY.- Porque no comí. Tengo los dedos más flacos. Por eso.
YOYI.- La gran puta. No se lo sacó en cuarenta años y lo pierde justo ahora.
BETTY.- No me hables en tercera persona. Estoy aquí, en primera persona.
YOYI.- No! Me hablo a mí mismo en segunda persona! Todo se acabó. Todo acabará a las nueve en punto.
BETTY.- Andate. Andate a la famosa entrevista. No te preocupes por mí! Me voy a quedar aquí, de rodillas, cavando con mis manos hasta que lo encuentre.
YOYI.- Betty! Es sólo una alianza de oro de sesenta pesos. Si consigo el puesto en el canal te compro una mejor. Olvidate de este asunto.
BETTY.- Olvidarme de mi anillo de casamiento? Cómo podés decir semejante cosa? Cómo podés ser tan inhumano? ES MI ANILLO DE CASAMIENTO! NO QUIERO OTRO! QUIERO EL QUE VOS ME PUSISTE EN EL DEDO!
YOYI.- Lo entiendo, lo entiendo, Betty. Fue una sugerencia inocente.
BETTY.- Es la única cosa material que tengo que me importa, fijate. No voy a olvidarme de él ni dejarlo tirado por allí! No me importa lo que vos hagas!
YOYI.- Estás enojada.
BETTY.- ASÍ ES! ME QUEDARÉ AQUÍ BUSCANDO!
YOYI.- Estás cansada y enojada.
BETTY.- DEJAME TRANQUILA, CARAJO!
YOYI.- Está bien. No nos iremos. Nos vamos a quedar aquí.
BETTY.- NO ME TOQUES!
YOYI.- Mi amor, no te enojes conmigo. Nos vamos a quedar hasta encontrarlo… (Al público) Y en ese mismo momento aparecieron dlos muchachones de unos veinte años que me sostuvieron y me pegaron en las costillas. Es decir: Me sostuvo uno, hijo de mil putas y me pegó el otro, la concha de su madre, mientras le preguntaba a mi mujer – Está bien, señora? Está bien? La quiso violar este enano de mierda? Ella le aclaró:
BETTY.- Es mi marido! Es muy enfermo! Yoyi, estás bien?
YOYI.- (Al público) Y entonces, los dos hijos de mil putas salieron a los pedos gritando: – Por qué no nos avisó? Pensamos que este le quería hacer algo malo! Te lo dije, boludo. No hay que ayudar a nadie, boludo!
BETTY.- Yoyi, decime algo, estás bien?
YOYI.- Te pedí que te olvidaras del anillo.
BETTY.- Dónde te pegó?
YOYI.- Primero en las costillas.
BETTY.- Y después?
YOYI.- Después también.
BETTY.- Te duelen las costillas, mi amor?
YOYI.- No. Me duele la rodilla. Caí arrodillado sobre tu anillo.
BETTY.- Yoyi! Qué maravilla! Gracias al cielo! Ya me siento mejor. Ves? Lo encontraste, querido. Es que todo este tiempo he estado rezando un padrenuestro doble para encontrarlo.
YOYI.- Mientras me cagaban a puñetazos?
BETTY.- No. Antes.
YOYI.- No delires. Antes estabas furiosa.
BETTY.- Rezaba furiosa, Yoyi. No importa el tono. Lo importante es rezar.
YOYI.- (Al público) Salimos del bosque. (A ella) Vamos, Betty, caminá más rápido.
BETTY.- Sin tacos y con los zapatos rotos? Me gustaría verte. Para colmo se me rompieron las medias. Tengo los pies en carne viva.
YOYI.- Y hasta cuándo te vas a quedar allí parada?
BETTY.- Hasta que me muera o me rescaten, Yoyi.
YOYI.- Está bien. Eso es una iglesia. Entremos. Entremos ya y descansemos sentados mientras rezás algo a ver si el de arriba se apiada de nosotros.
BETTY.- Eso. Quizá si rezamos con mucha devoción, podrás lograrlo.
YOYI.- No voy a poder lograrlo si me detengo a rezar, Betty.
BETTY.- Necesitamos esperanza y valor.
YOYI.- Yo necesito un barbero y un dentista. (Al público) Pero ella ya había entrado a la iglesia. (A ella) Betty, no quiero ser irrespetuoso. Pero justo ahora se te ocurre rezar? (Al público) Se cagaron en su ocurrencia, se los juro. Porque nos dijeron, unas señoras con sonrisa fingida y modo terminante, (Haciendo como la señora paqueta) que la iglesia estaba cerrada para hacer un ensayo de una ceremonia de la santa misa que el domingo iba a salir por televisión. (Como èl) Nos echaron. Me negué. No podían coartarme mi derecho a rezar, carajo. Anoté su nombre para mi lista de demandas. Podía olvidarme del avión, de las maletas, del tren, del reloj, del diente. Pero no podían coartarme mi derecho a rezar. Les grité: – Hágale saber al obispo que recibirá una carta de mis abogados! Pero nos fuimos, de todos modos.
BETTY.- Yoyi, qué hicimos mal? No podemos ni caminar, ni comer, ni rezar!
YOYI.- Mientras conservemos la cabeza, podemos pensar.
BETTY.- No por mucho tiempo, ya vas a ver.
YOYI.- Querida, querida, todavía no estamos derrotados…
BETTY.- Sí lo estamos. Esta ciudad… nos ganó.
YOYI.- No! No nos rendiremos! (Hacia delante) Me oíste, Buenos Aires? No nos rendimos! Te quedó claro, capital dela República? (Casi llorando) Podés robarme, matarme de hambre, romperme el diente y los tobillos de mi mujer! Pero no me voy a ir!
BETTY.- Estás gritando en medio de la calle, Yoyi. Te van a oír!
YOYI.- No me importa! Ella es una simple ciudad. Y YO SOY UNA PERSONA! Soy más fuerte que una ciudad! No, Buenos Aires, no vas a salirte con la tuya. Tengo nombres y direcciones! Betty, iremos al hotel en auto y nos darán un cuarto, un baño caliente y comida decente, entendés? Ya me cansé de estas tonterías!
BETTY.- Por favor, Yoyi. Cómo iremos al hotel?
YOYI.- Cómo? Ya te lo voy a mostrar! (Al público) Y en ese mismo momento me puse en medio de la avenida y detuve un auto. Gemí por la ventanilla: Podría ayudarnos, por favor? Mi mujer no puede caminar. Podría hacercarnos hasta el hotel del Centro Naval en Córdoba y Florida? Si tiene la decencia de un ser humano, no nos abandonará aquí. Nos hizo subir. – Dios lo bendiga, señor. Si supiera la odisea por la que pasamos no me lo creería. Somos Betty y Jorge Arriaga, de Mendoza. Entonces él, con un acento evidentemente norteamericano, dijo que era el nuevo delegado cultural en la embajada de los Estados Unidos. Que él se bajaría enla Embajaday que luego su chofer nos llevaría hasta el hotel. Pero, pueden creerlo? En la puerta dela Embajadade los Estados Unidos, los muchachos de la izquierda, encapuchados, con banderas y bombos, estaban haciendo un poderoso acto de protesta. Y al ver llegar el auto oficial, se abalanzaron contra nosotros que quedamos encerrados. Ellos trataron de volcarlo y nos acribillaron con huevos. Yo gritaba: – SOMOS NEUTRALES! NO SOMOS POLÍTICOS! Y Betty me ayudaba. Bueno, en realidad, no ayudaba demasiado.
BETTY.- SOMOS DE MENDOZA, HUEVONES! DEJEN DE MOLESTARNOS QUE MI MARIDO ES JUBILADO Y ADEMÁS, ENFERMO!
YOYI.- Hasta que al final llegó la policía y nos sacó de ese auto. Allí me dí cuenta de que había cámaras de televisión que me filmarían y podrían acabar con mi carrera como escritor! Nos subimos al móvil policial. Eran las ocho y cinco de la mañana. Aún estábamos a tiempo. No todo estaba perdido.
BETTY.- Estoy por desmayarme.
YOYI.- Ni se te ocurra! Esperá hasta llegar al hotel.
BETTY.- No. Me voy a desmayar aquí. Estoy mareada y… me voy a desmayar…
YOYI.- NI SE TE OCURRA HACERLO!
BETTY.- Sí. Mirá.
YOYI.- (Al público) Y se desmayó. Allí en el auto policial. Al llegar al hotel volvió en sí, pero tuvieron que bajarla del auto dos policías y el botones del hotel. (Mirando hacia adelante) Me llamo Jorge Arriaga y… (Al público) Un momento, por favor, me dijo el recepcionista del hotel y DESAPARECIÒ EL GUACHO! Gritè como un loco: NO TENGO UN MOMENTO! SI NO ME DAN UN CUARTO YA MISMO YO…” Pero de repente apareciò de nuevo y me dijo: – Su cuarto está listo. La suite 927. Fui solamente a buscar un mensaje para usted. Su equipaje llegó a las 8 y está en su cuarto. En el mensaje le piden miles de disculpas y esperan que disfrute su estadía. (Al público) JA! Disfrutar la estadía! Miro a Betty y noto que se estaba desmayando nuevamente. La sostenía el botones que ahora la subió hasta la habitación. (A ella) No te preocupes, querida. Ya te vas a sentir bien, mi vida. Te darán comida caliente y vendas para los tobillos, mi amor.
BETTY.- (Desfalleciente) No me preocupo, Yoyi…
YOYI.- (Al público) Eran las 8 y 43. Tenía diecisiete minutos para comer y vestirme. Le dí mis cincuenta centavos al botones. Era todo lo que nos quedaba, pero cuando se fue, ME DÍ CUENTA! (Mirando la valija) DIOS! CERRADA!LA MALETA ESTÁCERRADA!
BETTY.- Abrila con la llave.
YOYI.- Qué llave?
BETTY.- La que guardás en la bille… tera. (Cae) Por Dios, no tenés la billetera…
YOYI.- Ergo, no tengo la llave! Y allí dentro, Betty, hay una camisa limpia y una afeitadora. Y por las callecitas de Buenos Aires, que tienen ese qué se yo, viste?, hay una puta delincuente con una puta billetera y mi puta llave. Si existe justicia en este mundo, que la asalte el travesti que me robó mi reloj!
BETTY.- Y no podrás abrirla con un cuchillo?
YOYI.- Es el modelo “diplomático”. Para documentos diplomáticos. No se abre ni con una bomba.
BETTY.- Y si le decimos a los del hotel que envíen un cerrajero?
YOYI.- En diecisiete minutos? Es la última vez en mi vida, te lo juro por Dios, que compro una buena maleta. Nunca, nunca, nunca más. (Suena un teléfono)
BETTY.- Sí, hola. Ah sí, yo fui la que pedí comida, sí. Podrían mandarla en diecisiete minutos? Ah, comprendo. No, Yoyi. Van a tardar como una hora en mandar la comida. El hotel tiene una convención y le están sirviendo el desayuno a miles de gente.
YOYI.- Ojalá que sea una convención de pompas fúnebres, porque estoy a punto de asesinar a alguien.
BETTY.- Por qué no llamás al canal y avisás que vas a llegar un poco más tarde?
YOYI.- Retraso es mala palabra para un debutante en un canal de televisión. Las nueve en punto son las nueve en punto. Cualquier boludo puede llegar a las 10. Pero a las nueve en punto llegan sólo los eficientes, no te das cuenta?
BETTY.- No.
YOYI.- La puta madre! VOY A LLEGAR A LAS 9. QUIERO ESE PUESTO! Un pequeño obstáculo como la mismísima ciudad de Buenos Aires no me va a detener, carajo. Me sacaron el dinero, el reloj, el diente, la posibilidad de REZAR! Pero no me van a detener. Cuando se quiere algo de verdad, nada lo detiene a uno. Vuelvo en una hora, mi amor. Seré el nuevo escritor del canal! (Al público) Me miré al espejo y casi me desmayo. Estaba sucio, barbudo, despeinado. Le dije a Betty: – Betty mi amor. Quiero que sepas algo. Pase lo que pase… Voy a estar siempre con vos. Y gracias por no haberme abandonado.
BETTY.- Todo lo que quiero es que seas feliz, Yoyi. Pero por favor, no me beses que tengo alergia a la barba!
YOYI.- (Al público) Para compensarme en el hotel se hicieron cargo de hacerme llevar por un remise hasta el canal. Parecía un pordiosero, con mi traje ajado y sucio, con mi barba y mi olor a transpiración acumulado durante mi viaje maravilloso a la gran ciudad. Llegué a las 9 en punto. Y cuando conté mi historia, minuciosamente – esta historia que acabamos de contarles a ustedes – alabaron mi imaginación y de inmediato me dieron el puesto. Al llegar al hotel, Betty aún tenía sus pies metidos en la bañera. (A ella) Mi amor, me dieron el puesto. Voy a ganar el doble de lo que gano con mi jubilación. Ah, y se hacen cargo del alquiler del departamento que elijamos. Los deslumbré, aún con mi diente roto.
BETTY.- Qué les dijiste?
YOYI.- Qué les dije? Qué creés que les dije? (Pausa. Se escucha una música suave)
BETTY.- No lo sé. Esperaba que dijeras que no. Esperaba que dijeras que vos y tu esposa no cuadran con Buenos Aires. Que… querías seguir viviendo en Mendoza. Que no querías pisar otra gran ciudad en tu vida. Que no querías vivir aquí. Que de todos modos, si les interesaba tu imaginación y tu talento, podrías escribir los libretos desde allá. Y que detestabas cualquier lugar donde la gente tuviera que vivir encimada y agredida, sin suficiente espacio para caminar, respirar ni sonreír. Y que no querías caminar por las calles pisando basura, ni tener que darle tu reloj a un travesti mientras te ves obligado a dormir en los bosques de Palermo. Que no querías viajar en trenes parado, apretado como sardina y sin comer, ni en aviones que no pueden aterrizar ni volver a perder el equipaje. Que deseabas no haber venido jamás y que lo único que en verdad querés… es pasar a buscar a tu mujer, llevarla al aeropuerto y volver a tu casa para vivir feliz el resto de tu vida. Esto esperaba que les dijeras… Yoyi.
YOYI.- Es curioso, Betty. Sabés algo? (Se emociona levemente) Eso mismo les dije. Palabra por palabra. (Al público) Cuando nos dirigíamos en taxi hacia el aeroparque… un piquete bloqueaba avenida Libertador. – Vaya por otro lugar – le dije al taxista. – No puedo, maestro – me contestó – Todas las calles que llevan al aeroparque están cortadas. Y no sólo esas. Hay cortes en el Obelisco, en el Congreso, en la 9 de julio, enla Plazade Mayo, en Plaza Lavalle… protesta en los Tribunales y parece que van a parar los subtes de nuevo. Con Betty nos dispusimos a esperar, cagados de risa. Y allí comprendí… que había tomado la decisión correcta. (Estalla una música brillante de comedia musical. Ellos saludan, si es posible bailando)
TELÒN FINAL
Lauro/viaje maravilloso
LAURO CAMPOS
“SEGUIREMOS SIENDO FELICES”
UNA COMEDIA PARA SER CONTADA
(Y ACTUADA, CLARO)
personajes:
YOYI
BETTY
En la temporada del estreno – mayo de 2010 en el Teatro dela Plazade Rosario y agosto del mismo año en el Centro CulturalLa Nave, la comedia se desarrollò, por decisiòn de la directora, Paula Corvalàn, frente a dos atriles y en dos banquetas altas en las cuales se sentaban los personajes para leer sus libretos y contar así la historia. Por supuesto que recorrìan la escena, libreto en mano, pero con el libro sabido en su totalidad. A veces se dirigìan al pùblico, a veces cambiaban otras dos banquetas altas en proscenio para que el pùblico imaginara las escenas planteadas y para dialogar entre ellos o charlar con el público. Esta fue una propuesta que aceptaron sus intèrpretes, en esa ocasiòn Emmy Reydò y el propio autor, Lauro Campos, ya que distanciaba al pùblico de todo elemento naturalista y lo hacìa pensar en el mensaje – si es que tiene alguno – de la obra. Durante las veinte representaciones que se hicieron, el pùblico delirò a carcajadas con el texto y la interpretaciòn. Y es claro, se emocionò al final. Pero, y esto es importante, los actores deben divertirse mucho con sus personajes y evitar en lo posible todo dedito levantado, porque en esto de las realidades de un paìs o de una ciudad, nadie tiene la fòrmula para vivir feliz. Cada director elegirà los elementos que ha de manejar y còmo hacer la comedia y el autor QUIERE que asì se haga, siempre y cuando la meta sea divertir.
ACTO PRIMERO
YOYI.- Esta historia que voy a contarles necesita de un prólogo. Algo que les explique que yo me llamo Jorge Arriaga, que mis amigos y mi familia me dicen Yoyi y que estoy casado con Betty desde hace cuarenta años. He trabajado estos últimos cuarenta años en Tribunales de Mendoza, mientras desarrollaba mi vocación de dramaturgo. Hemos criado una familia compuesta por tres hijos y seis nietos. Y ahora que me he jubilado, he tenido la suerte de que premiaran una obra mía en un concurso muy importante dela Capital. DeBuenos Aires, quiero decir. Eso no ha sido todo. Alguien de un importante canal de televisión leyó la obra, que por cierto fue impresa, y me ofreció por teléfono una entrevista para integrar el staff de autores de ficción en el canal. Eso me llenó de orgullo y expectativa, imagínense. Yo, que en realidad soy rosarino, pero estoy radicado desde toda la vida en Mendoza, nunca creí ser merecedor de tal distinción. De modo que nos dispusimos a trasladarnos con Betty a Buenos Aires, después de recibir de parte del canal dos pasajes de ida y vuelta en avión para tener una entrevista con el jefe del comité de dramaturgos para ver si me aceptaban o no. Dios, lo que fue ese viaje! MARAVILLOSO! Y es ese viaje, precisamente, el que le queremos contar. Esa mañana, no podíamos dominar nuestra ansiedad. Vamos, Betty, vamos!
BETTY.- Ya voy, Yoyi. No grites!
YOYI.- Vamos, apurate. No grito, no grito. Pero no entiendo por qué das vuelta sobre vos misma como si fueras un pichicho.
BETTY.- Es que no encuentro la cartera!
YOYI.- Y ahora adónde vas?
BETTY.- Me parece que la dejé en el dormitorio.
YOYI.- Dale, apurate, amor mío. (Al público) Después, ya en el auto, mientras íbamos al aeropuerto, no dejó de reprocharme mi ansiedad.
BETTY.- No sé para qué me apuraste tanto. Tenemos una cantidad ENORME de tiempo.
YOYI.- No tan ENORME. Y ya sabés que detesto ir con el tiempo justo. Suponete que se nos pincha una goma.
BETTY.- Eso no nos pasó en cuarenta años de casados.
YOYI.- Dale, tocame el pecho.
BETTY.- Yoyi, qué te pasa? Te está dando un infarto?
YOYI.- NO! Quiero asegurarme de tener los boletos.
BETTY.- A ver. Si. Me parece que los tenés. Vas a tener que calmarte un poco, querido. Me parece que me pinté demasiado los ojos para viajar, no?
YOYI.- Hay una regla con respecto a eso?
BETTY.- No seas tonto. Con los ojos demasiado pintados los ojos se cansan más, se marchitan. Yo nunca me pinto demasiado los ojos para viajar… pero como ahora el viaje es el avión, de sólo dos horas, quería llegar presentable al hotel. Bueno, bueno. No estés tan ansioso. Estás manejando tan tenso que vas a llegar cansadísimo a Buenos Aires.
YOYI.- En el avión me relajo. Además no estoy tenso por el puesto en el canal. Sabés cuántos tipos, dramaturgos del interior, están llorando ahora mismo porque me eligieron a mí? Bueno, Betty, no me mires así! Cómo mierda no voy a estar ansioso, si sabés que es lo que siempre quise. Escribir ficción en la tele dela Capital. Tengola billetera?
BETTY.- A ver. Sí. Me parece que la tenés. Te lo merecés, Yoyi. Nadie ha trabajado tanto, nadie tiene un repertorio tan vasto como vos. Nadie ha trabajado tanto ni lo ha deseado tanto como vos. Vos lo pensaste bien, no?
YOYI.- Lo del trabajo?
BETTY.- Lo del trabajo, la mudanza, la nueva vida, el vivir enla Capital… Lo querés lo mismo, no?
YOYI.- Quiero lo que vos quieras, Betty. Y vos?
BETTY.- Yo también quiero lo que vos quieras, Yoyi.
YOYI.- Entonces hicimos lo correcto. Seremos felices!
BETTY.- Seguiremos siendo felices.
YOYI.- Bueno, eso. SEGUIREMOS SIENDO felices. Gran siete. Qué susceptible que estás. (Al público) Pero fue inevitable que en el aeropuerto siguiéramos hablando del tema. (A ella) No te preocupes por el alquiler del departamento porque voy a ganar mucho más que con la jubilación. Y siempre queda la alternativa de alquilar nuestro departamentito de Mendoza. No vamos a tener los gastos del auto. No hace falta tener auto en Buenos Aires.
BETTY.- No me preocupaba.
YOYI.- Nos va a convenir vivir cerca de algún parque, así podemos llevar al perro. Sé que te preocupa el perro. Pero todos tienen perros allá, y hay muchos lugares donde pasearlos siempre y cuando lo lleves con la correa.
BETTY.- No me preocupaba el perro.
YOYI.- No comas en el avión. Mirá que tenemos una reservación en un lugar maravilloso de Puerto Madero, con show y todo. Vos no te preocupes por la comida.
BETTY.- No me preocupaba.
YOYI.- Mirá, el clima en Buenos Aires, allí en la pizarra. 20 grados. En Buenos Aires está hermoso, así que no hay que preocuparse por el clima.
BETTY.- No me preocupaba el clima, Yoyi.
YOYI.- Nuestro vuelo es el número 406. Vos no te preocupes por el equipaje. No, no lleves ni siquiera la maleta chica. Que se encarguen ellos. Vos, no te preocupes.
BETTY.- No me preocupo.
YOYI.- Estás entusiasmada, Betty?
BETTY.- Sí, Yoyi.
YOYI.- No parece.
BETTY.- Pero si lo estoy… Lo estoy!
YOYI.- Y subimos al avión. Cuando la azafata preguntó qué íbamos a beber con la cena, si vino o gaseosas, yo contesté que ni vino ni gaseosas. Que no íbmos a cenar. A lo que Betty acotó:
BETTY.- Deberíamos comer aunque sea un sandwich. Vos ni almorzaste.
YOYI.- En Buenos Aires vamos a cenar a lo grande. No lo voy a arruinar por un poco de pollo tieso. No te preocupes por mí, Betty.
BETTY.- No me preocupo, Yoyi. Es que no quiero que pases hambre. Ya sabés lo que pasa con tu úlcera si no comés algo…
YOYI.- Traje dos frascos del remedio para eso. Relajate.
BETTY.- Sí. Estoy relajada.
YOYI.- Mirá, ya dieron orden de no fumar y de ajustarse los cinturones de seguridad. Colocá tu asiento en posición vertical, Betty. Vamos a aterrizar. Mirá, vamos a llegar cinco minutos antes.
BETTY.- Es enorme la ciudad, no?
YOYI.- Es maravilloso. Recordaremos siempre este viaje. No te pierdas la vista aérea.
BETTY.- Es una ciudad preciosa, no?
YOYI.- Te conté el plan? No? Te lo cuento. A las siete llegada al aeroparque, a las 7.45 estaremos en el hotel. Imaginate, no es pavada. Es el hotel del Centro Naval, que nos corresponde por ser jubilados provinciales. Un buen hotel, eh? Sin lujos, pero confortable. En plena avenida Córdoba casi esquina Florida. Pleno centro! A las 8.30 cena en un conocido restaurante de Puerto Madero. Con show y todo. Con opción para ir a bailar a un boliche re-conocido del lugar. Vuelta al hotel donde experimentarás una de las noches más fogosas que hayas vivido en estos últimos tiempos.
BETTY.- La verdad es que he vivido tan poquitas…
YOYI.- Esperá y ya vas a ver. Y después tengo una entrevista a las nueve de la mañana en el canal de televisión. Una entrevista que es pan comido.
BETTY.- Yoyi mi amor: Hay posibilidades de que te rechacen. De que no te den el puesto.
YOYI.- Macanas. Eso te dicen. Pero ya está decidido. Vos te creés que el canal nos haría viajar a Buenos Aires si no estuviera decidido? La entrevista es pura formalidad. (Al público) Fue en ese momento en que escuchamos la voz del capitán. (Se escucha una campanilla y de inmediato una sanata dicha por el comandante del aviòn que ellos no entienden, en castellano y en inglès) El tipo al parecer nos informó que había problemas de tráfico aéreo, dijo que había unos quince aviones esperando para aterrizar antes que nosotros. Que uno de los problemas era la niebla y el otro una huelga general de aeropuertos que al parecer el gremio correspondiente había decretado hacía unos minutos. Nos recomendaba relajarnos ya que sobrevolaríamos hasta poder aterrizar en unos veinte o treinta minutos. Suponía. (A Betty) Cómo que supone? No debería saberlo con certeza? Para algo es el piloto!
BETTY.- Calmate, Yoyi. Veinte minutos es una pavada. Tenemos tiempo de sobra. Qué hacés?
YOYI.- Voy a llamar a la azafata. Y si se prolonga más de treinta minutos? Tenemos hora para cenar a las 8.30.
BETTY.- No serán más de treinta minutos, supongo.
YOYI.- Eso supuso el piloto. (Al público) Cuando llegó la azafata yo me puse a gritar mientras ella me ofrecía un cafecito. (A la supuesta azafata) ME CAE MAL EL CAFÉ!
BETTY.- Yo me podría tomar una taza?
YOYI.- (En lo suyo) ESTO SUCEDE A MENUDO? CÓMO QUE CASI TODAS LAS NOCHES? QUE LE DICENLA HORA DELAMONTONAMIENTO? No nos avisaron nada!
BETTY.- No es culpa de la azafata, Yoyi. Bajá los decibeles.
YOYI.- (A ella) Es que deberían avisarte. Casi dos horas de vuelo y después treinta minutos de amontonamiento. No es joda. Así uno sabe cuánto tiempo va a estar en el aire, carajo.
BETTY.- Te va a dar acidez estomacal. Me la veo venir. (Se escucha ruido de avión en off. Yoyi mira su reloj)
YOYI.- Bueno, ya pasaron treinta y cinco minutos. Ojalá que el pelotudo pilotee mejor de lo que “supone”.
BETTY.- Da la sensación de que estamos descendiendo, querido.
YOYI.- Qué? Se ve el aeroparque?
BETTY.- No, Yoyi. Hay niebla.
YOYI.- No es niebla! SON NUBES! Las atraviesan todo el tiempo! Imaginate, más de treinta y cinco minutos. Y la azafata sin aparecer!
BETTY.- Por el clima sucede esto, Yoyi. Bah, eso me imagino.
YOYI.- NO HAY QUE IMAGINAR! BASTA CON MIRAR! Reservamos una mesa para las 8.30!
BETTY.- Te va a doler la úlcera. Deberías haber comido algo.
YOYI.- (Al público) Y en ese momento, el capitán informó que en esas condiciones era imposible aterrizar y que deberíamos seguir sentados un tiempo más. (A Betty) Pero qué es ésto? Esperamos, sobrevolamos y ahora esperamos sentados?
BETTY.- Te convendría calmarte. Aquí la señora de al lado dice que la última vez estuvieron dos horas y media sobrevolando…
YOYI.- Qué??? YA PASÓ ALGO ASÍ???
BETTY.- El tráfico, la niebla, las huelgas, los piquetes, los paros generales, las protestas… Vivimos en Argentina, Yoyi. Dijo la señora que calculaba que, sobrevolando, ya debía de haber envejecido por lo menos dos años.
YOYI.- O sea que a las 8.30 estaremos sobrevolando Puerto Madero!
BETTY.- Pero no importa, Yoyi. Comemos alguito en la habitación del hotel y listo. Mientras tanto, quisiera tomarme un café. (Al público) Llamé a la azafata y se lo pedí con mucha dulzura, como es mi costumbre. Pero ella me contestó secamente que el café se había terminado y que hiciera EL FAVOR DE TENER PACIENCIA!
YOYI.- (Al público) Allí comencé a gritar que haría la denuncia enla Aeronáutica! Nadie respondió a mis gritos. La noche había comenzado a caer y una luz tenue brillaba en el avión. (Ruido de avión en off. A Betty) Sabés qué hora es?
BETTY.- No me interesa.
YOYI.- Las 8. 40. Para cuando lleguemos y vayamos a un restaurante, van a ser las once y media. Si ceno tan tarde, no voy a poder dormir en toda la noche.
BETTY.- No te adelantes. Quizá no te pase nada.
YOYI.- Ah, sí. Tomémoslo con calma, Betty. Podríamos pasar el resto de nuestras putas vidas sobrevolando la puta ciudad. (Al público) Y allí, a pesar de que ya no quería escucharlo, habló de nuevo el capitán que anunció que, como no podíamos aterrizar en aeroparque, volaríamos a Rosario donde aterrizaríamos en su aeropuerto. (A Betty) A Rosario! A cuánto queda de aquí?
BETTY.- No lo sé, Yoyi. Cerca.
YOYI.- La puta que lo parió. Nos llevan a Rosario. A las nueve de la mañana yo tengo que estar en Buenos Aires y NOS LLEVAN A ROSARIO! (Al público) En el aeropuerto de Rosario, tiempo más tarde… QUILOMBO TOTAL! (A Betty) Betty mi amor, tomá los talones del equipaje. Andá a buscarlo mientras yo voy a averiguar si hay otro vuelo o algo. Nos vemos frente al kiosko de revistas.
BETTY.- Y si comemos algo primero?
YOYI.- NO HAY TIEMPO! Tengo que llegar a Buenos Aires!!!
BETTY.- Nos vemos frente al kiosko.
YOYI.- (Al público) Cuando fui a averiguar, me enteré que no había otros vuelos a Buenos Aires sencillamente porque Aeroparque estaba cerrado y que recién lo abrían a las siete de la mañana, teóricamente. Entonces llamé por teléfono a la estación de ómnibus. Mariano Moreno, se llama. Al pedo. Había huelga en el gremio y no salía ningún ómnibus a Buenos Aires. Al notar la desesperación en mi voz, una señorita sumamente grosera tuvo a bien informarme que en veinte minutos salía desde Rosario Norte el único y último tren del día de Rosario a Buenos Aires. (A Betty) Betty mi amor! Hay solamente un tren a Buenos Aires en veinte minutos! Dónde están las maletas?
BETTY.- No las encuentran.
YOYI.- Ojalá ese puto tren tenga un puto coche comedor. Qué no encuentran?
BETTY.- Las maletas.
YOYI.- Qué querés decir con eso?
BETTY.- Qué voy a querer decir, Yoyi. Más claro, imposible.
YOYI.- PERDIERON EL EQUIPAJE???
BETTY.- No me grites!
YOYI.- (En un susurro gritado) Perdieron el equipaje?
BETTY.- No. No lo encuentran, nada más.
YOYI.- Y si no lo encuentran más qué?
BETTY.- Entonces, lo perdieron.
YOYI.- (Al público) En la ventanilla de reclamos grité, me desgasté, casi me pongo a llorar. Decía: – Tengo que tomar el tren desde Rosario Norte en veinte minutos y me perdieron las maletas!
BETTY.- (Como a una ventanilla) Una azul grande y una gris chiquita.
YOYI.- Tenemos los talones! Qué dice? Que cómo son?
BETTY.- Una azul grande y una gris chiquita.
YOYI.- NO! NO LAS VIMOS, NO LAS VIMOS, NO LAS VIMOS. SI LAS HUBIÉSEMOS VISTO NO ESTARÍAMOS PREGUNTANDO, CARAJO!
BETTY.- Ponerse así de nervioso no sirve de nada, querido. Ellos solamente tratan de ayudarnos, mi amor.
YOYI.- Deberías haber traído la maleta chica con vos.
BETTY.- Vos me dijiste que se encargaran ellos.
YOYI.- Señor, comprenda. Son sólo dos maletas!
BETTY.- Una grande azul y una gris chiquita.
YOYI.- NO! NO LAS VIMOS SALIR, NO LAS VIMOS SALIR! Me voy a volver loco!
BETTY.- Sí, Yoyi. Te vas a volver loco. Tenés que calmarte.
YOYI.- Cómo voy a calmarme si sólo me preguntan boludeces? (Al de la ventanilla) Ah… que asumen la responsabilidad? Y a mí que mierda me importa su responsabilidad si no tengo mis camisas. Tengo una reunión mañana en Buenos Aires!
BETTY.- Sí, tiene una reunión importante a las nueve.
YOYI.- Para qué le repetís lo que yo digo?
BETTY.- Porque vos no escuchás nada. Aquí el señor, amablemente, nos ofrece quedarnos en Rosario, en un hotel y tomar el vuelo de mañana a las siete de la mañana.
YOYI.- Y si la niebla no se disipa? Y si de nuevo hay amontonamiento?
BETTY.- El señor no puede hacerse responsable de todo eso, Yoyi.
YOYI.- Ya veo. Ni siquiera de nuestro equipaje!
BETTY.- Sabe qué pasa, señor? Mi marido tiene úlcera y el remedio está…
YOYI.- Vámonos de aquí! Si mi equipaje no llega al hotel del Centro Naval en Córdoba y Florida mañana a la mañana, sus abogados tendrán noticias mías. Anote mi nombre: Jorge Arriaga. De Mendoza. Anotó? Vamos. Ya no tenemos más tiempo. Primero pierden mi equipaje y luego… Si no tengo noticias de ustedes… ustedes… tendrán noticias mías! Taxi! Taxi! Necesitamos llegar en quince minutos a Rosario Norte. Qué? Queda a media hora? Usted llévenos en quince minutos. No pierda tiempo en explicarme nada. Increíble. Increíble. No te procupes, Betty. Llegaremos bien.
BETTY.- No estoy preocupada.
YOYI.- Yo sí. (Al público) Estuvimos en media hora. Bajamos. El tren estaba atrasado. El taxista no tenía cambio. Le tuve que dejar el vuelto. Prometió mandármelo a Mendoza. Tomó la dirección y todo. Corrimos. Nos subimos al tren. Uno detenido que estaban barriendo. El señor que barría nos dijo que el que iba a Buenos Aires era el del andén contiguo que acababa de partir. Lo perdimos. Nos acercamos a la ventanilla. No había otro tren. Pero nos dijo el señor de la ventanilla que podíamos tomar un taxi hasta Empalme Villa Constitución o no sé cómo se llamaba el lugar y que allí podríamos tomarlo pues se detenía por unos minutos. Busqué a Betty que en ese momento había corrido hacia el baño de señoras. Llegué al baño. No podía entrar. Le pedí a una mujer que limpiaba que me trajera urgente a mi mujer que acababa de entrar al servicio. Mientras esperaba, apareció Betty que se había detenido en el kiosko para comprar pastillas antes de entrar al baño, mientras observábamos cómo la señora de la limpieza arrastraba hacia fuera del baño a otra señora que había entrado al baño y gritaba como una loca. Corrimos mientras yo le gritaba a la señora de la limpieza: – Métala de nuevo, métala de nuevo, lo siento! Tomamos el mismo taxi. No recuerdo en cuanto nos llevó. Nos cobró una fortuna. Cuando llegamos, el tren nos estaba esperando.
BETTY.- Necesito ir al baño y comer algo, Yoyi.
YOYI.- Recorrimos el tren. Estaba abarrotado de gente. Me acerqué al guarda. Pregunté si no quedaban asientos libres. El guarda me miró y rió a carcajadas el guacho. – Y algo en primera clase? – pregunté. – Se lo pago, le pago lo que sea! Me dijo que el tren iba vacío durante toda la semana salvo cuando había niebla en Buenos Aires o paro en aeroparque o piquetes en los aeropuertos. Es claro… Quién mierda iba a viajar en ese tren pedorro que era el único que quedaba en el país? Pero me prometió, luego de que ocupáramos el baño y el coche comedor, que por el doble nos daría un par de asientos. Cuando Betty salió del baño preguntó:
BETTY.- Qué dijo el señor? Tiene coche comedor?
YOYI.- El señor dijo solamente que en otro vagón vendían sandwiches.
BETTY.- Vamos, Yoyi, me muero de hambre. Vos también tenés que comer algo.
YOYI.- (Al público) Tuvimos que hacer una cola infernal que llegaba al final del tren. (Se toca el estómago)
BETTY.- Te duele, Yoyi?
YOYI.- Es un dolorcito sin importancia. Ya sé, no me lo digas: Deberíamos haber comido en el avión.
BETTY.- No iba a decirte eso.
YOYI.- (Al público) Esperamos dos horas. Pedimos el menú. Sólo tenían sandwiches de mortadela y bebidas.
BETTY.- (Mirando hacia adelante) Señor: A mi marido le caen mal los sandwiches de mortadela.
YOYI.- (Al público) Dijeron que, en ese caso, tenían galletas y aceitunas verdes. Nada más. No esperaban que viajara tanta gente en el tren esa noche. Pedí galletas para mí y un sandwich para Betty.
BETTY.- (Mirando para adelante) Y un café y un vaso de leche.
YOYI.- (Al público) Dijeron que ni café ni leche. Jugo ordinario pero no frío. Bah, pis. Decidimos no tomar nada. (A Betty) Pensar que te dije que te iba a llevar a uno de los mejores restaurantes de Buenos Aires, y terminás comiendo un sandwich pedorro sin nada para beber.
BETTY.- No tiene importancia, Yoyi.
YOYI.- Mirá, no te culparía si me dejaras por ésto. Mirá lo que te digo.
BETTY.- Pero yo no voy a dejarte, Yoyi.
YOYI.- (Al público) Llegamos a Retiro. (A Betty) Si te digo que me tragué algo duro con las galletas, es verdad. Me va a destrozar el estómago.
BETTY.- Estás sin comer ni dormir, querido. Cómo no te vas a sentir mal? Vamos. Vamos a tomar un taxi al hotel.
YOYI.- Los voy a demandar a todos! (Al público) Cruzamos la estación. Estaba repleta de gente. (Hacia adelante) Disculpe, la parada de taxis? Ah, pasando la puerta. Okey. Qué? QUÉ???
BETTY.- Qué pasa, Yoyi?
YOYI.- No hay taxis.
BETTY.- Por qué no?
YOYI.- Porque están en huelga.
BETTY.- Los taxis?
YOYI.- Los taxis, el subte, los ómnibus, todos los medios de transporte. Y los basureros también.
BETTY.- No te dijeron cómo se traslada la gente?
YOYI.- Camina, Betty, camina!
BETTY.- Estamos lejos del hotel?
YOYI.- Qué sé yo. Si remontamos Córdoba, unas ocho cuadras. Pero cómo puede haber huelga de transporte en una ciudad así, con distancias tan largas?
BETTY.- Evidentemente, puede, Yoyi. Vamos a caminar.
YOYI.- Nunca oí algo semejante, mirá! (Al público) Salimos y… (Se escucha efecto de lluvia torrencial) … llovía a cántaros. (A Betty) No te preocupes. A lo mejor para pronto.
BETTY.- No me preocupo, Yoyi.
YOYI.- No. Son más de las tres de la mañana. No creo que pare.
BETTY.- Nunca?
YOYI.- Si nos quedamos aquí toda la noche sin comer ni dormir no voy a poder llegar a la entrevista.
BETTY.- No me importa mojarme un poco. Vamos. Hacia dónde está?
YOYI.- Hacia allá.
BETTY.- Bueno, vamos.
YOYI.- Sí. Vamos! Dios. Está lloviendo más tupido. (Al público) Corrimos bajo la lluvia intensa. Ustedes saben lo que puede ser correr por Retiro de noche. Imagínense bajo la lluvia intensa. Nos perdimos y nos volvimos a perder. No encontrábamos la iniciación de Avenida Córdoba. Buenos Aires era a esa hora un oscuro depósito de basura. Cruzábamos las calles bajo la lluvia. Oscuras calles repletas de basura. Nos resguardamos bajo una recova.
BETTY.- No corras. Tengo los tobillos frágiles.
YOYI.- Cuanto más pronto lleguemos, menos mojados estaremos, mi amor.
BETTY.- Nunca ví tanta basura junta, Yoyi.
YOYI.- Están en huelga. No siempre es así. Córdoba es una de las avenidas más limpias del mundo.
BETTY.- Quién limpiará todo esto?
YOYI.- Bueno, Betty, dejá de preocuparte por la basura. Vamos!
BETTY.- Es que no puedo…
YOYI.- Y ahora qué te pasa?
BETTY.- Pisé una botella y me rompí el taco alto.
YOYI.- Cómo pudo pasarte algo así?
BETTY.- Así de simple: Pisé una botella y me rompí el taco alto.
YOYI.- Y no podés caminar?
BETTY.- Sí. Pero despacio. Ya sabés que tengo los tobillos frágiles.
YOYI.- (Al público) Sí. Ella tiene los tobillos frágiles. Llegamos al hotel. Hechos sopa.
BETTY.- No quiero quejarme, querido. Pero se me tuercen los tobillos al caminar.
YOYI.- Apretá los dedos de los pies contra la suela! (Al público) Les dije que llegamos al hotel? Qué espectáculo deprimente. Un mundo de gente durmiendo en la recepción, en el lobby, en el salón comedor, en los sillones, en el piso, en los ascensores. Qué mierda pasaba? (Mira hacia adelante) Somos el Sr. yla Sra. Arriaga, de Mendoza. Al fin llegamos. Cómo si reservé un cuarto? Me lo reservó Telefé. Parece que el hotel está bastante lleno, no? Ah, claro. Es lo mínimo que pueden hacer. Cómo dice? Ah, claro. La gente no puede volver por la huelga y los hoteles están atestados…
BETTY.- Qué amables, de verdad!
YOYI.- Ahora espero que tenga una camita seca y cómoda para nosotros.
BETTY.- Y que haya una farmacia cerca. Necesito venda para los tobillos.
YOYI.- Qué dice? Que la reserva era para el 17 y que hoy es el 18 de madrugada? No me diga que no nos guardaron el cuarto. Qué dice allí? Que debían reservarlo hasta las diez de la noche y que ahora son casi las cuatro de la madrugada? No, claro, no llamamos ni enviamos un mail. No pudimos, señor. Estuvimos dando vueltas. Mi intención era llegar a las ocho de la noche. No pensé que aterrizaríamos en Rosario y luego tendríamos que viajar en un tren como ganado hasta Retiro para después caminar hasta aquí en medio de un sunami. Betty: Decile al señor que eso hicimos.
BETTY.- Así mismo fue, señor.
YOYI.- YA SÉ QUE NADIE ESPERABA ESTA HUELGA GENERAL. YA SÉ QUE NO MANDAMOS UN MAIL NI LLAMAMOS POR TELÉFONO! No me lo repita, la puta madre. No ve que estoy chorreando agua aquí en el vestíbulo de este hotel pedorro. Mi mujer está temblando y tiene los tobillos frágiles. Si no me da un cuarto, estarán en mi lista de demandados, carajo! Claro que espero. Adónde voy a ir? No tengo ningún programa y mi mujer está muy mal. Decíselo, Betty!
BETTY.- Estoy muy mal. Y él no tiene ningún programa.
YOYI.- Vaya a saber qué mierda fue a buscar. Pero vos no te preocupes, nos van a dar un cuarto.
BETTY.- Ojalá.
YOYI.- (Al público) El recepcionista volvió y explicó que había hablado con el señor Bruzzi o Bruzzico o Burzaco, el ayudante del gerente, que lamentaban mucho el malentendido, pero por desgracia no tenían cuartos disponibles. (Hacia adelante) Muy bien. Muy bien! Escriba su nombre completo y el del señor… Bruzzi, Bulzico o Bulzco o como mierda se llame en un papel. Los necesito para el juicio que les voy a hacer. A todos: Ala Aeronáutica, a los responsables de ese tren de porquería, a ustedes. Ella es mi esposa. Es testigo de todo. (Ella sonríe) Betty: Cuando termine de anotar sus nombres, firmá abajo y poné fecha y hora. Puede que no sea de esta ciudad… pero se metieron con la persona equivocada. No saben lo que les espera.
BETTY.- Pero Yoyi, escuchá lo que dice el señor. Dice que en el cuatro 819 hay dos pilotos de avión que se van a las siete de la mañana. Que puede darnos ese cuarto gratis.
YOYI.- Lo escuché. LO ESCUCHÉ! Me secaría recién a las ocho de la mañana. Los demandaré por un millón de pesos. Vamos.
BETTY.- Adónde? Qué vamos a hacer?
YOYI.- Vení! (Al público) Nos metimos en el hueco de la escalera. Pregunté desesperado: Betty, qué vamos a hacer?
BETTY.- Por qué te quisiste ir si después no te la bancás?
YOYI.- Para que alguien vea que hablo en serio! No nos pueden tratar así, puta madre!
BETTY.- Bueno, Yoyi, la verdad es que deberíamos haber llamado o haber enviado un telegrama.
YOYI.- Pero cómo podés estar chorreando agua en el hueco de la escalera sin tu taco alto ni el equipaje y CULPARME A MÍ PORQUE NO TENEMOS UN CUARTO???
BETTY.- No es tu culpa, Yoyi. Sólo sugiero que nos quedemos en el vestíbulo hasta las siete y aceptemos el cuarto de los pilotos que se van a esa hora. O acaso ves otra salida?
YOYI.- (Al público) En ese momento el recepcionista gritó mi nombre. Corrimos a la recepción. Él esperaba con el tubo del teléfono en su mano. Me llamaban desde el aeropuerto de Rosario. Habían encontrado nuestro equipaje. Las maletas estaban en… (Grita) MENDOZA!
BETTY.- Yoyi, por favor, no grites. Vas a despertar a toda esta gente dormida en el lobby.
YOYI.- Pero podés creer? Nuestras maletas fueron las últimas en ingresar en el aeropuerto en Mendoza y NO LAS SUBIERON AL AVIÓN! (Ha gritado en un susurro) Me avisaban que las mandarán al hotel antes de las 8. Le dije a ese tipo desagradable que me hablaba como si me hiciera un favor que esperaba que las maletas disfrutaran más que yo viajando, ya que cuando llegaran yo no estaría en este hotel porque MI CUARTO se lo habían dado a otra persona, por lo que IBA A DEMANDAR A TODO EL MUNDO ANTELA CORTE SUPREMA! La gran puta, Betty! Quiero mis maletas YA MISMO y las quiero AQUÍ y no donde estaba antes de que no me llevaran a destino! Vos tenés que testificar este mal trato.
BETTY.- Yo soy testigo de todo, Yoyi.
YOYI.- Ya vas a ver. Un amigo que juega golf con tu hermano tiene conexiones conla Aeronáutica. Losvoy a demandar a todos. Recibirán telegramas, cartas documento, facturas, tickets, lo que haga falta para probar lo que está sufriendo un enfermo del estómago que tiene su remedio en su maleta que en este momento está en Mendoza. Y también el sufrimiento de una pobre mujer de tobillos frágiles que ha tenido que atravesar toda una tormenta de basura en Buenos Aires para llegar a un hotel donde no tiene ni una cama donde descansar! Si algo nos pasa, compadezco a usted, señor recepcionista, al señor Bruzzaco o como mierda se llame, al gerente general y al mismo dueño de este hotel de porquería con olor a humedad y a pedo.
BETTY.- Pero él dijo que nos podíamos quedar en la oficina hasta las 7, hasta que se fueran los pilotos de avión.
YOYI.- QUE SE METAN EN EL CULOLA OFICINA! Tiene que haber un cuarto en algún lugar de la ciudad. No te preocupes, voy a solucionar todo. Tenés una moneda?
BETTY.- Todo lo tengo en la maleta gris, Yoyi.
YOYI.- (Al público) Y allí apareció una mujer bastante vulgar, por no aventurarme a decir que era de las que ejercían el oficio más antiguo del mundo que nos dijo:
BETTY.- (Como la prostituta) Es mejor que se ahorren dinero y esfuerzo. Ustedes no son de aquí, no? (Yoyi se sienta y mira a su costado donde se supone que està su mujer, asintiendo, mientras escucha a la prosti) Escuché que son de Mendoza. Y necesitan un cuarto por una noche, verdad? Miren, un amigo mío tiene un hotelito a dos cuadras de aquí. No es de lujo, pero limpio. Si quieren un cuarto les va a costar cien.
YOYI.- (A su mujer que supuestamente està junto a èl) Cien pesos un cuarto. No es caro.
BETTY.- (Como la prostituta) Los cien son para mí. El cuarto cuesta ciento cincuenta. Me dan primero mis cien pesos y yo misma los llevo al Hotel Gralor – por Graciela y Lorenzo, vieron?, los hijos de mi amigo – y le dicen al de la recepción que yo los he llevado. Me llamo Brenda. Mejor los acompaño. Tengo un paraguas para que no se mojen. Vamos?
YOYI.- (Al público) Le dí los cien pesos, salimos. A la cuadra de haber caminado bajo la lluvia, nos asaltó con un revólver la hija de puta. Y no sólo eso. Se le unió el supuesto dueño del hotelito. Me pidieron el rollo de billetes que tenía en el bolsillo. Betty no pudo abandonar su condición de pelotuda. Asustada gritaba:
BETTY.- Dales todo, Yoyi. No quiero aparecer muerta en una calle de Buenos Aires, aunque sea de madrugada, que es la hora en que mueren los que saben morir. Dales todo, por favor. Dales también la billetera que tenés en el bolsillo del saco!
YOYI.- Qué pelotuda! Por qué mierda no se calló la boca?
BETTY.- No le peguen, por favor! Es un pobre enfermo!
YOYI.- No soy ningún enfermo!
BETTY.- Estás enfermo, Yoyi, no lo niegues…
YOYI.- Es apenas una úlcera común y corriente. (Al público) Y comenzamos a caminar, ahora sin el dinero y bajo el agua, sin darnos vuelta, después de pedir inútilmente que nos dejaran algo de dinero para comer algo. No, era inútil. Había que caminar.
BETTY.- Nos asaltaron, Yoyi! Nos asaltaron! No nos mataron de casualidad!
YOYI.- Por qué tuviste que decirles lo de la billetera?
BETTY.- Preferirías que te encontraran muerto en una calle de Buenos Aires habiendo dejado en Mendoza a tus hijos y a tus nietos?
YOYI.- Sabés cuánto me queda en el bolsillo? Cincuenta centavos! Veinticinco centavos per cápita gracias a haber abierto tu bocaza!
BETTY.- Pero estamos vivos, no? Estoy temblando de pies a cabeza, mirá. Necesito tomar algo fuerte!
YOYI.- Y con qué? Con cincuenta centavos? Haceme el favor. Hay miles de policías en Buenos Aires, eso se supone. Y ninguno sale cuando llueve? No se puede creer! Mierda! Me robaron la tarjeta, también. Tenemos que hacer el reclamo de pérdida o robo! Pero cómo?
BETTY.- Yo tengo el celular en mi cartera. Cuál era el número?
YOYI.- Está en la agenda del celular.
BETTY.- Ah, sí. Aquí está. Ahí llama. Ah, señorita, me acaban de robar la tarjeta de crédito. Sí. Sí. Y no puedo decirle el número de la tarjeta, señorita. Si nos la robaron. Nos la robaron en plena calle, bajo la lluvia, fíjese qué tragedia. Cómo? El documento del titular? Sí, ya se lo doy. Cómo era tu documento, Yoyi?
YOYI.- Sí, repetí…
BETTY.- Ay, Yoyi, no! Me quedé sin crédito. Se cortó la comunicación. Necesito ponerle una tarjeta…
YOYI.- Y dónde mierda te parece que podemos comprar una tarjeta ahora? Me cago en la mierda, carajo! Vamos a buscar una comisaría. (Al público) Sí. Bajo la lluvia buscamos la comisaría más próxima. Al parecer, esa madrugada, todas las comisarías eran un verdadero loquero. Gente robada, gente violada, prostitutas, rateros, padres de familia con hijos perdidos, vendedoras de Avón, lo que puedan imaginarse. El agente de la recepción parecía estar en las nubes. No oir ni ver nada. Momia. (Hacia adelante) Disculpe, no? Mi mujer y yo no somos de aquí. Recién llegamos a Buenos Aires, nos asaltaron y… (Al público) Sonaba el teléfono. El agente recepcionista nos dijo que esperáramos. Después nos comunicó que los basureros habían levantado la huelga. Como si a nosotros nos importara. Ya mi mujer se había roto el taco alto del zapato. Pero, eso sí, nos comunicó también que ahora estaban de huelga los repartidores de leche. Yo seguía diciendo… “Nos asaltaron, sabe?” mientras mi mujer preguntaba…
BETTY.- (Hacia adelante) Los chicos no tendrán leche? Qué crueldad!
YOYI.- Y yo insistía: “Nos asaltaron a una cuadra del Centro Naval” Y mi mujer agregaba.
BETTY.- Una mujer armada. Podría habernos matado. Una tragedia, una verdadera tragedia, señor.
YOYI.- (Al público) El recepcionista nos preguntó nombre y apellido. Le dije que no se los había preguntado.
BETTY.- El señor nos pregunta por nuestros nombres. Jorge y Beatriz Arriaga, de Mendoza. Pero a mí puede llamarme Betty y a él todos le decimos Yoyi. Es una historia que viene desde que él era chiquitito y le preguntaban, “Cómo te llamás, Jorgito?” y él contestaba “Yoyi”. Esas cosas que pasan con los chicos, se da cuenta?
YOYI.- (Al público) Nos preguntó dónde nos hospedábamos. Me ví obligado a decirle que en ningún lugar, lo que nos convertía en cartoneros, prácticamente.
BETTY.- (Hacia adelante) Señor… Ni los hospitales tendrán leche? No le parece una atrocidad?
YOYI.- Terminala con la leche, Betty! (Al público) El agente me preguntó si no habíamos hecho una reservación. Le conté que nuestro avión había aterrizado en Rosario y que cuando llegamos a Buenos Aires, luego de una odisea en un tren de mierda, les habían dado el cuarto a otra persona. Que lógicamente no habíamos podido ni mandar un mail ni llamar por teléfono, aunque obvié decir que Betty tenía un celular que a esa altura no servía para nada. Que a esa altura ya sabíamos que no existía el famoso hotel Gralor. Me preguntó por qué habíamos ido. Le dije que NO SABÍAMOS QUE NO EXISTÍA, CARAJO. Que nos habíamos dado cuenta cuando la asaltante y su pareja nos habían robado todo el dinero. El agente nos hizo firmar un formulario y nos dijo que fuéramos a hablar con el Capitán Malatesta. Un formulario. Para qué mierda firmar un formulario!
BETTY.- Dale, firmá el formulario, sí mi amor?
YOYI.- No quiero! Quiero mi plata! Dónde está el Capitán Malatesta? Por qué nadie nos ayuda?
BETTY.- Lo firmo yo, querido?
YOYI.- No! No quiero que lo firmes! No quiero que firmes nada! Dónde está el Capitán Malatesta. (Al público) El tipo me mandó a la segunda puerta del pasillo, oficina del Capitán Malatesta, que llegaba a las once de la mañana. (Hacia adelante) CÓMO A LAS ONCE DELA MAÑANA? QUIERO QUE SE OCUPE AHORA! Mientras tanto una mujer gritaba que era la tercera vez que le robaban la cartera justo en la puerta de la comisaría y que quería que esta vez se la recuperaran. Se lo dije bien clarito: – En cuanto se ocupen de MI ROBO, señora, se ocuparán de su cartera. No se me adelante que yo estoy primero. Y pregunté al agente: – Hay alguien más a quien pueda ver? Pero me dijo que todos los policías estaban muy ocupados y empezó a atender a la mujer de la cartera. Entonces le pregunté su nombre y lo anoté. Para mi lista de demandas. El agente nos sugirió que fuéramos al Cuartel de Bomberos. Parece ser que la guardia nacional había puesto allí unos catres militares y que convidaban café con rosquitas.
BETTY.- Perfecto, Yoyi. Todo solucionado. Adoro las rosquitas.
YOYI.- No quiero café ni rosquitas. Quiero mi plata. (Al público) La policía nos llevó en un móvil al Cuartel de Bomberos, luego de que mi mujer discutiera con la señora que denunciaba el robo de su cartera en una discusión de sordos. Ambas se referían a la mujer delincuente como si hubiera sido la misma. – Era una mujer altísima – decía la mujer. – La nuestra era baja – decía Betty. – ERA ALTÍSIMA – gritaba la mujer. BETTY.- ERA BAJA!
YOYI.- Gritaba Betty. ERA ALTÌSIMA – gritaba la mujer.
BETTY.- ERA BAJA!
YOYI.- Gritaba Betty. Como fuere la cosa, subimos al auto (Se suben a un supuesto auto) y mientras yo me dormía Betty me decía:
BETTY.- A lo mejor era alta. Uno no puede descubrir la altura con un taco roto. No te parece? (Yoyi se duerme en su hombro) No te duermas sin comer antes, Yoyi. De otro modo… a lo mejor no despertás nunca, querido. Lo que pasa es que no hemos comido ni dormido desde ayer a la mañana. Hace veinticuatro horas que estamos metidos en este viaje maravilloso.
YOYI.- (Al público) Pero en mitad del camino llamaron por radio y hubo cambio de planes y nos querían obligar a bajarnos del auto de la policía porque tenían un asalto a una despensa importante que tenían que proteger.
BETTY.- No nos van a llevar al cuartel? Y el café y las rosquitas?
YOYI.- Dicen que está a ocho cuadras de aquí.
BETTY.- Y no nos pueden llevar primero?
YOYI.- Pero no escuchaste? Dicen que tenemos que cooperar, que no tienen muchos patrulleros.
BETTY.- Pero vos cómo vas a hacer, Yoyi? Estás casi dormido. En fin, no hay mal que por bien no venga, porque si te dormías… Vamos, vamos, hay que bajar. El señor dice que tenemos que movernos. Bah, fue grosero, dijo que hay que mover el culo, pero yo no quería repetirlo tal cual. Tenés que despertarte, mi vida. Hay que caminar unas cuadritas, amor mío. Hay un asalto, viste?
YOYI.- No pueden atrapar más tarde a los asaltantes?
BETTY.- No discutas, Yoyi. Vamos, hay que cooperar con las fuerzas del orden.
YOYI.- Dónde estamos? La policía tiene el deber de protegernos y trasladarnos.
BETTY.- El oficial sabe lo que hace, querido!
YOYI.- No me van a tener de aquí para allá como a mis maletas. No pienso bajarme del auto. (Al público) Ante tan firme aseveración, arrancaron los hijos de puta. Arrancaron a los santos pedos, echando putas por Palermo viejo. Y con Betty pudimos ser los protagonistas cagados de la más feroz resistencia que hubiésemos podido vivir en un asalto a una despensa de la gran ciudad, (Se escucha la sirena policial que se va perdiendo) envueltos en el sonido electrizante de la sirena policial. Detuvieron el auto. Al parecer habían logrado ubicarlos. Se bajaron del coche para capturarlos. Eran las cinco de la madrugada y nosotros esperábamos en el móvil policial que los policías trajeran esposados a los delincuentes. Ya no podría dormir, ya no llegaría a la entrevista. Pero los que subieron al auto después de reducir a los policías fueron los malhechores.
BETTY.- Dios santo, Yoyi. Nos están secuestrando!
YOYI.- (Al público) Nos amenazaron con un revólver. Era la segunda vez en la noche que lo hacían. De nada sirvió que tratáramos de explicarles la situación. Ellos seguían corriendo en el auto con la sirena a todo lo que daba.
BETTY.- Tenemos familia en Mendoza, chicos. Y mi marido no se siente nada bien. Es un hombre muy enfermo.
YOYI.- (Al público) Nos tiraron en los bosques de Palermo a las cinco y cuarto de la madrugada y se fueron. Los dos solos en la oscuridad total. (Las luces han bajado. Ellos estàn iluminados por un cìrculo de luz celeste, espalda contra espalda. Pausa. A ella) Betty, oíme.
BETTY.- No quiero discutir, Yoyi.
YOYI.- No me vas a echar la culpa de esto que nos ha pasado, supongo.
BETTY.- Está bien. No voy a echarte la culpa, pero no quiero discutir. Al bajar del auto perdí el otro zapato y ahora acaba de pisarlo ese auto que pasó…
YOYI.- … ya veo, sí. Echando putas.
BETTY.- No importa. Voy a caminar descalza.
YOYI.- No te lo aconsejo aquí. Podrías pisar algo filoso y herirte.
BETTY.- Ya lo pisé.
YOYI.- Algo filoso?
BETTY.- Creo que sí. Algo así como el borde de una lata. Mirame. Me sale sangre?
YOYI.- Un poquito.
BETTY.- Dios mío. Me voy a morir de tétanos.
YOYI.- Eso no es lo importante. Quiero decir: Tenemos que irnos, pero no podés caminar así. Es claro, si pudiera volaría, mi amor. Pero lo que pasa es que hay niebla en Buenos Aires.
BETTY.- Dejate de ese sarcasmo pelotudo, Yoyi… Me duele el pie.
YOYI.- Está bien. Te hago upa.
BETTY.- No. A upa no, Yoyi. (Èl la alza en sus brazos)
YOYI.- (Haciendo un esfuerzo sobrehumano) Tengo que llevarte a un hospital. Seguro que están en huelga, pero no importa. Yo te llevo lo mismo. Soy responsable de vos.
BETTY.- Es que sos un hombre débil y te vas a desmayar. Hace horas que no probás bocado.
YOYI.- Vos tampoco, no pesás mucho. No te preocupes.
BETTY.- No me preocupo, Yoyi. No dije que estuviera preocupada. Pero por favor, bajame.
YOYI.- Tenemos que llegar al Cuartel de Bomberos, que esperemos que no se haya incendiado. Tenemos que dormir un poco porque tengo una entrevista a las nueve y…
BETTY.- (Grita) Te vas a herniar, carajo! Ya tenés una úlcera, es que querés reventar?
YOYI.- Está bien. Te bajo. (La baja) Te bajo. Te bajo y me acuesto. Cinco minutos. Vamos a descansar cinco minutos. Debajo de este árbol, Betty… Debajo de…
BETTY.- YOYI, ES PELIGROSO QUEDARNOS AQUÍ.
YOYI.- Para nada, Betty. Para nada. Es el menor peligro que corremos. Salvo que nos pique algún bicho. Vení. Tratemos de dormir.
BETTY.- Bueno. Buenas noches… Yoyi. (LAS LUCES BAJAN. ENLA BANDA SONORASONIDO DE PAJAROS LUEGO DE UN SILENCIO. SUBEN LAS LUCES. ESTÁ ÉL SOLO)
YOYI.- Cuando me desperté estaba solo. Me dolia el cuello, me dolía la espalda. Me dolía todo el cuerpo, en realidad. (Mira hacia los lados) Dónde estás, Betty? Dónde estás, querida? Betty, dónde te metiste? (Corre por toda la sala) BETTY!!! (Desde un lateral entra Betty y se sienta)
BETTY.- A desayunar! Encontré una golosina en un banco! (Él vuelve y se sienta junto a ella) Fuera, fuera, perrito. No puedo darte este turrón aunque tengas hambre. Es NUESTRO desayuno.
YOYI.- Soltá eso. Soltá eso, perrito. SOLTALO, PERRO DE MIERDA, no me vas a quitar lo que es nuestro. Ah, te asustaste! Bien. Ya es todo nuestro. Cómo tenés el pie?
BETTY.- Mejor. Comelo, Yoyi. Lo necesitás.
YOYI.- Estará bueno? Estaba en un banco, lo lamió el perro… No sé…
BETTY.- Seguro que sí. Mirá, tiene dextrosa, miel de maíz y niacina. Pura energía, Yoyi. Y vos necesitás energías. Sos…
YOYI.- Soy un hombre sano. No empieces.
BETTY.- Sos un hombre que va a tener una entrevista, querido. Necesitás estar bien. Vamos, lo compartimos, eh? Tomá.
YOYI.- Gracias. (Ambos comen una barrita de cereal) Hoy podrías haber tomado el desayuno en la cama, jugo de naranjas, medialunas, tostadas con manteca y mermelada y una gran taza de café caliente. En cambio, estás desayunando una golosina probablemente rancia que dejó un perro en un banco de los bosques de Palermo a las… Che, dónde está mi reloj?
BETTY.- No te pongas nervioso.
YOYI.- No estoy nervioso. Pero dónde está?
BETTY.- Fue todo tan rápido.
YOYI.- Qué cosa fue rápida?
BETTY.- Dijiste que no te pondrías nervioso, querido.
YOYI.- Lo dije antes de que empezaras a hablar. Tu tono es terriblemente presagioso. Dónde está mi reloj?
BETTY.- Se lo dí a uno de los travestis esos que nos rodeaban mientras dormías.
YOYI.- Le diste mi reloj de dos mil pesos a un hombre vestido de mujer? Por qué?
BETTY.- Porque parecía tener un cuchillo, Yoyi. Bueno, a lo mejor no era un cuchillo sino un… bueno, uno de esos juguetes sexuales que usan los que… ay, no sé, Yoyi, todo fue tan rápido y… y él o ella, qué se yo, no nos dejaba en paz.
YOYI.- Y por qué no me despertaste?
BETTY.- No quería que te apuñalara. Digo, si era un cuchillo. Tampoco quería que te hiciera otra cosa… Me pone nerviosa hablar de esto, Yoyi.
YOYI.- Querés decir que me asaltaron mientras dormía?
BETTY.- Sí, algo así.
YOYI.- Un travesti?
BETTY.- Sí.
YOYI.- Con un cuchillo?
BETTY.- Bueno, yo pensé que era un cuchillo o… algo fálico.
YOYI.- MIERDA!
BETTY.- La plata te la robó una mujer con un paraguas y eso no lo cuestionaste. Por qué discriminás?
YOYI.- No te pidió dinero? Digo, el travesti.
BETTY.- No dijo nada. Agarró el reloj… y huyó.
YOYI.- No te pidió plata, ni siquiera el reloj… y vos se lo diste.
BETTY.- Se lo dí, se lo dí… Parecía gustarle. Lo tomó y yo no tenía otra salida. Tenía un cuchillo.
YOYI.- Le viste el cuchillo?
BETTY.- Nadie te asalta en la oscuridad de los bosques de Palermo a las cinco de la madrugada, vestido de mujer, a menos que tenga un cuchillo, no?
YOYI.- Nunca me puse a pensarlo. (Al público) Sería un cuchillo?
BETTY.- Comé, comé esa porquería. Tenés una entrevista en el canal a las nueve.
YOYI.- Ni siquiera voy a saber cuando sean las nueve.
BETTY.- Lo siento, Yoyi. Estoy avergonzada, irritable, tengo ganas de llorar. Debe ser el cansancio que me ha provocado este viaje maravilloso ala Capital. Peroahora se me ocurrió algo. Podríamos ir ala Sociedadde Ayuda al Viajero.
YOYI.- Cuál viajero?
BETTY.- Cualquiera. Una vez leí que existía. Le prestan dinero a turistas en dificultades. Averigüemos adónde queda, qué te parece? Qué te parece la idea? Qué te parece, querido, por qué no me contestás?
YOYI.- Porque acabo de romperme un diente con la puta golosina.
BETTY.- Con la golosina? A ver… dejame verte.
YOYI.- No. Es uno de los de adelante. Ya ni sonreír puedo.
BETTY.- Quizá no se haya roto.
YOYI.- ESTOY SEGURO! LO TENGO ROTO!
BETTY.- A ver, mostrame. (El le muestra) Quizá no… Pero sí. Se te rompió.
YOYI.- Se acabó. Yo no puedo más. Aunque tuviera dinero y me afeitara, nunca me darían ese puesto si ni pudiera esbozar siquiera una… leve sonrisa.
BETTY.- Un dentista te lo podría arreglar, amor mío.
YOYI.- Por cincuenta centavos?
BETTY.- Recurramos ala Sociedadde Ayuda al Viajero…
YOYI.- NO ARREGLAN DIENTES!
BETTY.- Bueno, bueno. Era una sugerencia, nomás.
YOYI.- Estoy bien cagado. No me van a contratar ni en ese canal ni en una mísera acequia de Mendoza. Creés que van a contratar a un tipo que viene del interior, que no puede sonreír y que pierde aire por su diente roto? Ni soñarlo. Perfecto. Se acabó la expectativa. Ahora vamos. Mirá, sale el sol. Deben ser cerca de las siete y media. Nunca lo voy a lograr.
BETTY.- Todavía hay tiempo. No te des por vencido ni aún vencido. Almafuerte! Escuchá un poco. Alguien está llorando? Parece una criatura. Ay, sí. Es un chiquito. Mirá, está en ese banco, llorando. Está solo. Quizá se perdió.
YOYI.- Quizá no se perdió y solamente está solo.
BETTY.- Y por qué llora? No estaría llorando, Yoyi. Mi deber es averiguarlo, no podría dormir esta noche, mirá, si no lo averiguara.
YOYI.- Averigualo, averigualo, que no te soportaría otra noche sin dormir.
BETTY.- Aquí estoy, tesoro. Por qué llorás, mi vida? Dónde están tus papás? Es oriental, Yoyi. Japonés, o chino…
YOYI.- O coreano.
BETTY.- Parece que no habla castellano, Yoyi, mirá que tragedia.
YOYI.- Bueno, Betty. Tendrá que esperar a que pase algún oriental que hable su idioma. No nos metamos, Betty…
BETTY.- Está hambriento y atemorizado… Tenemos que hacer algo.
YOYI.- Cómo sabés que está hambriento? Te lo dijo?
BETTY.- No podemos dejarlo solito. Por qué no hacés algo por él?
YOYI.- Qué podría hacer con cincuenta centavos en los bolsillos y un turrón podrido que le quité a un perro en el estómago por todo alimento y que, además, me rompió el diente.
BETTY.- Ves? Ya te has convertido en un porteño más. Egoísta y sin sensibilidad social. Andate vos a tu entrevista. Yo me voy a quedar con el chico hasta que aparezca alguien.
YOYI.- Ya que querés comprarle algo para comer, por qué no te fijás si tiene algo de plata?
BETTY.- Plata?
YOYI.- Digo, en los bolsillos. Tal vez con ese dinero podremos comprar una tarjeta para tu celular y así hacer una llamada a Ayuda al Viajero para que nos ayuden. A ver, me voy a encargar yo de él. (Al público) Y lo llevé tras unos arbustos para revisarle los bolsillos. Y en ese momento el mundo se dio vuelta. Apareció una gorda infame gritando como una loca que qué le estaba haciendo a ese chico, que le quitara las manos de encima y que si estaba tratando de abusar de él. Traté de explicarle pero empezó a gritar: – Policía! Hay un pervertido en este sector del bosque! Un abusador sexual! Y yo suplicando que no gritara así. Y mientras ella seguía gritando – Hay un pervertido, hay un pervertido!, yo tomé la mano de Betty y le dije: – Aunque se te quiebren los tobillos, corré, haceme el favor! Y corrimos por el parque a campo traviesa mientras nos perseguía un policía en moto sin que pudiera alcanzarnos porque nos refugiamos tras otro arbusto.
BETTY.- Ese policía casi nos alcanza. Por qué no te paraste a explicarle?
YOYI.- A explicarle qué? Te parece que lo hubiera entendido, con tanto abusador sexual como hay ahora? Me hubieran dado entre diez y veinte años. Te dije que lo dejaras en paz, carajo!
BETTY.- Hice lo que me dictó la conciencia. Ese niñito estaba muerto de miedo.
YOYI.- Yo no lo ví muerto de miedo. Es más: mientras a mí me buscan por pervertido, seguro que en este momento está comiendo un helado. Salgamos del parque de una buena vez!
BETTY.- (Se mira la mano) Oh, Dios Santo. Se me cayó el anillo. Te das cuenta, Yoyi? Perdí el anillo.
YOYI.- Ahora??? AHORA PERDISTE EL ANILLO???
BETTY.- Lo siento. La próxima vez lo voy a perder cuando no estés apurado.
YOYI.- Cómo se te pudo caer?
BETTY.- Porque no comí. Tengo los dedos más flacos. Por eso.
YOYI.- La gran puta. No se lo sacó en cuarenta años y lo pierde justo ahora.
BETTY.- No me hables en tercera persona. Estoy aquí, en primera persona.
YOYI.- No! Me hablo a mí mismo en segunda persona! Todo se acabó. Todo acabará a las nueve en punto.
BETTY.- Andate. Andate a la famosa entrevista. No te preocupes por mí! Me voy a quedar aquí, de rodillas, cavando con mis manos hasta que lo encuentre.
YOYI.- Betty! Es sólo una alianza de oro de sesenta pesos. Si consigo el puesto en el canal te compro una mejor. Olvidate de este asunto.
BETTY.- Olvidarme de mi anillo de casamiento? Cómo podés decir semejante cosa? Cómo podés ser tan inhumano? ES MI ANILLO DE CASAMIENTO! NO QUIERO OTRO! QUIERO EL QUE VOS ME PUSISTE EN EL DEDO!
YOYI.- Lo entiendo, lo entiendo, Betty. Fue una sugerencia inocente.
BETTY.- Es la única cosa material que tengo que me importa, fijate. No voy a olvidarme de él ni dejarlo tirado por allí! No me importa lo que vos hagas!
YOYI.- Estás enojada.
BETTY.- ASÍ ES! ME QUEDARÉ AQUÍ BUSCANDO!
YOYI.- Estás cansada y enojada.
BETTY.- DEJAME TRANQUILA, CARAJO!
YOYI.- Está bien. No nos iremos. Nos vamos a quedar aquí.
BETTY.- NO ME TOQUES!
YOYI.- Mi amor, no te enojes conmigo. Nos vamos a quedar hasta encontrarlo… (Al público) Y en ese mismo momento aparecieron dlos muchachones de unos veinte años que me sostuvieron y me pegaron en las costillas. Es decir: Me sostuvo uno, hijo de mil putas y me pegó el otro, la concha de su madre, mientras le preguntaba a mi mujer – Está bien, señora? Está bien? La quiso violar este enano de mierda? Ella le aclaró:
BETTY.- Es mi marido! Es muy enfermo! Yoyi, estás bien?
YOYI.- (Al público) Y entonces, los dos hijos de mil putas salieron a los pedos gritando: – Por qué no nos avisó? Pensamos que este le quería hacer algo malo! Te lo dije, boludo. No hay que ayudar a nadie, boludo!
BETTY.- Yoyi, decime algo, estás bien?
YOYI.- Te pedí que te olvidaras del anillo.
BETTY.- Dónde te pegó?
YOYI.- Primero en las costillas.
BETTY.- Y después?
YOYI.- Después también.
BETTY.- Te duelen las costillas, mi amor?
YOYI.- No. Me duele la rodilla. Caí arrodillado sobre tu anillo.
BETTY.- Yoyi! Qué maravilla! Gracias al cielo! Ya me siento mejor. Ves? Lo encontraste, querido. Es que todo este tiempo he estado rezando un padrenuestro doble para encontrarlo.
YOYI.- Mientras me cagaban a puñetazos?
BETTY.- No. Antes.
YOYI.- No delires. Antes estabas furiosa.
BETTY.- Rezaba furiosa, Yoyi. No importa el tono. Lo importante es rezar.
YOYI.- (Al público) Salimos del bosque. (A ella) Vamos, Betty, caminá más rápido.
BETTY.- Sin tacos y con los zapatos rotos? Me gustaría verte. Para colmo se me rompieron las medias. Tengo los pies en carne viva.
YOYI.- Y hasta cuándo te vas a quedar allí parada?
BETTY.- Hasta que me muera o me rescaten, Yoyi.
YOYI.- Está bien. Eso es una iglesia. Entremos. Entremos ya y descansemos sentados mientras rezás algo a ver si el de arriba se apiada de nosotros.
BETTY.- Eso. Quizá si rezamos con mucha devoción, podrás lograrlo.
YOYI.- No voy a poder lograrlo si me detengo a rezar, Betty.
BETTY.- Necesitamos esperanza y valor.
YOYI.- Yo necesito un barbero y un dentista. (Al público) Pero ella ya había entrado a la iglesia. (A ella) Betty, no quiero ser irrespetuoso. Pero justo ahora se te ocurre rezar? (Al público) Se cagaron en su ocurrencia, se los juro. Porque nos dijeron, unas señoras con sonrisa fingida y modo terminante, (Haciendo como la señora paqueta) que la iglesia estaba cerrada para hacer un ensayo de una ceremonia de la santa misa que el domingo iba a salir por televisión. (Como èl) Nos echaron. Me negué. No podían coartarme mi derecho a rezar, carajo. Anoté su nombre para mi lista de demandas. Podía olvidarme del avión, de las maletas, del tren, del reloj, del diente. Pero no podían coartarme mi derecho a rezar. Les grité: – Hágale saber al obispo que recibirá una carta de mis abogados! Pero nos fuimos, de todos modos.
BETTY.- Yoyi, qué hicimos mal? No podemos ni caminar, ni comer, ni rezar!
YOYI.- Mientras conservemos la cabeza, podemos pensar.
BETTY.- No por mucho tiempo, ya vas a ver.
YOYI.- Querida, querida, todavía no estamos derrotados…
BETTY.- Sí lo estamos. Esta ciudad… nos ganó.
YOYI.- No! No nos rendiremos! (Hacia delante) Me oíste, Buenos Aires? No nos rendimos! Te quedó claro, capital dela República? (Casi llorando) Podés robarme, matarme de hambre, romperme el diente y los tobillos de mi mujer! Pero no me voy a ir!
BETTY.- Estás gritando en medio de la calle, Yoyi. Te van a oír!
YOYI.- No me importa! Ella es una simple ciudad. Y YO SOY UNA PERSONA! Soy más fuerte que una ciudad! No, Buenos Aires, no vas a salirte con la tuya. Tengo nombres y direcciones! Betty, iremos al hotel en auto y nos darán un cuarto, un baño caliente y comida decente, entendés? Ya me cansé de estas tonterías!
BETTY.- Por favor, Yoyi. Cómo iremos al hotel?
YOYI.- Cómo? Ya te lo voy a mostrar! (Al público) Y en ese mismo momento me puse en medio de la avenida y detuve un auto. Gemí por la ventanilla: Podría ayudarnos, por favor? Mi mujer no puede caminar. Podría hacercarnos hasta el hotel del Centro Naval en Córdoba y Florida? Si tiene la decencia de un ser humano, no nos abandonará aquí. Nos hizo subir. – Dios lo bendiga, señor. Si supiera la odisea por la que pasamos no me lo creería. Somos Betty y Jorge Arriaga, de Mendoza. Entonces él, con un acento evidentemente norteamericano, dijo que era el nuevo delegado cultural en la embajada de los Estados Unidos. Que él se bajaría enla Embajaday que luego su chofer nos llevaría hasta el hotel. Pero, pueden creerlo? En la puerta dela Embajadade los Estados Unidos, los muchachos de la izquierda, encapuchados, con banderas y bombos, estaban haciendo un poderoso acto de protesta. Y al ver llegar el auto oficial, se abalanzaron contra nosotros que quedamos encerrados. Ellos trataron de volcarlo y nos acribillaron con huevos. Yo gritaba: – SOMOS NEUTRALES! NO SOMOS POLÍTICOS! Y Betty me ayudaba. Bueno, en realidad, no ayudaba demasiado.
BETTY.- SOMOS DE MENDOZA, HUEVONES! DEJEN DE MOLESTARNOS QUE MI MARIDO ES JUBILADO Y ADEMÁS, ENFERMO!
YOYI.- Hasta que al final llegó la policía y nos sacó de ese auto. Allí me dí cuenta de que había cámaras de televisión que me filmarían y podrían acabar con mi carrera como escritor! Nos subimos al móvil policial. Eran las ocho y cinco de la mañana. Aún estábamos a tiempo. No todo estaba perdido.
BETTY.- Estoy por desmayarme.
YOYI.- Ni se te ocurra! Esperá hasta llegar al hotel.
BETTY.- No. Me voy a desmayar aquí. Estoy mareada y… me voy a desmayar…
YOYI.- NI SE TE OCURRA HACERLO!
BETTY.- Sí. Mirá.
YOYI.- (Al público) Y se desmayó. Allí en el auto policial. Al llegar al hotel volvió en sí, pero tuvieron que bajarla del auto dos policías y el botones del hotel. (Mirando hacia adelante) Me llamo Jorge Arriaga y… (Al público) Un momento, por favor, me dijo el recepcionista del hotel y DESAPARECIÒ EL GUACHO! Gritè como un loco: NO TENGO UN MOMENTO! SI NO ME DAN UN CUARTO YA MISMO YO…” Pero de repente apareciò de nuevo y me dijo: – Su cuarto está listo. La suite 927. Fui solamente a buscar un mensaje para usted. Su equipaje llegó a las 8 y está en su cuarto. En el mensaje le piden miles de disculpas y esperan que disfrute su estadía. (Al público) JA! Disfrutar la estadía! Miro a Betty y noto que se estaba desmayando nuevamente. La sostenía el botones que ahora la subió hasta la habitación. (A ella) No te preocupes, querida. Ya te vas a sentir bien, mi vida. Te darán comida caliente y vendas para los tobillos, mi amor.
BETTY.- (Desfalleciente) No me preocupo, Yoyi…
YOYI.- (Al público) Eran las 8 y 43. Tenía diecisiete minutos para comer y vestirme. Le dí mis cincuenta centavos al botones. Era todo lo que nos quedaba, pero cuando se fue, ME DÍ CUENTA! (Mirando la valija) DIOS! CERRADA!LA MALETA ESTÁCERRADA!
BETTY.- Abrila con la llave.
YOYI.- Qué llave?
BETTY.- La que guardás en la bille… tera. (Cae) Por Dios, no tenés la billetera…
YOYI.- Ergo, no tengo la llave! Y allí dentro, Betty, hay una camisa limpia y una afeitadora. Y por las callecitas de Buenos Aires, que tienen ese qué se yo, viste?, hay una puta delincuente con una puta billetera y mi puta llave. Si existe justicia en este mundo, que la asalte el travesti que me robó mi reloj!
BETTY.- Y no podrás abrirla con un cuchillo?
YOYI.- Es el modelo “diplomático”. Para documentos diplomáticos. No se abre ni con una bomba.
BETTY.- Y si le decimos a los del hotel que envíen un cerrajero?
YOYI.- En diecisiete minutos? Es la última vez en mi vida, te lo juro por Dios, que compro una buena maleta. Nunca, nunca, nunca más. (Suena un teléfono)
BETTY.- Sí, hola. Ah sí, yo fui la que pedí comida, sí. Podrían mandarla en diecisiete minutos? Ah, comprendo. No, Yoyi. Van a tardar como una hora en mandar la comida. El hotel tiene una convención y le están sirviendo el desayuno a miles de gente.
YOYI.- Ojalá que sea una convención de pompas fúnebres, porque estoy a punto de asesinar a alguien.
BETTY.- Por qué no llamás al canal y avisás que vas a llegar un poco más tarde?
YOYI.- Retraso es mala palabra para un debutante en un canal de televisión. Las nueve en punto son las nueve en punto. Cualquier boludo puede llegar a las 10. Pero a las nueve en punto llegan sólo los eficientes, no te das cuenta?
BETTY.- No.
YOYI.- La puta madre! VOY A LLEGAR A LAS 9. QUIERO ESE PUESTO! Un pequeño obstáculo como la mismísima ciudad de Buenos Aires no me va a detener, carajo. Me sacaron el dinero, el reloj, el diente, la posibilidad de REZAR! Pero no me van a detener. Cuando se quiere algo de verdad, nada lo detiene a uno. Vuelvo en una hora, mi amor. Seré el nuevo escritor del canal! (Al público) Me miré al espejo y casi me desmayo. Estaba sucio, barbudo, despeinado. Le dije a Betty: – Betty mi amor. Quiero que sepas algo. Pase lo que pase… Voy a estar siempre con vos. Y gracias por no haberme abandonado.
BETTY.- Todo lo que quiero es que seas feliz, Yoyi. Pero por favor, no me beses que tengo alergia a la barba!
YOYI.- (Al público) Para compensarme en el hotel se hicieron cargo de hacerme llevar por un remise hasta el canal. Parecía un pordiosero, con mi traje ajado y sucio, con mi barba y mi olor a transpiración acumulado durante mi viaje maravilloso a la gran ciudad. Llegué a las 9 en punto. Y cuando conté mi historia, minuciosamente – esta historia que acabamos de contarles a ustedes – alabaron mi imaginación y de inmediato me dieron el puesto. Al llegar al hotel, Betty aún tenía sus pies metidos en la bañera. (A ella) Mi amor, me dieron el puesto. Voy a ganar el doble de lo que gano con mi jubilación. Ah, y se hacen cargo del alquiler del departamento que elijamos. Los deslumbré, aún con mi diente roto.
BETTY.- Qué les dijiste?
YOYI.- Qué les dije? Qué creés que les dije? (Pausa. Se escucha una música suave)
BETTY.- No lo sé. Esperaba que dijeras que no. Esperaba que dijeras que vos y tu esposa no cuadran con Buenos Aires. Que… querías seguir viviendo en Mendoza. Que no querías pisar otra gran ciudad en tu vida. Que no querías vivir aquí. Que de todos modos, si les interesaba tu imaginación y tu talento, podrías escribir los libretos desde allá. Y que detestabas cualquier lugar donde la gente tuviera que vivir encimada y agredida, sin suficiente espacio para caminar, respirar ni sonreír. Y que no querías caminar por las calles pisando basura, ni tener que darle tu reloj a un travesti mientras te ves obligado a dormir en los bosques de Palermo. Que no querías viajar en trenes parado, apretado como sardina y sin comer, ni en aviones que no pueden aterrizar ni volver a perder el equipaje. Que deseabas no haber venido jamás y que lo único que en verdad querés… es pasar a buscar a tu mujer, llevarla al aeropuerto y volver a tu casa para vivir feliz el resto de tu vida. Esto esperaba que les dijeras… Yoyi.
YOYI.- Es curioso, Betty. Sabés algo? (Se emociona levemente) Eso mismo les dije. Palabra por palabra. (Al público) Cuando nos dirigíamos en taxi hacia el aeroparque… un piquete bloqueaba avenida Libertador. – Vaya por otro lugar – le dije al taxista. – No puedo, maestro – me contestó – Todas las calles que llevan al aeroparque están cortadas. Y no sólo esas. Hay cortes en el Obelisco, en el Congreso, en la 9 de julio, enla Plazade Mayo, en Plaza Lavalle… protesta en los Tribunales y parece que van a parar los subtes de nuevo. Con Betty nos dispusimos a esperar, cagados de risa. Y allí comprendí… que había tomado la decisión correcta. (Estalla una música brillante de comedia musical. Ellos saludan, si es posible bailando)
TELÒN FINAL
Lauro/viaje maravilloso
LAURO CAMPOS
“SEGUIREMOS SIENDO FELICES”
UNA COMEDIA PARA SER CONTADA
(Y ACTUADA, CLARO)
personajes:
YOYI
BETTY
En la temporada del estreno – mayo de 2010 en el Teatro dela Plazade Rosario y agosto del mismo año en el Centro CulturalLa Nave, la comedia se desarrollò, por decisiòn de la directora, Paula Corvalàn, frente a dos atriles y en dos banquetas altas en las cuales se sentaban los personajes para leer sus libretos y contar así la historia. Por supuesto que recorrìan la escena, libreto en mano, pero con el libro sabido en su totalidad. A veces se dirigìan al pùblico, a veces cambiaban otras dos banquetas altas en proscenio para que el pùblico imaginara las escenas planteadas y para dialogar entre ellos o charlar con el público. Esta fue una propuesta que aceptaron sus intèrpretes, en esa ocasiòn Emmy Reydò y el propio autor, Lauro Campos, ya que distanciaba al pùblico de todo elemento naturalista y lo hacìa pensar en el mensaje – si es que tiene alguno – de la obra. Durante las veinte representaciones que se hicieron, el pùblico delirò a carcajadas con el texto y la interpretaciòn. Y es claro, se emocionò al final. Pero, y esto es importante, los actores deben divertirse mucho con sus personajes y evitar en lo posible todo dedito levantado, porque en esto de las realidades de un paìs o de una ciudad, nadie tiene la fòrmula para vivir feliz. Cada director elegirà los elementos que ha de manejar y còmo hacer la comedia y el autor QUIERE que asì se haga, siempre y cuando la meta sea divertir.
ACTO PRIMERO
YOYI.- Esta historia que voy a contarles necesita de un prólogo. Algo que les explique que yo me llamo Jorge Arriaga, que mis amigos y mi familia me dicen Yoyi y que estoy casado con Betty desde hace cuarenta años. He trabajado estos últimos cuarenta años en Tribunales de Mendoza, mientras desarrollaba mi vocación de dramaturgo. Hemos criado una familia compuesta por tres hijos y seis nietos. Y ahora que me he jubilado, he tenido la suerte de que premiaran una obra mía en un concurso muy importante dela Capital. DeBuenos Aires, quiero decir. Eso no ha sido todo. Alguien de un importante canal de televisión leyó la obra, que por cierto fue impresa, y me ofreció por teléfono una entrevista para integrar el staff de autores de ficción en el canal. Eso me llenó de orgullo y expectativa, imagínense. Yo, que en realidad soy rosarino, pero estoy radicado desde toda la vida en Mendoza, nunca creí ser merecedor de tal distinción. De modo que nos dispusimos a trasladarnos con Betty a Buenos Aires, después de recibir de parte del canal dos pasajes de ida y vuelta en avión para tener una entrevista con el jefe del comité de dramaturgos para ver si me aceptaban o no. Dios, lo que fue ese viaje! MARAVILLOSO! Y es ese viaje, precisamente, el que le queremos contar. Esa mañana, no podíamos dominar nuestra ansiedad. Vamos, Betty, vamos!
BETTY.- Ya voy, Yoyi. No grites!
YOYI.- Vamos, apurate. No grito, no grito. Pero no entiendo por qué das vuelta sobre vos misma como si fueras un pichicho.
BETTY.- Es que no encuentro la cartera!
YOYI.- Y ahora adónde vas?
BETTY.- Me parece que la dejé en el dormitorio.
YOYI.- Dale, apurate, amor mío. (Al público) Después, ya en el auto, mientras íbamos al aeropuerto, no dejó de reprocharme mi ansiedad.
BETTY.- No sé para qué me apuraste tanto. Tenemos una cantidad ENORME de tiempo.
YOYI.- No tan ENORME. Y ya sabés que detesto ir con el tiempo justo. Suponete que se nos pincha una goma.
BETTY.- Eso no nos pasó en cuarenta años de casados.
YOYI.- Dale, tocame el pecho.
BETTY.- Yoyi, qué te pasa? Te está dando un infarto?
YOYI.- NO! Quiero asegurarme de tener los boletos.
BETTY.- A ver. Si. Me parece que los tenés. Vas a tener que calmarte un poco, querido. Me parece que me pinté demasiado los ojos para viajar, no?
YOYI.- Hay una regla con respecto a eso?
BETTY.- No seas tonto. Con los ojos demasiado pintados los ojos se cansan más, se marchitan. Yo nunca me pinto demasiado los ojos para viajar… pero como ahora el viaje es el avión, de sólo dos horas, quería llegar presentable al hotel. Bueno, bueno. No estés tan ansioso. Estás manejando tan tenso que vas a llegar cansadísimo a Buenos Aires.
YOYI.- En el avión me relajo. Además no estoy tenso por el puesto en el canal. Sabés cuántos tipos, dramaturgos del interior, están llorando ahora mismo porque me eligieron a mí? Bueno, Betty, no me mires así! Cómo mierda no voy a estar ansioso, si sabés que es lo que siempre quise. Escribir ficción en la tele dela Capital. Tengola billetera?
BETTY.- A ver. Sí. Me parece que la tenés. Te lo merecés, Yoyi. Nadie ha trabajado tanto, nadie tiene un repertorio tan vasto como vos. Nadie ha trabajado tanto ni lo ha deseado tanto como vos. Vos lo pensaste bien, no?
YOYI.- Lo del trabajo?
BETTY.- Lo del trabajo, la mudanza, la nueva vida, el vivir enla Capital… Lo querés lo mismo, no?
YOYI.- Quiero lo que vos quieras, Betty. Y vos?
BETTY.- Yo también quiero lo que vos quieras, Yoyi.
YOYI.- Entonces hicimos lo correcto. Seremos felices!
BETTY.- Seguiremos siendo felices.
YOYI.- Bueno, eso. SEGUIREMOS SIENDO felices. Gran siete. Qué susceptible que estás. (Al público) Pero fue inevitable que en el aeropuerto siguiéramos hablando del tema. (A ella) No te preocupes por el alquiler del departamento porque voy a ganar mucho más que con la jubilación. Y siempre queda la alternativa de alquilar nuestro departamentito de Mendoza. No vamos a tener los gastos del auto. No hace falta tener auto en Buenos Aires.
BETTY.- No me preocupaba.
YOYI.- Nos va a convenir vivir cerca de algún parque, así podemos llevar al perro. Sé que te preocupa el perro. Pero todos tienen perros allá, y hay muchos lugares donde pasearlos siempre y cuando lo lleves con la correa.
BETTY.- No me preocupaba el perro.
YOYI.- No comas en el avión. Mirá que tenemos una reservación en un lugar maravilloso de Puerto Madero, con show y todo. Vos no te preocupes por la comida.
BETTY.- No me preocupaba.
YOYI.- Mirá, el clima en Buenos Aires, allí en la pizarra. 20 grados. En Buenos Aires está hermoso, así que no hay que preocuparse por el clima.
BETTY.- No me preocupaba el clima, Yoyi.
YOYI.- Nuestro vuelo es el número 406. Vos no te preocupes por el equipaje. No, no lleves ni siquiera la maleta chica. Que se encarguen ellos. Vos, no te preocupes.
BETTY.- No me preocupo.
YOYI.- Estás entusiasmada, Betty?
BETTY.- Sí, Yoyi.
YOYI.- No parece.
BETTY.- Pero si lo estoy… Lo estoy!
YOYI.- Y subimos al avión. Cuando la azafata preguntó qué íbamos a beber con la cena, si vino o gaseosas, yo contesté que ni vino ni gaseosas. Que no íbmos a cenar. A lo que Betty acotó:
BETTY.- Deberíamos comer aunque sea un sandwich. Vos ni almorzaste.
YOYI.- En Buenos Aires vamos a cenar a lo grande. No lo voy a arruinar por un poco de pollo tieso. No te preocupes por mí, Betty.
BETTY.- No me preocupo, Yoyi. Es que no quiero que pases hambre. Ya sabés lo que pasa con tu úlcera si no comés algo…
YOYI.- Traje dos frascos del remedio para eso. Relajate.
BETTY.- Sí. Estoy relajada.
YOYI.- Mirá, ya dieron orden de no fumar y de ajustarse los cinturones de seguridad. Colocá tu asiento en posición vertical, Betty. Vamos a aterrizar. Mirá, vamos a llegar cinco minutos antes.
BETTY.- Es enorme la ciudad, no?
YOYI.- Es maravilloso. Recordaremos siempre este viaje. No te pierdas la vista aérea.
BETTY.- Es una ciudad preciosa, no?
YOYI.- Te conté el plan? No? Te lo cuento. A las siete llegada al aeroparque, a las 7.45 estaremos en el hotel. Imaginate, no es pavada. Es el hotel del Centro Naval, que nos corresponde por ser jubilados provinciales. Un buen hotel, eh? Sin lujos, pero confortable. En plena avenida Córdoba casi esquina Florida. Pleno centro! A las 8.30 cena en un conocido restaurante de Puerto Madero. Con show y todo. Con opción para ir a bailar a un boliche re-conocido del lugar. Vuelta al hotel donde experimentarás una de las noches más fogosas que hayas vivido en estos últimos tiempos.
BETTY.- La verdad es que he vivido tan poquitas…
YOYI.- Esperá y ya vas a ver. Y después tengo una entrevista a las nueve de la mañana en el canal de televisión. Una entrevista que es pan comido.
BETTY.- Yoyi mi amor: Hay posibilidades de que te rechacen. De que no te den el puesto.
YOYI.- Macanas. Eso te dicen. Pero ya está decidido. Vos te creés que el canal nos haría viajar a Buenos Aires si no estuviera decidido? La entrevista es pura formalidad. (Al público) Fue en ese momento en que escuchamos la voz del capitán. (Se escucha una campanilla y de inmediato una sanata dicha por el comandante del aviòn que ellos no entienden, en castellano y en inglès) El tipo al parecer nos informó que había problemas de tráfico aéreo, dijo que había unos quince aviones esperando para aterrizar antes que nosotros. Que uno de los problemas era la niebla y el otro una huelga general de aeropuertos que al parecer el gremio correspondiente había decretado hacía unos minutos. Nos recomendaba relajarnos ya que sobrevolaríamos hasta poder aterrizar en unos veinte o treinta minutos. Suponía. (A Betty) Cómo que supone? No debería saberlo con certeza? Para algo es el piloto!
BETTY.- Calmate, Yoyi. Veinte minutos es una pavada. Tenemos tiempo de sobra. Qué hacés?
YOYI.- Voy a llamar a la azafata. Y si se prolonga más de treinta minutos? Tenemos hora para cenar a las 8.30.
BETTY.- No serán más de treinta minutos, supongo.
YOYI.- Eso supuso el piloto. (Al público) Cuando llegó la azafata yo me puse a gritar mientras ella me ofrecía un cafecito. (A la supuesta azafata) ME CAE MAL EL CAFÉ!
BETTY.- Yo me podría tomar una taza?
YOYI.- (En lo suyo) ESTO SUCEDE A MENUDO? CÓMO QUE CASI TODAS LAS NOCHES? QUE LE DICENLA HORA DELAMONTONAMIENTO? No nos avisaron nada!
BETTY.- No es culpa de la azafata, Yoyi. Bajá los decibeles.
YOYI.- (A ella) Es que deberían avisarte. Casi dos horas de vuelo y después treinta minutos de amontonamiento. No es joda. Así uno sabe cuánto tiempo va a estar en el aire, carajo.
BETTY.- Te va a dar acidez estomacal. Me la veo venir. (Se escucha ruido de avión en off. Yoyi mira su reloj)
YOYI.- Bueno, ya pasaron treinta y cinco minutos. Ojalá que el pelotudo pilotee mejor de lo que “supone”.
BETTY.- Da la sensación de que estamos descendiendo, querido.
YOYI.- Qué? Se ve el aeroparque?
BETTY.- No, Yoyi. Hay niebla.
YOYI.- No es niebla! SON NUBES! Las atraviesan todo el tiempo! Imaginate, más de treinta y cinco minutos. Y la azafata sin aparecer!
BETTY.- Por el clima sucede esto, Yoyi. Bah, eso me imagino.
YOYI.- NO HAY QUE IMAGINAR! BASTA CON MIRAR! Reservamos una mesa para las 8.30!
BETTY.- Te va a doler la úlcera. Deberías haber comido algo.
YOYI.- (Al público) Y en ese momento, el capitán informó que en esas condiciones era imposible aterrizar y que deberíamos seguir sentados un tiempo más. (A Betty) Pero qué es ésto? Esperamos, sobrevolamos y ahora esperamos sentados?
BETTY.- Te convendría calmarte. Aquí la señora de al lado dice que la última vez estuvieron dos horas y media sobrevolando…
YOYI.- Qué??? YA PASÓ ALGO ASÍ???
BETTY.- El tráfico, la niebla, las huelgas, los piquetes, los paros generales, las protestas… Vivimos en Argentina, Yoyi. Dijo la señora que calculaba que, sobrevolando, ya debía de haber envejecido por lo menos dos años.
YOYI.- O sea que a las 8.30 estaremos sobrevolando Puerto Madero!
BETTY.- Pero no importa, Yoyi. Comemos alguito en la habitación del hotel y listo. Mientras tanto, quisiera tomarme un café. (Al público) Llamé a la azafata y se lo pedí con mucha dulzura, como es mi costumbre. Pero ella me contestó secamente que el café se había terminado y que hiciera EL FAVOR DE TENER PACIENCIA!
YOYI.- (Al público) Allí comencé a gritar que haría la denuncia enla Aeronáutica! Nadie respondió a mis gritos. La noche había comenzado a caer y una luz tenue brillaba en el avión. (Ruido de avión en off. A Betty) Sabés qué hora es?
BETTY.- No me interesa.
YOYI.- Las 8. 40. Para cuando lleguemos y vayamos a un restaurante, van a ser las once y media. Si ceno tan tarde, no voy a poder dormir en toda la noche.
BETTY.- No te adelantes. Quizá no te pase nada.
YOYI.- Ah, sí. Tomémoslo con calma, Betty. Podríamos pasar el resto de nuestras putas vidas sobrevolando la puta ciudad. (Al público) Y allí, a pesar de que ya no quería escucharlo, habló de nuevo el capitán que anunció que, como no podíamos aterrizar en aeroparque, volaríamos a Rosario donde aterrizaríamos en su aeropuerto. (A Betty) A Rosario! A cuánto queda de aquí?
BETTY.- No lo sé, Yoyi. Cerca.
YOYI.- La puta que lo parió. Nos llevan a Rosario. A las nueve de la mañana yo tengo que estar en Buenos Aires y NOS LLEVAN A ROSARIO! (Al público) En el aeropuerto de Rosario, tiempo más tarde… QUILOMBO TOTAL! (A Betty) Betty mi amor, tomá los talones del equipaje. Andá a buscarlo mientras yo voy a averiguar si hay otro vuelo o algo. Nos vemos frente al kiosko de revistas.
BETTY.- Y si comemos algo primero?
YOYI.- NO HAY TIEMPO! Tengo que llegar a Buenos Aires!!!
BETTY.- Nos vemos frente al kiosko.
YOYI.- (Al público) Cuando fui a averiguar, me enteré que no había otros vuelos a Buenos Aires sencillamente porque Aeroparque estaba cerrado y que recién lo abrían a las siete de la mañana, teóricamente. Entonces llamé por teléfono a la estación de ómnibus. Mariano Moreno, se llama. Al pedo. Había huelga en el gremio y no salía ningún ómnibus a Buenos Aires. Al notar la desesperación en mi voz, una señorita sumamente grosera tuvo a bien informarme que en veinte minutos salía desde Rosario Norte el único y último tren del día de Rosario a Buenos Aires. (A Betty) Betty mi amor! Hay solamente un tren a Buenos Aires en veinte minutos! Dónde están las maletas?
BETTY.- No las encuentran.
YOYI.- Ojalá ese puto tren tenga un puto coche comedor. Qué no encuentran?
BETTY.- Las maletas.
YOYI.- Qué querés decir con eso?
BETTY.- Qué voy a querer decir, Yoyi. Más claro, imposible.
YOYI.- PERDIERON EL EQUIPAJE???
BETTY.- No me grites!
YOYI.- (En un susurro gritado) Perdieron el equipaje?
BETTY.- No. No lo encuentran, nada más.
YOYI.- Y si no lo encuentran más qué?
BETTY.- Entonces, lo perdieron.
YOYI.- (Al público) En la ventanilla de reclamos grité, me desgasté, casi me pongo a llorar. Decía: – Tengo que tomar el tren desde Rosario Norte en veinte minutos y me perdieron las maletas!
BETTY.- (Como a una ventanilla) Una azul grande y una gris chiquita.
YOYI.- Tenemos los talones! Qué dice? Que cómo son?
BETTY.- Una azul grande y una gris chiquita.
YOYI.- NO! NO LAS VIMOS, NO LAS VIMOS, NO LAS VIMOS. SI LAS HUBIÉSEMOS VISTO NO ESTARÍAMOS PREGUNTANDO, CARAJO!
BETTY.- Ponerse así de nervioso no sirve de nada, querido. Ellos solamente tratan de ayudarnos, mi amor.
YOYI.- Deberías haber traído la maleta chica con vos.
BETTY.- Vos me dijiste que se encargaran ellos.
YOYI.- Señor, comprenda. Son sólo dos maletas!
BETTY.- Una grande azul y una gris chiquita.
YOYI.- NO! NO LAS VIMOS SALIR, NO LAS VIMOS SALIR! Me voy a volver loco!
BETTY.- Sí, Yoyi. Te vas a volver loco. Tenés que calmarte.
YOYI.- Cómo voy a calmarme si sólo me preguntan boludeces? (Al de la ventanilla) Ah… que asumen la responsabilidad? Y a mí que mierda me importa su responsabilidad si no tengo mis camisas. Tengo una reunión mañana en Buenos Aires!
BETTY.- Sí, tiene una reunión importante a las nueve.
YOYI.- Para qué le repetís lo que yo digo?
BETTY.- Porque vos no escuchás nada. Aquí el señor, amablemente, nos ofrece quedarnos en Rosario, en un hotel y tomar el vuelo de mañana a las siete de la mañana.
YOYI.- Y si la niebla no se disipa? Y si de nuevo hay amontonamiento?
BETTY.- El señor no puede hacerse responsable de todo eso, Yoyi.
YOYI.- Ya veo. Ni siquiera de nuestro equipaje!
BETTY.- Sabe qué pasa, señor? Mi marido tiene úlcera y el remedio está…
YOYI.- Vámonos de aquí! Si mi equipaje no llega al hotel del Centro Naval en Córdoba y Florida mañana a la mañana, sus abogados tendrán noticias mías. Anote mi nombre: Jorge Arriaga. De Mendoza. Anotó? Vamos. Ya no tenemos más tiempo. Primero pierden mi equipaje y luego… Si no tengo noticias de ustedes… ustedes… tendrán noticias mías! Taxi! Taxi! Necesitamos llegar en quince minutos a Rosario Norte. Qué? Queda a media hora? Usted llévenos en quince minutos. No pierda tiempo en explicarme nada. Increíble. Increíble. No te procupes, Betty. Llegaremos bien.
BETTY.- No estoy preocupada.
YOYI.- Yo sí. (Al público) Estuvimos en media hora. Bajamos. El tren estaba atrasado. El taxista no tenía cambio. Le tuve que dejar el vuelto. Prometió mandármelo a Mendoza. Tomó la dirección y todo. Corrimos. Nos subimos al tren. Uno detenido que estaban barriendo. El señor que barría nos dijo que el que iba a Buenos Aires era el del andén contiguo que acababa de partir. Lo perdimos. Nos acercamos a la ventanilla. No había otro tren. Pero nos dijo el señor de la ventanilla que podíamos tomar un taxi hasta Empalme Villa Constitución o no sé cómo se llamaba el lugar y que allí podríamos tomarlo pues se detenía por unos minutos. Busqué a Betty que en ese momento había corrido hacia el baño de señoras. Llegué al baño. No podía entrar. Le pedí a una mujer que limpiaba que me trajera urgente a mi mujer que acababa de entrar al servicio. Mientras esperaba, apareció Betty que se había detenido en el kiosko para comprar pastillas antes de entrar al baño, mientras observábamos cómo la señora de la limpieza arrastraba hacia fuera del baño a otra señora que había entrado al baño y gritaba como una loca. Corrimos mientras yo le gritaba a la señora de la limpieza: – Métala de nuevo, métala de nuevo, lo siento! Tomamos el mismo taxi. No recuerdo en cuanto nos llevó. Nos cobró una fortuna. Cuando llegamos, el tren nos estaba esperando.
BETTY.- Necesito ir al baño y comer algo, Yoyi.
YOYI.- Recorrimos el tren. Estaba abarrotado de gente. Me acerqué al guarda. Pregunté si no quedaban asientos libres. El guarda me miró y rió a carcajadas el guacho. – Y algo en primera clase? – pregunté. – Se lo pago, le pago lo que sea! Me dijo que el tren iba vacío durante toda la semana salvo cuando había niebla en Buenos Aires o paro en aeroparque o piquetes en los aeropuertos. Es claro… Quién mierda iba a viajar en ese tren pedorro que era el único que quedaba en el país? Pero me prometió, luego de que ocupáramos el baño y el coche comedor, que por el doble nos daría un par de asientos. Cuando Betty salió del baño preguntó:
BETTY.- Qué dijo el señor? Tiene coche comedor?
YOYI.- El señor dijo solamente que en otro vagón vendían sandwiches.
BETTY.- Vamos, Yoyi, me muero de hambre. Vos también tenés que comer algo.
YOYI.- (Al público) Tuvimos que hacer una cola infernal que llegaba al final del tren. (Se toca el estómago)
BETTY.- Te duele, Yoyi?
YOYI.- Es un dolorcito sin importancia. Ya sé, no me lo digas: Deberíamos haber comido en el avión.
BETTY.- No iba a decirte eso.
YOYI.- (Al público) Esperamos dos horas. Pedimos el menú. Sólo tenían sandwiches de mortadela y bebidas.
BETTY.- (Mirando hacia adelante) Señor: A mi marido le caen mal los sandwiches de mortadela.
YOYI.- (Al público) Dijeron que, en ese caso, tenían galletas y aceitunas verdes. Nada más. No esperaban que viajara tanta gente en el tren esa noche. Pedí galletas para mí y un sandwich para Betty.
BETTY.- (Mirando para adelante) Y un café y un vaso de leche.
YOYI.- (Al público) Dijeron que ni café ni leche. Jugo ordinario pero no frío. Bah, pis. Decidimos no tomar nada. (A Betty) Pensar que te dije que te iba a llevar a uno de los mejores restaurantes de Buenos Aires, y terminás comiendo un sandwich pedorro sin nada para beber.
BETTY.- No tiene importancia, Yoyi.
YOYI.- Mirá, no te culparía si me dejaras por ésto. Mirá lo que te digo.
BETTY.- Pero yo no voy a dejarte, Yoyi.
YOYI.- (Al público) Llegamos a Retiro. (A Betty) Si te digo que me tragué algo duro con las galletas, es verdad. Me va a destrozar el estómago.
BETTY.- Estás sin comer ni dormir, querido. Cómo no te vas a sentir mal? Vamos. Vamos a tomar un taxi al hotel.
YOYI.- Los voy a demandar a todos! (Al público) Cruzamos la estación. Estaba repleta de gente. (Hacia adelante) Disculpe, la parada de taxis? Ah, pasando la puerta. Okey. Qué? QUÉ???
BETTY.- Qué pasa, Yoyi?
YOYI.- No hay taxis.
BETTY.- Por qué no?
YOYI.- Porque están en huelga.
BETTY.- Los taxis?
YOYI.- Los taxis, el subte, los ómnibus, todos los medios de transporte. Y los basureros también.
BETTY.- No te dijeron cómo se traslada la gente?
YOYI.- Camina, Betty, camina!
BETTY.- Estamos lejos del hotel?
YOYI.- Qué sé yo. Si remontamos Córdoba, unas ocho cuadras. Pero cómo puede haber huelga de transporte en una ciudad así, con distancias tan largas?
BETTY.- Evidentemente, puede, Yoyi. Vamos a caminar.
YOYI.- Nunca oí algo semejante, mirá! (Al público) Salimos y… (Se escucha efecto de lluvia torrencial) … llovía a cántaros. (A Betty) No te preocupes. A lo mejor para pronto.
BETTY.- No me preocupo, Yoyi.
YOYI.- No. Son más de las tres de la mañana. No creo que pare.
BETTY.- Nunca?
YOYI.- Si nos quedamos aquí toda la noche sin comer ni dormir no voy a poder llegar a la entrevista.
BETTY.- No me importa mojarme un poco. Vamos. Hacia dónde está?
YOYI.- Hacia allá.
BETTY.- Bueno, vamos.
YOYI.- Sí. Vamos! Dios. Está lloviendo más tupido. (Al público) Corrimos bajo la lluvia intensa. Ustedes saben lo que puede ser correr por Retiro de noche. Imagínense bajo la lluvia intensa. Nos perdimos y nos volvimos a perder. No encontrábamos la iniciación de Avenida Córdoba. Buenos Aires era a esa hora un oscuro depósito de basura. Cruzábamos las calles bajo la lluvia. Oscuras calles repletas de basura. Nos resguardamos bajo una recova.
BETTY.- No corras. Tengo los tobillos frágiles.
YOYI.- Cuanto más pronto lleguemos, menos mojados estaremos, mi amor.
BETTY.- Nunca ví tanta basura junta, Yoyi.
YOYI.- Están en huelga. No siempre es así. Córdoba es una de las avenidas más limpias del mundo.
BETTY.- Quién limpiará todo esto?
YOYI.- Bueno, Betty, dejá de preocuparte por la basura. Vamos!
BETTY.- Es que no puedo…
YOYI.- Y ahora qué te pasa?
BETTY.- Pisé una botella y me rompí el taco alto.
YOYI.- Cómo pudo pasarte algo así?
BETTY.- Así de simple: Pisé una botella y me rompí el taco alto.
YOYI.- Y no podés caminar?
BETTY.- Sí. Pero despacio. Ya sabés que tengo los tobillos frágiles.
YOYI.- (Al público) Sí. Ella tiene los tobillos frágiles. Llegamos al hotel. Hechos sopa.
BETTY.- No quiero quejarme, querido. Pero se me tuercen los tobillos al caminar.
YOYI.- Apretá los dedos de los pies contra la suela! (Al público) Les dije que llegamos al hotel? Qué espectáculo deprimente. Un mundo de gente durmiendo en la recepción, en el lobby, en el salón comedor, en los sillones, en el piso, en los ascensores. Qué mierda pasaba? (Mira hacia adelante) Somos el Sr. yla Sra. Arriaga, de Mendoza. Al fin llegamos. Cómo si reservé un cuarto? Me lo reservó Telefé. Parece que el hotel está bastante lleno, no? Ah, claro. Es lo mínimo que pueden hacer. Cómo dice? Ah, claro. La gente no puede volver por la huelga y los hoteles están atestados…
BETTY.- Qué amables, de verdad!
YOYI.- Ahora espero que tenga una camita seca y cómoda para nosotros.
BETTY.- Y que haya una farmacia cerca. Necesito venda para los tobillos.
YOYI.- Qué dice? Que la reserva era para el 17 y que hoy es el 18 de madrugada? No me diga que no nos guardaron el cuarto. Qué dice allí? Que debían reservarlo hasta las diez de la noche y que ahora son casi las cuatro de la madrugada? No, claro, no llamamos ni enviamos un mail. No pudimos, señor. Estuvimos dando vueltas. Mi intención era llegar a las ocho de la noche. No pensé que aterrizaríamos en Rosario y luego tendríamos que viajar en un tren como ganado hasta Retiro para después caminar hasta aquí en medio de un sunami. Betty: Decile al señor que eso hicimos.
BETTY.- Así mismo fue, señor.
YOYI.- YA SÉ QUE NADIE ESPERABA ESTA HUELGA GENERAL. YA SÉ QUE NO MANDAMOS UN MAIL NI LLAMAMOS POR TELÉFONO! No me lo repita, la puta madre. No ve que estoy chorreando agua aquí en el vestíbulo de este hotel pedorro. Mi mujer está temblando y tiene los tobillos frágiles. Si no me da un cuarto, estarán en mi lista de demandados, carajo! Claro que espero. Adónde voy a ir? No tengo ningún programa y mi mujer está muy mal. Decíselo, Betty!
BETTY.- Estoy muy mal. Y él no tiene ningún programa.
YOYI.- Vaya a saber qué mierda fue a buscar. Pero vos no te preocupes, nos van a dar un cuarto.
BETTY.- Ojalá.
YOYI.- (Al público) El recepcionista volvió y explicó que había hablado con el señor Bruzzi o Bruzzico o Burzaco, el ayudante del gerente, que lamentaban mucho el malentendido, pero por desgracia no tenían cuartos disponibles. (Hacia adelante) Muy bien. Muy bien! Escriba su nombre completo y el del señor… Bruzzi, Bulzico o Bulzco o como mierda se llame en un papel. Los necesito para el juicio que les voy a hacer. A todos: Ala Aeronáutica, a los responsables de ese tren de porquería, a ustedes. Ella es mi esposa. Es testigo de todo. (Ella sonríe) Betty: Cuando termine de anotar sus nombres, firmá abajo y poné fecha y hora. Puede que no sea de esta ciudad… pero se metieron con la persona equivocada. No saben lo que les espera.
BETTY.- Pero Yoyi, escuchá lo que dice el señor. Dice que en el cuatro 819 hay dos pilotos de avión que se van a las siete de la mañana. Que puede darnos ese cuarto gratis.
YOYI.- Lo escuché. LO ESCUCHÉ! Me secaría recién a las ocho de la mañana. Los demandaré por un millón de pesos. Vamos.
BETTY.- Adónde? Qué vamos a hacer?
YOYI.- Vení! (Al público) Nos metimos en el hueco de la escalera. Pregunté desesperado: Betty, qué vamos a hacer?
BETTY.- Por qué te quisiste ir si después no te la bancás?
YOYI.- Para que alguien vea que hablo en serio! No nos pueden tratar así, puta madre!
BETTY.- Bueno, Yoyi, la verdad es que deberíamos haber llamado o haber enviado un telegrama.
YOYI.- Pero cómo podés estar chorreando agua en el hueco de la escalera sin tu taco alto ni el equipaje y CULPARME A MÍ PORQUE NO TENEMOS UN CUARTO???
BETTY.- No es tu culpa, Yoyi. Sólo sugiero que nos quedemos en el vestíbulo hasta las siete y aceptemos el cuarto de los pilotos que se van a esa hora. O acaso ves otra salida?
YOYI.- (Al público) En ese momento el recepcionista gritó mi nombre. Corrimos a la recepción. Él esperaba con el tubo del teléfono en su mano. Me llamaban desde el aeropuerto de Rosario. Habían encontrado nuestro equipaje. Las maletas estaban en… (Grita) MENDOZA!
BETTY.- Yoyi, por favor, no grites. Vas a despertar a toda esta gente dormida en el lobby.
YOYI.- Pero podés creer? Nuestras maletas fueron las últimas en ingresar en el aeropuerto en Mendoza y NO LAS SUBIERON AL AVIÓN! (Ha gritado en un susurro) Me avisaban que las mandarán al hotel antes de las 8. Le dije a ese tipo desagradable que me hablaba como si me hiciera un favor que esperaba que las maletas disfrutaran más que yo viajando, ya que cuando llegaran yo no estaría en este hotel porque MI CUARTO se lo habían dado a otra persona, por lo que IBA A DEMANDAR A TODO EL MUNDO ANTELA CORTE SUPREMA! La gran puta, Betty! Quiero mis maletas YA MISMO y las quiero AQUÍ y no donde estaba antes de que no me llevaran a destino! Vos tenés que testificar este mal trato.
BETTY.- Yo soy testigo de todo, Yoyi.
YOYI.- Ya vas a ver. Un amigo que juega golf con tu hermano tiene conexiones conla Aeronáutica. Losvoy a demandar a todos. Recibirán telegramas, cartas documento, facturas, tickets, lo que haga falta para probar lo que está sufriendo un enfermo del estómago que tiene su remedio en su maleta que en este momento está en Mendoza. Y también el sufrimiento de una pobre mujer de tobillos frágiles que ha tenido que atravesar toda una tormenta de basura en Buenos Aires para llegar a un hotel donde no tiene ni una cama donde descansar! Si algo nos pasa, compadezco a usted, señor recepcionista, al señor Bruzzaco o como mierda se llame, al gerente general y al mismo dueño de este hotel de porquería con olor a humedad y a pedo.
BETTY.- Pero él dijo que nos podíamos quedar en la oficina hasta las 7, hasta que se fueran los pilotos de avión.
YOYI.- QUE SE METAN EN EL CULOLA OFICINA! Tiene que haber un cuarto en algún lugar de la ciudad. No te preocupes, voy a solucionar todo. Tenés una moneda?
BETTY.- Todo lo tengo en la maleta gris, Yoyi.
YOYI.- (Al público) Y allí apareció una mujer bastante vulgar, por no aventurarme a decir que era de las que ejercían el oficio más antiguo del mundo que nos dijo:
BETTY.- (Como la prostituta) Es mejor que se ahorren dinero y esfuerzo. Ustedes no son de aquí, no? (Yoyi se sienta y mira a su costado donde se supone que està su mujer, asintiendo, mientras escucha a la prosti) Escuché que son de Mendoza. Y necesitan un cuarto por una noche, verdad? Miren, un amigo mío tiene un hotelito a dos cuadras de aquí. No es de lujo, pero limpio. Si quieren un cuarto les va a costar cien.
YOYI.- (A su mujer que supuestamente està junto a èl) Cien pesos un cuarto. No es caro.
BETTY.- (Como la prostituta) Los cien son para mí. El cuarto cuesta ciento cincuenta. Me dan primero mis cien pesos y yo misma los llevo al Hotel Gralor – por Graciela y Lorenzo, vieron?, los hijos de mi amigo – y le dicen al de la recepción que yo los he llevado. Me llamo Brenda. Mejor los acompaño. Tengo un paraguas para que no se mojen. Vamos?
YOYI.- (Al público) Le dí los cien pesos, salimos. A la cuadra de haber caminado bajo la lluvia, nos asaltó con un revólver la hija de puta. Y no sólo eso. Se le unió el supuesto dueño del hotelito. Me pidieron el rollo de billetes que tenía en el bolsillo. Betty no pudo abandonar su condición de pelotuda. Asustada gritaba:
BETTY.- Dales todo, Yoyi. No quiero aparecer muerta en una calle de Buenos Aires, aunque sea de madrugada, que es la hora en que mueren los que saben morir. Dales todo, por favor. Dales también la billetera que tenés en el bolsillo del saco!
YOYI.- Qué pelotuda! Por qué mierda no se calló la boca?
BETTY.- No le peguen, por favor! Es un pobre enfermo!
YOYI.- No soy ningún enfermo!
BETTY.- Estás enfermo, Yoyi, no lo niegues…
YOYI.- Es apenas una úlcera común y corriente. (Al público) Y comenzamos a caminar, ahora sin el dinero y bajo el agua, sin darnos vuelta, después de pedir inútilmente que nos dejaran algo de dinero para comer algo. No, era inútil. Había que caminar.
BETTY.- Nos asaltaron, Yoyi! Nos asaltaron! No nos mataron de casualidad!
YOYI.- Por qué tuviste que decirles lo de la billetera?
BETTY.- Preferirías que te encontraran muerto en una calle de Buenos Aires habiendo dejado en Mendoza a tus hijos y a tus nietos?
YOYI.- Sabés cuánto me queda en el bolsillo? Cincuenta centavos! Veinticinco centavos per cápita gracias a haber abierto tu bocaza!
BETTY.- Pero estamos vivos, no? Estoy temblando de pies a cabeza, mirá. Necesito tomar algo fuerte!
YOYI.- Y con qué? Con cincuenta centavos? Haceme el favor. Hay miles de policías en Buenos Aires, eso se supone. Y ninguno sale cuando llueve? No se puede creer! Mierda! Me robaron la tarjeta, también. Tenemos que hacer el reclamo de pérdida o robo! Pero cómo?
BETTY.- Yo tengo el celular en mi cartera. Cuál era el número?
YOYI.- Está en la agenda del celular.
BETTY.- Ah, sí. Aquí está. Ahí llama. Ah, señorita, me acaban de robar la tarjeta de crédito. Sí. Sí. Y no puedo decirle el número de la tarjeta, señorita. Si nos la robaron. Nos la robaron en plena calle, bajo la lluvia, fíjese qué tragedia. Cómo? El documento del titular? Sí, ya se lo doy. Cómo era tu documento, Yoyi?
YOYI.- Sí, repetí…
BETTY.- Ay, Yoyi, no! Me quedé sin crédito. Se cortó la comunicación. Necesito ponerle una tarjeta…
YOYI.- Y dónde mierda te parece que podemos comprar una tarjeta ahora? Me cago en la mierda, carajo! Vamos a buscar una comisaría. (Al público) Sí. Bajo la lluvia buscamos la comisaría más próxima. Al parecer, esa madrugada, todas las comisarías eran un verdadero loquero. Gente robada, gente violada, prostitutas, rateros, padres de familia con hijos perdidos, vendedoras de Avón, lo que puedan imaginarse. El agente de la recepción parecía estar en las nubes. No oir ni ver nada. Momia. (Hacia adelante) Disculpe, no? Mi mujer y yo no somos de aquí. Recién llegamos a Buenos Aires, nos asaltaron y… (Al público) Sonaba el teléfono. El agente recepcionista nos dijo que esperáramos. Después nos comunicó que los basureros habían levantado la huelga. Como si a nosotros nos importara. Ya mi mujer se había roto el taco alto del zapato. Pero, eso sí, nos comunicó también que ahora estaban de huelga los repartidores de leche. Yo seguía diciendo… “Nos asaltaron, sabe?” mientras mi mujer preguntaba…
BETTY.- (Hacia adelante) Los chicos no tendrán leche? Qué crueldad!
YOYI.- Y yo insistía: “Nos asaltaron a una cuadra del Centro Naval” Y mi mujer agregaba.
BETTY.- Una mujer armada. Podría habernos matado. Una tragedia, una verdadera tragedia, señor.
YOYI.- (Al público) El recepcionista nos preguntó nombre y apellido. Le dije que no se los había preguntado.
BETTY.- El señor nos pregunta por nuestros nombres. Jorge y Beatriz Arriaga, de Mendoza. Pero a mí puede llamarme Betty y a él todos le decimos Yoyi. Es una historia que viene desde que él era chiquitito y le preguntaban, “Cómo te llamás, Jorgito?” y él contestaba “Yoyi”. Esas cosas que pasan con los chicos, se da cuenta?
YOYI.- (Al público) Nos preguntó dónde nos hospedábamos. Me ví obligado a decirle que en ningún lugar, lo que nos convertía en cartoneros, prácticamente.
BETTY.- (Hacia adelante) Señor… Ni los hospitales tendrán leche? No le parece una atrocidad?
YOYI.- Terminala con la leche, Betty! (Al público) El agente me preguntó si no habíamos hecho una reservación. Le conté que nuestro avión había aterrizado en Rosario y que cuando llegamos a Buenos Aires, luego de una odisea en un tren de mierda, les habían dado el cuarto a otra persona. Que lógicamente no habíamos podido ni mandar un mail ni llamar por teléfono, aunque obvié decir que Betty tenía un celular que a esa altura no servía para nada. Que a esa altura ya sabíamos que no existía el famoso hotel Gralor. Me preguntó por qué habíamos ido. Le dije que NO SABÍAMOS QUE NO EXISTÍA, CARAJO. Que nos habíamos dado cuenta cuando la asaltante y su pareja nos habían robado todo el dinero. El agente nos hizo firmar un formulario y nos dijo que fuéramos a hablar con el Capitán Malatesta. Un formulario. Para qué mierda firmar un formulario!
BETTY.- Dale, firmá el formulario, sí mi amor?
YOYI.- No quiero! Quiero mi plata! Dónde está el Capitán Malatesta? Por qué nadie nos ayuda?
BETTY.- Lo firmo yo, querido?
YOYI.- No! No quiero que lo firmes! No quiero que firmes nada! Dónde está el Capitán Malatesta. (Al público) El tipo me mandó a la segunda puerta del pasillo, oficina del Capitán Malatesta, que llegaba a las once de la mañana. (Hacia adelante) CÓMO A LAS ONCE DELA MAÑANA? QUIERO QUE SE OCUPE AHORA! Mientras tanto una mujer gritaba que era la tercera vez que le robaban la cartera justo en la puerta de la comisaría y que quería que esta vez se la recuperaran. Se lo dije bien clarito: – En cuanto se ocupen de MI ROBO, señora, se ocuparán de su cartera. No se me adelante que yo estoy primero. Y pregunté al agente: – Hay alguien más a quien pueda ver? Pero me dijo que todos los policías estaban muy ocupados y empezó a atender a la mujer de la cartera. Entonces le pregunté su nombre y lo anoté. Para mi lista de demandas. El agente nos sugirió que fuéramos al Cuartel de Bomberos. Parece ser que la guardia nacional había puesto allí unos catres militares y que convidaban café con rosquitas.
BETTY.- Perfecto, Yoyi. Todo solucionado. Adoro las rosquitas.
YOYI.- No quiero café ni rosquitas. Quiero mi plata. (Al público) La policía nos llevó en un móvil al Cuartel de Bomberos, luego de que mi mujer discutiera con la señora que denunciaba el robo de su cartera en una discusión de sordos. Ambas se referían a la mujer delincuente como si hubiera sido la misma. – Era una mujer altísima – decía la mujer. – La nuestra era baja – decía Betty. – ERA ALTÍSIMA – gritaba la mujer. BETTY.- ERA BAJA!
YOYI.- Gritaba Betty. ERA ALTÌSIMA – gritaba la mujer.
BETTY.- ERA BAJA!
YOYI.- Gritaba Betty. Como fuere la cosa, subimos al auto (Se suben a un supuesto auto) y mientras yo me dormía Betty me decía:
BETTY.- A lo mejor era alta. Uno no puede descubrir la altura con un taco roto. No te parece? (Yoyi se duerme en su hombro) No te duermas sin comer antes, Yoyi. De otro modo… a lo mejor no despertás nunca, querido. Lo que pasa es que no hemos comido ni dormido desde ayer a la mañana. Hace veinticuatro horas que estamos metidos en este viaje maravilloso.
YOYI.- (Al público) Pero en mitad del camino llamaron por radio y hubo cambio de planes y nos querían obligar a bajarnos del auto de la policía porque tenían un asalto a una despensa importante que tenían que proteger.
BETTY.- No nos van a llevar al cuartel? Y el café y las rosquitas?
YOYI.- Dicen que está a ocho cuadras de aquí.
BETTY.- Y no nos pueden llevar primero?
YOYI.- Pero no escuchaste? Dicen que tenemos que cooperar, que no tienen muchos patrulleros.
BETTY.- Pero vos cómo vas a hacer, Yoyi? Estás casi dormido. En fin, no hay mal que por bien no venga, porque si te dormías… Vamos, vamos, hay que bajar. El señor dice que tenemos que movernos. Bah, fue grosero, dijo que hay que mover el culo, pero yo no quería repetirlo tal cual. Tenés que despertarte, mi vida. Hay que caminar unas cuadritas, amor mío. Hay un asalto, viste?
YOYI.- No pueden atrapar más tarde a los asaltantes?
BETTY.- No discutas, Yoyi. Vamos, hay que cooperar con las fuerzas del orden.
YOYI.- Dónde estamos? La policía tiene el deber de protegernos y trasladarnos.
BETTY.- El oficial sabe lo que hace, querido!
YOYI.- No me van a tener de aquí para allá como a mis maletas. No pienso bajarme del auto. (Al público) Ante tan firme aseveración, arrancaron los hijos de puta. Arrancaron a los santos pedos, echando putas por Palermo viejo. Y con Betty pudimos ser los protagonistas cagados de la más feroz resistencia que hubiésemos podido vivir en un asalto a una despensa de la gran ciudad, (Se escucha la sirena policial que se va perdiendo) envueltos en el sonido electrizante de la sirena policial. Detuvieron el auto. Al parecer habían logrado ubicarlos. Se bajaron del coche para capturarlos. Eran las cinco de la madrugada y nosotros esperábamos en el móvil policial que los policías trajeran esposados a los delincuentes. Ya no podría dormir, ya no llegaría a la entrevista. Pero los que subieron al auto después de reducir a los policías fueron los malhechores.
BETTY.- Dios santo, Yoyi. Nos están secuestrando!
YOYI.- (Al público) Nos amenazaron con un revólver. Era la segunda vez en la noche que lo hacían. De nada sirvió que tratáramos de explicarles la situación. Ellos seguían corriendo en el auto con la sirena a todo lo que daba.
BETTY.- Tenemos familia en Mendoza, chicos. Y mi marido no se siente nada bien. Es un hombre muy enfermo.
YOYI.- (Al público) Nos tiraron en los bosques de Palermo a las cinco y cuarto de la madrugada y se fueron. Los dos solos en la oscuridad total. (Las luces han bajado. Ellos estàn iluminados por un cìrculo de luz celeste, espalda contra espalda. Pausa. A ella) Betty, oíme.
BETTY.- No quiero discutir, Yoyi.
YOYI.- No me vas a echar la culpa de esto que nos ha pasado, supongo.
BETTY.- Está bien. No voy a echarte la culpa, pero no quiero discutir. Al bajar del auto perdí el otro zapato y ahora acaba de pisarlo ese auto que pasó…
YOYI.- … ya veo, sí. Echando putas.
BETTY.- No importa. Voy a caminar descalza.
YOYI.- No te lo aconsejo aquí. Podrías pisar algo filoso y herirte.
BETTY.- Ya lo pisé.
YOYI.- Algo filoso?
BETTY.- Creo que sí. Algo así como el borde de una lata. Mirame. Me sale sangre?
YOYI.- Un poquito.
BETTY.- Dios mío. Me voy a morir de tétanos.
YOYI.- Eso no es lo importante. Quiero decir: Tenemos que irnos, pero no podés caminar así. Es claro, si pudiera volaría, mi amor. Pero lo que pasa es que hay niebla en Buenos Aires.
BETTY.- Dejate de ese sarcasmo pelotudo, Yoyi… Me duele el pie.
YOYI.- Está bien. Te hago upa.
BETTY.- No. A upa no, Yoyi. (Èl la alza en sus brazos)
YOYI.- (Haciendo un esfuerzo sobrehumano) Tengo que llevarte a un hospital. Seguro que están en huelga, pero no importa. Yo te llevo lo mismo. Soy responsable de vos.
BETTY.- Es que sos un hombre débil y te vas a desmayar. Hace horas que no probás bocado.
YOYI.- Vos tampoco, no pesás mucho. No te preocupes.
BETTY.- No me preocupo, Yoyi. No dije que estuviera preocupada. Pero por favor, bajame.
YOYI.- Tenemos que llegar al Cuartel de Bomberos, que esperemos que no se haya incendiado. Tenemos que dormir un poco porque tengo una entrevista a las nueve y…
BETTY.- (Grita) Te vas a herniar, carajo! Ya tenés una úlcera, es que querés reventar?
YOYI.- Está bien. Te bajo. (La baja) Te bajo. Te bajo y me acuesto. Cinco minutos. Vamos a descansar cinco minutos. Debajo de este árbol, Betty… Debajo de…
BETTY.- YOYI, ES PELIGROSO QUEDARNOS AQUÍ.
YOYI.- Para nada, Betty. Para nada. Es el menor peligro que corremos. Salvo que nos pique algún bicho. Vení. Tratemos de dormir.
BETTY.- Bueno. Buenas noches… Yoyi. (LAS LUCES BAJAN. ENLA BANDA SONORASONIDO DE PAJAROS LUEGO DE UN SILENCIO. SUBEN LAS LUCES. ESTÁ ÉL SOLO)
YOYI.- Cuando me desperté estaba solo. Me dolia el cuello, me dolía la espalda. Me dolía todo el cuerpo, en realidad. (Mira hacia los lados) Dónde estás, Betty? Dónde estás, querida? Betty, dónde te metiste? (Corre por toda la sala) BETTY!!! (Desde un lateral entra Betty y se sienta)
BETTY.- A desayunar! Encontré una golosina en un banco! (Él vuelve y se sienta junto a ella) Fuera, fuera, perrito. No puedo darte este turrón aunque tengas hambre. Es NUESTRO desayuno.
YOYI.- Soltá eso. Soltá eso, perrito. SOLTALO, PERRO DE MIERDA, no me vas a quitar lo que es nuestro. Ah, te asustaste! Bien. Ya es todo nuestro. Cómo tenés el pie?
BETTY.- Mejor. Comelo, Yoyi. Lo necesitás.
YOYI.- Estará bueno? Estaba en un banco, lo lamió el perro… No sé…
BETTY.- Seguro que sí. Mirá, tiene dextrosa, miel de maíz y niacina. Pura energía, Yoyi. Y vos necesitás energías. Sos…
YOYI.- Soy un hombre sano. No empieces.
BETTY.- Sos un hombre que va a tener una entrevista, querido. Necesitás estar bien. Vamos, lo compartimos, eh? Tomá.
YOYI.- Gracias. (Ambos comen una barrita de cereal) Hoy podrías haber tomado el desayuno en la cama, jugo de naranjas, medialunas, tostadas con manteca y mermelada y una gran taza de café caliente. En cambio, estás desayunando una golosina probablemente rancia que dejó un perro en un banco de los bosques de Palermo a las… Che, dónde está mi reloj?
BETTY.- No te pongas nervioso.
YOYI.- No estoy nervioso. Pero dónde está?
BETTY.- Fue todo tan rápido.
YOYI.- Qué cosa fue rápida?
BETTY.- Dijiste que no te pondrías nervioso, querido.
YOYI.- Lo dije antes de que empezaras a hablar. Tu tono es terriblemente presagioso. Dónde está mi reloj?
BETTY.- Se lo dí a uno de los travestis esos que nos rodeaban mientras dormías.
YOYI.- Le diste mi reloj de dos mil pesos a un hombre vestido de mujer? Por qué?
BETTY.- Porque parecía tener un cuchillo, Yoyi. Bueno, a lo mejor no era un cuchillo sino un… bueno, uno de esos juguetes sexuales que usan los que… ay, no sé, Yoyi, todo fue tan rápido y… y él o ella, qué se yo, no nos dejaba en paz.
YOYI.- Y por qué no me despertaste?
BETTY.- No quería que te apuñalara. Digo, si era un cuchillo. Tampoco quería que te hiciera otra cosa… Me pone nerviosa hablar de esto, Yoyi.
YOYI.- Querés decir que me asaltaron mientras dormía?
BETTY.- Sí, algo así.
YOYI.- Un travesti?
BETTY.- Sí.
YOYI.- Con un cuchillo?
BETTY.- Bueno, yo pensé que era un cuchillo o… algo fálico.
YOYI.- MIERDA!
BETTY.- La plata te la robó una mujer con un paraguas y eso no lo cuestionaste. Por qué discriminás?
YOYI.- No te pidió dinero? Digo, el travesti.
BETTY.- No dijo nada. Agarró el reloj… y huyó.
YOYI.- No te pidió plata, ni siquiera el reloj… y vos se lo diste.
BETTY.- Se lo dí, se lo dí… Parecía gustarle. Lo tomó y yo no tenía otra salida. Tenía un cuchillo.
YOYI.- Le viste el cuchillo?
BETTY.- Nadie te asalta en la oscuridad de los bosques de Palermo a las cinco de la madrugada, vestido de mujer, a menos que tenga un cuchillo, no?
YOYI.- Nunca me puse a pensarlo. (Al público) Sería un cuchillo?
BETTY.- Comé, comé esa porquería. Tenés una entrevista en el canal a las nueve.
YOYI.- Ni siquiera voy a saber cuando sean las nueve.
BETTY.- Lo siento, Yoyi. Estoy avergonzada, irritable, tengo ganas de llorar. Debe ser el cansancio que me ha provocado este viaje maravilloso ala Capital. Peroahora se me ocurrió algo. Podríamos ir ala Sociedadde Ayuda al Viajero.
YOYI.- Cuál viajero?
BETTY.- Cualquiera. Una vez leí que existía. Le prestan dinero a turistas en dificultades. Averigüemos adónde queda, qué te parece? Qué te parece la idea? Qué te parece, querido, por qué no me contestás?
YOYI.- Porque acabo de romperme un diente con la puta golosina.
BETTY.- Con la golosina? A ver… dejame verte.
YOYI.- No. Es uno de los de adelante. Ya ni sonreír puedo.
BETTY.- Quizá no se haya roto.
YOYI.- ESTOY SEGURO! LO TENGO ROTO!
BETTY.- A ver, mostrame. (El le muestra) Quizá no… Pero sí. Se te rompió.
YOYI.- Se acabó. Yo no puedo más. Aunque tuviera dinero y me afeitara, nunca me darían ese puesto si ni pudiera esbozar siquiera una… leve sonrisa.
BETTY.- Un dentista te lo podría arreglar, amor mío.
YOYI.- Por cincuenta centavos?
BETTY.- Recurramos ala Sociedadde Ayuda al Viajero…
YOYI.- NO ARREGLAN DIENTES!
BETTY.- Bueno, bueno. Era una sugerencia, nomás.
YOYI.- Estoy bien cagado. No me van a contratar ni en ese canal ni en una mísera acequia de Mendoza. Creés que van a contratar a un tipo que viene del interior, que no puede sonreír y que pierde aire por su diente roto? Ni soñarlo. Perfecto. Se acabó la expectativa. Ahora vamos. Mirá, sale el sol. Deben ser cerca de las siete y media. Nunca lo voy a lograr.
BETTY.- Todavía hay tiempo. No te des por vencido ni aún vencido. Almafuerte! Escuchá un poco. Alguien está llorando? Parece una criatura. Ay, sí. Es un chiquito. Mirá, está en ese banco, llorando. Está solo. Quizá se perdió.
YOYI.- Quizá no se perdió y solamente está solo.
BETTY.- Y por qué llora? No estaría llorando, Yoyi. Mi deber es averiguarlo, no podría dormir esta noche, mirá, si no lo averiguara.
YOYI.- Averigualo, averigualo, que no te soportaría otra noche sin dormir.
BETTY.- Aquí estoy, tesoro. Por qué llorás, mi vida? Dónde están tus papás? Es oriental, Yoyi. Japonés, o chino…
YOYI.- O coreano.
BETTY.- Parece que no habla castellano, Yoyi, mirá que tragedia.
YOYI.- Bueno, Betty. Tendrá que esperar a que pase algún oriental que hable su idioma. No nos metamos, Betty…
BETTY.- Está hambriento y atemorizado… Tenemos que hacer algo.
YOYI.- Cómo sabés que está hambriento? Te lo dijo?
BETTY.- No podemos dejarlo solito. Por qué no hacés algo por él?
YOYI.- Qué podría hacer con cincuenta centavos en los bolsillos y un turrón podrido que le quité a un perro en el estómago por todo alimento y que, además, me rompió el diente.
BETTY.- Ves? Ya te has convertido en un porteño más. Egoísta y sin sensibilidad social. Andate vos a tu entrevista. Yo me voy a quedar con el chico hasta que aparezca alguien.
YOYI.- Ya que querés comprarle algo para comer, por qué no te fijás si tiene algo de plata?
BETTY.- Plata?
YOYI.- Digo, en los bolsillos. Tal vez con ese dinero podremos comprar una tarjeta para tu celular y así hacer una llamada a Ayuda al Viajero para que nos ayuden. A ver, me voy a encargar yo de él. (Al público) Y lo llevé tras unos arbustos para revisarle los bolsillos. Y en ese momento el mundo se dio vuelta. Apareció una gorda infame gritando como una loca que qué le estaba haciendo a ese chico, que le quitara las manos de encima y que si estaba tratando de abusar de él. Traté de explicarle pero empezó a gritar: – Policía! Hay un pervertido en este sector del bosque! Un abusador sexual! Y yo suplicando que no gritara así. Y mientras ella seguía gritando – Hay un pervertido, hay un pervertido!, yo tomé la mano de Betty y le dije: – Aunque se te quiebren los tobillos, corré, haceme el favor! Y corrimos por el parque a campo traviesa mientras nos perseguía un policía en moto sin que pudiera alcanzarnos porque nos refugiamos tras otro arbusto.
BETTY.- Ese policía casi nos alcanza. Por qué no te paraste a explicarle?
YOYI.- A explicarle qué? Te parece que lo hubiera entendido, con tanto abusador sexual como hay ahora? Me hubieran dado entre diez y veinte años. Te dije que lo dejaras en paz, carajo!
BETTY.- Hice lo que me dictó la conciencia. Ese niñito estaba muerto de miedo.
YOYI.- Yo no lo ví muerto de miedo. Es más: mientras a mí me buscan por pervertido, seguro que en este momento está comiendo un helado. Salgamos del parque de una buena vez!
BETTY.- (Se mira la mano) Oh, Dios Santo. Se me cayó el anillo. Te das cuenta, Yoyi? Perdí el anillo.
YOYI.- Ahora??? AHORA PERDISTE EL ANILLO???
BETTY.- Lo siento. La próxima vez lo voy a perder cuando no estés apurado.
YOYI.- Cómo se te pudo caer?
BETTY.- Porque no comí. Tengo los dedos más flacos. Por eso.
YOYI.- La gran puta. No se lo sacó en cuarenta años y lo pierde justo ahora.
BETTY.- No me hables en tercera persona. Estoy aquí, en primera persona.
YOYI.- No! Me hablo a mí mismo en segunda persona! Todo se acabó. Todo acabará a las nueve en punto.
BETTY.- Andate. Andate a la famosa entrevista. No te preocupes por mí! Me voy a quedar aquí, de rodillas, cavando con mis manos hasta que lo encuentre.
YOYI.- Betty! Es sólo una alianza de oro de sesenta pesos. Si consigo el puesto en el canal te compro una mejor. Olvidate de este asunto.
BETTY.- Olvidarme de mi anillo de casamiento? Cómo podés decir semejante cosa? Cómo podés ser tan inhumano? ES MI ANILLO DE CASAMIENTO! NO QUIERO OTRO! QUIERO EL QUE VOS ME PUSISTE EN EL DEDO!
YOYI.- Lo entiendo, lo entiendo, Betty. Fue una sugerencia inocente.
BETTY.- Es la única cosa material que tengo que me importa, fijate. No voy a olvidarme de él ni dejarlo tirado por allí! No me importa lo que vos hagas!
YOYI.- Estás enojada.
BETTY.- ASÍ ES! ME QUEDARÉ AQUÍ BUSCANDO!
YOYI.- Estás cansada y enojada.
BETTY.- DEJAME TRANQUILA, CARAJO!
YOYI.- Está bien. No nos iremos. Nos vamos a quedar aquí.
BETTY.- NO ME TOQUES!
YOYI.- Mi amor, no te enojes conmigo. Nos vamos a quedar hasta encontrarlo… (Al público) Y en ese mismo momento aparecieron dlos muchachones de unos veinte años que me sostuvieron y me pegaron en las costillas. Es decir: Me sostuvo uno, hijo de mil putas y me pegó el otro, la concha de su madre, mientras le preguntaba a mi mujer – Está bien, señora? Está bien? La quiso violar este enano de mierda? Ella le aclaró:
BETTY.- Es mi marido! Es muy enfermo! Yoyi, estás bien?
YOYI.- (Al público) Y entonces, los dos hijos de mil putas salieron a los pedos gritando: – Por qué no nos avisó? Pensamos que este le quería hacer algo malo! Te lo dije, boludo. No hay que ayudar a nadie, boludo!
BETTY.- Yoyi, decime algo, estás bien?
YOYI.- Te pedí que te olvidaras del anillo.
BETTY.- Dónde te pegó?
YOYI.- Primero en las costillas.
BETTY.- Y después?
YOYI.- Después también.
BETTY.- Te duelen las costillas, mi amor?
YOYI.- No. Me duele la rodilla. Caí arrodillado sobre tu anillo.
BETTY.- Yoyi! Qué maravilla! Gracias al cielo! Ya me siento mejor. Ves? Lo encontraste, querido. Es que todo este tiempo he estado rezando un padrenuestro doble para encontrarlo.
YOYI.- Mientras me cagaban a puñetazos?
BETTY.- No. Antes.
YOYI.- No delires. Antes estabas furiosa.
BETTY.- Rezaba furiosa, Yoyi. No importa el tono. Lo importante es rezar.
YOYI.- (Al público) Salimos del bosque. (A ella) Vamos, Betty, caminá más rápido.
BETTY.- Sin tacos y con los zapatos rotos? Me gustaría verte. Para colmo se me rompieron las medias. Tengo los pies en carne viva.
YOYI.- Y hasta cuándo te vas a quedar allí parada?
BETTY.- Hasta que me muera o me rescaten, Yoyi.
YOYI.- Está bien. Eso es una iglesia. Entremos. Entremos ya y descansemos sentados mientras rezás algo a ver si el de arriba se apiada de nosotros.
BETTY.- Eso. Quizá si rezamos con mucha devoción, podrás lograrlo.
YOYI.- No voy a poder lograrlo si me detengo a rezar, Betty.
BETTY.- Necesitamos esperanza y valor.
YOYI.- Yo necesito un barbero y un dentista. (Al público) Pero ella ya había entrado a la iglesia. (A ella) Betty, no quiero ser irrespetuoso. Pero justo ahora se te ocurre rezar? (Al público) Se cagaron en su ocurrencia, se los juro. Porque nos dijeron, unas señoras con sonrisa fingida y modo terminante, (Haciendo como la señora paqueta) que la iglesia estaba cerrada para hacer un ensayo de una ceremonia de la santa misa que el domingo iba a salir por televisión. (Como èl) Nos echaron. Me negué. No podían coartarme mi derecho a rezar, carajo. Anoté su nombre para mi lista de demandas. Podía olvidarme del avión, de las maletas, del tren, del reloj, del diente. Pero no podían coartarme mi derecho a rezar. Les grité: – Hágale saber al obispo que recibirá una carta de mis abogados! Pero nos fuimos, de todos modos.
BETTY.- Yoyi, qué hicimos mal? No podemos ni caminar, ni comer, ni rezar!
YOYI.- Mientras conservemos la cabeza, podemos pensar.
BETTY.- No por mucho tiempo, ya vas a ver.
YOYI.- Querida, querida, todavía no estamos derrotados…
BETTY.- Sí lo estamos. Esta ciudad… nos ganó.
YOYI.- No! No nos rendiremos! (Hacia delante) Me oíste, Buenos Aires? No nos rendimos! Te quedó claro, capital dela República? (Casi llorando) Podés robarme, matarme de hambre, romperme el diente y los tobillos de mi mujer! Pero no me voy a ir!
BETTY.- Estás gritando en medio de la calle, Yoyi. Te van a oír!
YOYI.- No me importa! Ella es una simple ciudad. Y YO SOY UNA PERSONA! Soy más fuerte que una ciudad! No, Buenos Aires, no vas a salirte con la tuya. Tengo nombres y direcciones! Betty, iremos al hotel en auto y nos darán un cuarto, un baño caliente y comida decente, entendés? Ya me cansé de estas tonterías!
BETTY.- Por favor, Yoyi. Cómo iremos al hotel?
YOYI.- Cómo? Ya te lo voy a mostrar! (Al público) Y en ese mismo momento me puse en medio de la avenida y detuve un auto. Gemí por la ventanilla: Podría ayudarnos, por favor? Mi mujer no puede caminar. Podría hacercarnos hasta el hotel del Centro Naval en Córdoba y Florida? Si tiene la decencia de un ser humano, no nos abandonará aquí. Nos hizo subir. – Dios lo bendiga, señor. Si supiera la odisea por la que pasamos no me lo creería. Somos Betty y Jorge Arriaga, de Mendoza. Entonces él, con un acento evidentemente norteamericano, dijo que era el nuevo delegado cultural en la embajada de los Estados Unidos. Que él se bajaría enla Embajaday que luego su chofer nos llevaría hasta el hotel. Pero, pueden creerlo? En la puerta dela Embajadade los Estados Unidos, los muchachos de la izquierda, encapuchados, con banderas y bombos, estaban haciendo un poderoso acto de protesta. Y al ver llegar el auto oficial, se abalanzaron contra nosotros que quedamos encerrados. Ellos trataron de volcarlo y nos acribillaron con huevos. Yo gritaba: – SOMOS NEUTRALES! NO SOMOS POLÍTICOS! Y Betty me ayudaba. Bueno, en realidad, no ayudaba demasiado.
BETTY.- SOMOS DE MENDOZA, HUEVONES! DEJEN DE MOLESTARNOS QUE MI MARIDO ES JUBILADO Y ADEMÁS, ENFERMO!
YOYI.- Hasta que al final llegó la policía y nos sacó de ese auto. Allí me dí cuenta de que había cámaras de televisión que me filmarían y podrían acabar con mi carrera como escritor! Nos subimos al móvil policial. Eran las ocho y cinco de la mañana. Aún estábamos a tiempo. No todo estaba perdido.
BETTY.- Estoy por desmayarme.
YOYI.- Ni se te ocurra! Esperá hasta llegar al hotel.
BETTY.- No. Me voy a desmayar aquí. Estoy mareada y… me voy a desmayar…
YOYI.- NI SE TE OCURRA HACERLO!
BETTY.- Sí. Mirá.
YOYI.- (Al público) Y se desmayó. Allí en el auto policial. Al llegar al hotel volvió en sí, pero tuvieron que bajarla del auto dos policías y el botones del hotel. (Mirando hacia adelante) Me llamo Jorge Arriaga y… (Al público) Un momento, por favor, me dijo el recepcionista del hotel y DESAPARECIÒ EL GUACHO! Gritè como un loco: NO TENGO UN MOMENTO! SI NO ME DAN UN CUARTO YA MISMO YO…” Pero de repente apareciò de nuevo y me dijo: – Su cuarto está listo. La suite 927. Fui solamente a buscar un mensaje para usted. Su equipaje llegó a las 8 y está en su cuarto. En el mensaje le piden miles de disculpas y esperan que disfrute su estadía. (Al público) JA! Disfrutar la estadía! Miro a Betty y noto que se estaba desmayando nuevamente. La sostenía el botones que ahora la subió hasta la habitación. (A ella) No te preocupes, querida. Ya te vas a sentir bien, mi vida. Te darán comida caliente y vendas para los tobillos, mi amor.
BETTY.- (Desfalleciente) No me preocupo, Yoyi…
YOYI.- (Al público) Eran las 8 y 43. Tenía diecisiete minutos para comer y vestirme. Le dí mis cincuenta centavos al botones. Era todo lo que nos quedaba, pero cuando se fue, ME DÍ CUENTA! (Mirando la valija) DIOS! CERRADA!LA MALETA ESTÁCERRADA!
BETTY.- Abrila con la llave.
YOYI.- Qué llave?
BETTY.- La que guardás en la bille… tera. (Cae) Por Dios, no tenés la billetera…
YOYI.- Ergo, no tengo la llave! Y allí dentro, Betty, hay una camisa limpia y una afeitadora. Y por las callecitas de Buenos Aires, que tienen ese qué se yo, viste?, hay una puta delincuente con una puta billetera y mi puta llave. Si existe justicia en este mundo, que la asalte el travesti que me robó mi reloj!
BETTY.- Y no podrás abrirla con un cuchillo?
YOYI.- Es el modelo “diplomático”. Para documentos diplomáticos. No se abre ni con una bomba.
BETTY.- Y si le decimos a los del hotel que envíen un cerrajero?
YOYI.- En diecisiete minutos? Es la última vez en mi vida, te lo juro por Dios, que compro una buena maleta. Nunca, nunca, nunca más. (Suena un teléfono)
BETTY.- Sí, hola. Ah sí, yo fui la que pedí comida, sí. Podrían mandarla en diecisiete minutos? Ah, comprendo. No, Yoyi. Van a tardar como una hora en mandar la comida. El hotel tiene una convención y le están sirviendo el desayuno a miles de gente.
YOYI.- Ojalá que sea una convención de pompas fúnebres, porque estoy a punto de asesinar a alguien.
BETTY.- Por qué no llamás al canal y avisás que vas a llegar un poco más tarde?
YOYI.- Retraso es mala palabra para un debutante en un canal de televisión. Las nueve en punto son las nueve en punto. Cualquier boludo puede llegar a las 10. Pero a las nueve en punto llegan sólo los eficientes, no te das cuenta?
BETTY.- No.
YOYI.- La puta madre! VOY A LLEGAR A LAS 9. QUIERO ESE PUESTO! Un pequeño obstáculo como la mismísima ciudad de Buenos Aires no me va a detener, carajo. Me sacaron el dinero, el reloj, el diente, la posibilidad de REZAR! Pero no me van a detener. Cuando se quiere algo de verdad, nada lo detiene a uno. Vuelvo en una hora, mi amor. Seré el nuevo escritor del canal! (Al público) Me miré al espejo y casi me desmayo. Estaba sucio, barbudo, despeinado. Le dije a Betty: – Betty mi amor. Quiero que sepas algo. Pase lo que pase… Voy a estar siempre con vos. Y gracias por no haberme abandonado.
BETTY.- Todo lo que quiero es que seas feliz, Yoyi. Pero por favor, no me beses que tengo alergia a la barba!
YOYI.- (Al público) Para compensarme en el hotel se hicieron cargo de hacerme llevar por un remise hasta el canal. Parecía un pordiosero, con mi traje ajado y sucio, con mi barba y mi olor a transpiración acumulado durante mi viaje maravilloso a la gran ciudad. Llegué a las 9 en punto. Y cuando conté mi historia, minuciosamente – esta historia que acabamos de contarles a ustedes – alabaron mi imaginación y de inmediato me dieron el puesto. Al llegar al hotel, Betty aún tenía sus pies metidos en la bañera. (A ella) Mi amor, me dieron el puesto. Voy a ganar el doble de lo que gano con mi jubilación. Ah, y se hacen cargo del alquiler del departamento que elijamos. Los deslumbré, aún con mi diente roto.
BETTY.- Qué les dijiste?
YOYI.- Qué les dije? Qué creés que les dije? (Pausa. Se escucha una música suave)
BETTY.- No lo sé. Esperaba que dijeras que no. Esperaba que dijeras que vos y tu esposa no cuadran con Buenos Aires. Que… querías seguir viviendo en Mendoza. Que no querías pisar otra gran ciudad en tu vida. Que no querías vivir aquí. Que de todos modos, si les interesaba tu imaginación y tu talento, podrías escribir los libretos desde allá. Y que detestabas cualquier lugar donde la gente tuviera que vivir encimada y agredida, sin suficiente espacio para caminar, respirar ni sonreír. Y que no querías caminar por las calles pisando basura, ni tener que darle tu reloj a un travesti mientras te ves obligado a dormir en los bosques de Palermo. Que no querías viajar en trenes parado, apretado como sardina y sin comer, ni en aviones que no pueden aterrizar ni volver a perder el equipaje. Que deseabas no haber venido jamás y que lo único que en verdad querés… es pasar a buscar a tu mujer, llevarla al aeropuerto y volver a tu casa para vivir feliz el resto de tu vida. Esto esperaba que les dijeras… Yoyi.
YOYI.- Es curioso, Betty. Sabés algo? (Se emociona levemente) Eso mismo les dije. Palabra por palabra. (Al público) Cuando nos dirigíamos en taxi hacia el aeroparque… un piquete bloqueaba avenida Libertador. – Vaya por otro lugar – le dije al taxista. – No puedo, maestro – me contestó – Todas las calles que llevan al aeroparque están cortadas. Y no sólo esas. Hay cortes en el Obelisco, en el Congreso, en la 9 de julio, enla Plazade Mayo, en Plaza Lavalle… protesta en los Tribunales y parece que van a parar los subtes de nuevo. Con Betty nos dispusimos a esperar, cagados de risa. Y allí comprendí… que había tomado la decisión correcta. (Estalla una música brillante de comedia musical. Ellos saludan, si es posible bailando)
TELÒN FINAL